Adaptarnos al nuevo clima y evitar que vaya a peor, esa es la gran elección

Dado que buena parte de las competencias en materia de medio ambiente, urbanismo o movilidad, entre otras, están transferidas a los gobiernos locales y autonómicos, su capacidad para contribuir a la adaptación y la mitigación del cambio climático es muy destacada. También hay que tener en cuenta que las ciudades son mucho más ágiles que los propios estados a la hora de impulsar iniciativas y aplicar medidas concretas en ese sentido, por lo que están llamadas a ser las grandes protagonistas de la acción climática a nivel institucional.

Opinión

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Un liderazgo que no pueden ni deben eludir, pues como señala la ONU, actualmente las ciudades consumen el 75% de los recursos naturales del planeta y generan, directa o indirectamente, entre el 60 y el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que están provocando el calentamiento global. Unos números que están en constante crecimiento, pues según las estimaciones de este organismo en 2050 el 70% de la población mundial vivirá en núcleos urbanos, lo que multiplicará la demanda de recursos y las emisiones de GEI.

Ciudades y regiones por el clima

Según la Alianza de Gobiernos Locales por la Sostenibilidad (ICLEI), una red global que agrupa a más de 2.500 gobiernos locales y regionales de 125 países para impulsar un modelo urbano resiliente al cambio climático y bajo en emisiones de GEI, las acciones para afrontar el cambio climático realizadas en y por las ciudades y regiones van a jugar un papel decisivo para mantenernos en un incremento de las temperaturas inferior a los 2°C con el objetivo de fijarlo en los 1,5°C, un objetivo básico si queremos evitar los peores escenarios.

Como señalaba el propio Secretario General de la ONU, António Guterres, en la última edición del Foro de Davos ante los principales líderes mundiales de la política y la economía, "cada semana nos llega una nueva historia de horror climático desde diferentes ciudades del mundo”, por lo que si seguimos sin adoptar las medidas de descarbonización “que todos ustedes conocen y muchos han asumido” nos veremos abocados a un aumento de 2,8 grados de la temperatura media de la Tierra, lo que nos abocaría al desastre.

Y es que, si con un aumento de la temperatura media de 1,2 grados los efectos negativos del cambio climático se están notando ya en todo el planeta, la posibilidad de avanzar hacia un aumento de casi tres grados nos abocaría a un agravamiento de dichos efectos, entre los que cabe destacar un considerable aumento, tanto en la intensidad como en la recurrencia, de los desastres naturales vinculados a los fenómenos meteorológicos extremos, que afectarán especialmente a las grandes regiones metropolitanas situadas en las zonas costeras debido a la aceleración que está mostrando el aumento del nivel del mar.

En nuestro país la Red Española de Ciudades por el Clima agrupa a los gobiernos locales que están emprendiendo políticas concretas de mitigación y adaptación al cambio climático. Actualmente agrupa a 364 entidades locales donde reside el 60% de la población española. Por otro lado el Pacto de Alcaldes por el Clima y la Energía reúne a los representantes de los gobiernos locales comprometidos a reducir las causas del cambio climático desde la perspectiva del ‘piensa globalmente, actúa localmente’, así como a promover las energías renovables en el ámbito local y facilitando el acceso de los ciudadanos a una energía limpia, sostenible y asequible para todos. Entre otros compromisos figura el de reducir sus emisiones de GEI un 40% antes de 2030. Para lograrlo la UE ha habilitado un Mecanismo de Apoyo a las Políticas (PSF) cuyo principal objetivo es ayudar a las autoridades locales a superar estos desafíos

Una reacción tímida y desigual

Pero ¿están nuestros pueblos y ciudades pasando de los propósitos a las actuaciones? Esa es la pregunta a la que ha intentado responder una investigación llevada a cabo por el Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3) en la que se han evaluado las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático en las principales ciudades españolas.

En este riguroso trabajo de investigación, uno de los pocos que se han llevado a cabo en nuestro país bajo criterios científicos, se destaca que la planificación para la adaptación al cambio climático en las ciudades españolas se encuentra aún en sus primeras etapas, pues únicamente el 20% de las analizadas (52 capitales de provincia y dos ciudades autónomas) cuentan con políticas de adaptación incluidas en un plan climático específico o de mayor alcance.

Asimismo el trabajo del BC3 concluye que muy pocas de esas ciudades disponen en realidad de normativas que estén dando lugar a actuaciones concretas. Sin embargo las áreas urbanas analizadas están expuestas a grandes vulnerabilidades y riesgos climáticos (inundaciones, olas de calor, mala calidad del aire, y otras) por lo que impulsar la capacitación y la acción para reducirlos debería enfocarse como un reto transversal y del todo urgente.

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Como insisten en señalar los investigadores que siguen la evolución de la crisis climática, todavía estamos a tiempo de evitar los peores escenarios. Pero para ello va a ser necesario alcanzar un mayor nivel de compromiso con la emergencia climática desde la gobernanza. Empezando por las entidades locales, que deben asumir de manera inaplazable ese compromiso mediante la puesta en marcha de las acciones necesarias para eludir el riesgo y lograr que nuestras ciudades sean lo más seguras y confortables frente al cambio climático.

Para ello necesitamos gobiernos municipales y autonómicos comprometidos con la protección del medio ambiente y la conservación de la naturaleza, que entiendan y acepten que ha llegado el momento de actuar, y que adaptarnos al nuevo clima y evitar que vaya a peor es, además de un acto de responsabilidad política, una de las mejores oportunidades para impulsar la economía circular y el avance de la sostenibilidad en nuestras ciudades y nuestros territorios. Esa es la gran elección.