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Cambio climático y agua: cuidado porque la cosa se va a poner cada vez más seria
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Cambio climático y agua: cuidado porque la cosa se va a poner cada vez más seria

El abril más seco y cálido de la historia es la última tarjeta de visita del calentamiento global: esto no es un episodio puntual, sino un aviso de lo que nos aguarda

Foto: El calor de abril ha batido todos los récords. (EFE/Salas)
El calor de abril ha batido todos los récords. (EFE/Salas)

La persistencia del dato climático es contumaz. Impasible ante el descrédito, el desdén y la infamia, el dato siempre acaba imponiéndose al relato, como la ciencia se impone siempre a la creencia. Y es que, como nos recuerda Joan Manuel Serrat en Sinceramente tuyo, una de sus baladas más bellas, "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".

Los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), creado en 1988, llevan varias décadas alertando de sus consecuencias y señalando una verdad incuestionable: que la cuenca mediterránea es una de las regiones del planeta que se van a ver más afectadas.

Foto: Los escenarios climáticos nos abocan a la incertidumbre (Foto: iStock) Opinión

Períodos de sequía cada vez más intensos, persistentes y recurrentes, olas de calor que se suceden a lo largo de todo el año, megaincendios. Todo ello combinado con fenómenos tormentosos extraordinarios, que dejan precipitaciones torrenciales y causan graves inundaciones, o de episodios de frío intenso con nevadas históricas. Nada de ello nos es ya ajeno: hemos pasado de los pronósticos a las certezas, de las previsiones a las evidencias.

Quienes seguimos los informes de este panel de expertos para conocer su contenido, comprenderlo y contarlo, no dejamos de constatar esa evidencia científica, esa verdad subrayada una y otra vez: que el sur de Europa está en la zona cero del cambio climático y que los países deberían emprender medidas urgentes de adaptación para prevenir las perores consecuencias, como la de la escasez de agua a la que vamos a enfrentarnos en los próximos años.

placeholder Un camión cisterna llena un depósito de agua en Mallorca (EFE/C.Cladera)
Un camión cisterna llena un depósito de agua en Mallorca (EFE/C.Cladera)

Hace quince años los expertos del IPCC elaboraron un documento técnico dedicado a este aspecto, lo titularon El cambio climático y el agua. En él se reiteraba que "las regiones más propensas a un mayor riesgo de sequía son las mediterráneas" donde "la precipitación estival podría llegar a disminuir sustancialmente: hasta un 70% en algunas áreas". La previsión era incómoda. Sin embargo, la evidencia ha resultado aún peor: todavía estamos en primavera y abril ha anotado ese descenso de precipitaciones respecto a la media: en torno a un 70% menos.

Hacia el escenario previsto

El documento técnico del IPCC, que se ajustaba cuidadosamente a los informes de evaluación publicados hasta entonces (cuatro) también afirmaba que "es probable que las áreas que padecen estrés hídrico grave, con una proporción extracción/disponibilidad superior al 40%, aumenten en extensión, tanto por efecto del cambio climático como debido a una mayor extracción de agua, y que ello intensifique la competencia por los recursos hídricos disponibles". Y eso es exactamente lo que está ocurriendo en Doñana.

Foto: Parque Nacional de Doñana.

Respecto al período de sequía que estamos atravesando, tal y como nos recordaban esta misma semana los profesores Jorge Olcina y Javier Martín Vide en la serie de entrevistas que estamos dedicando al debate del agua en El Confidencial, hasta ahora no está siendo el peor. Sin embargo, algunas de las peores sequías de la historia se han dado en los últimos treinta años: 1995, 2008 y 2017. Y ¿qué decía el informe del IPCC al respecto? Pues que "se prevé que las sequías más severas, que hasta ahora sobrevenían cada 100 años, se repitan, por término medio, cada 10 años o menos en partes de España y Portugal, región occidental de Francia, cuenca del Vístula en Polonia, y Turquía occidental". Otro pronóstico convertido en certeza.

placeholder Cauce seco del río Guadiamar, en Sevilla (EFE/F.Cabanillas)
Cauce seco del río Guadiamar, en Sevilla (EFE/F.Cabanillas)

Si atendemos al último informe de evaluación del IPCC, el sexto, presentado el pasado mes de marzo, la previsión no solo se mantiene sino que se refuerza. En el documento de material suplementario para la región mediterránea se recogen los estudios que demuestran su "alta vulnerabilidad", como lo demuestra el hecho de que la temperatura media esté aumentando a un ritmo más rápido que en el resto del planeta y donde está previsto que la disponibilidad de agua caiga hasta en un 10 % en la próxima década. Un porcentaje que podría ser incluso mucho mayor en el sudeste español en función de si el aumento de las temperaturas medias se mantiene en los 1,5 ºC, ya alcanzados en la región, o sobrepasa los 2 ºC.

Mitigación y adaptación

Ante este incómodo escenario, advertido desde antaño, pero no aceptado ni contestado en su debida forma, el único remedio posible consiste en habilitar medidas de mitigación y adaptación mucho más decididas y eficaces. Y todos sabemos que la mejor manera de mitigar el cambio climático para eludir los peores escenarios es reducir las emisiones de gases con efecto de invernadero (GEI), y que la mejor manera de reducir las emisiones de GEI es dejar de quemar combustibles fósiles: petróleo, gas natural y carbón. Algo que no está sucediendo.

Foto: La ONU reclama frenar ya la producción de combustibles fósiles (Reuters)

Respecto a la adaptación, la primera medida es la aceptación. Aceptar que este es el tiempo que nos toca vivir y que si queremos mantener el nivel de vida que hemos alcanzado va a ser imprescindible cambiar de hábitos de producción y de consumo. Aceptar que, aunque sea triste la verdad, quizá tenga remedio si todos hacemos todo lo posible para cambiar de hábitos: desde las empresas hasta los hogares, desde los gobiernos hasta los ciudadanos, desde el campo hasta la cesta de la compra.

El informe Cambio Climático y Agua (224 páginas, en castellano) puede descargarse aquí

El resumen de síntesis del sexto informe del IPCC (36 páginas, en inglés) puede descargarse aquí

La persistencia del dato climático es contumaz. Impasible ante el descrédito, el desdén y la infamia, el dato siempre acaba imponiéndose al relato, como la ciencia se impone siempre a la creencia. Y es que, como nos recuerda Joan Manuel Serrat en Sinceramente tuyo, una de sus baladas más bellas, "nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio".

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