¿Acaso hay pruebas de que el cambio climático sea culpa nuestra?
Parte de los negacionistas, a pesar de aceptar el aumento de la temperatura media del planeta, dicen que esta se debe a un proceso natural. La ciencia tiene un par de herramientas para desmentir tal afirmación
Que el clima está cambiando no es ningún misterio. La cantidad de bibliografía científica al respecto es abrumadora. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), la temperatura media de la superficie de la tierra ha aumentado 1,1 °C desde el año 1850. No solo eso: según el panel de expertos, cada una de las últimas cuatro décadas ha sido más cálida que cualquiera de las anteriores.
Estos datos no están sacados de la manga, sino que se basan en los millones de datos registrados alrededor del mundo por estaciones meteorológicas en tierra, en barcos y por satélites desde el espacio.
Desde mediados del siglo XIX, la concentración de CO₂ en la atmósfera ha pasado de 300 a 420 partes por millón
No solo eso, sino que además podemos examinar, con gran detalle, cómo han evolucionado el clima y la composición química de la atmósfera en los últimos cientos de miles de años. Esto se debe a que estas variables dejan un 'huella' tanto en los anillos de los árboles como en los sedimentos de los lagos, los arrecifes de coral y, sobre todo, en las capas de hielo de los polos, inalteradas desde hace miles de años.
Estos datos no solo nos permiten ser conscientes de nuestra situación actual, sino también tener un contexto para entender con más detalle el proceso de calentamiento global al que nos estamos acercando. De hecho, según las estimaciones de los científicos, la Tierra no había estado tan caliente como ahora en los últimos 125.000 años.
¿Y qué tenemos que ver nosotros en esto?
Todo se debe a los gases de efecto invernadero (GEI). Gran parte de los negacionistas (al menos medio-negacionistas) sostiene que, aunque el calentamiento global está teniendo lugar, esto es un proceso completamente natural y que nosotros, simples mortales, jamás tendríamos la capacidad de afectar a algo tan grande e importante como el clima del planeta. Ojalá fuera esto cierto.
Los GEI atrapan el reflejo de la luz solar que la tierra devuelve al espacio. Esto está probado, por ejemplo, con la medición gracias a satélites del albedo de la Tierra, que disminuye año a año. Este fenómeno tiene lugar porque la longitud de onda de esa radiación tiene la 'mala fortuna' de ser exactamente la misma que el CO₂ o el metano (CH4) absorben, por lo que se calientan y, a su vez, calientan todo lo que tienen alrededor.
Cuanto mayor es la cantidad de GEI en la atmósfera de nuestro planeta, más se acentúa este efecto. Aunque una pequeña cantidad de CO₂ se encuentra de forma natural en la atmósfera, la quema de combustibles fósiles como el petróleo o el carbón aumenta esa proporción.
¿Pero cómo podemos probar que el CO₂ proviene directamente de nuestras actividades? Pues analizando los anillos de los árboles, así como las diferentes capas de hielo ártico y antártico, pues el CO₂ producido por la combustión de combustibles fósiles tiene unas características particulares que los científicos, gracias a sus equipos especializados, pueden diferenciar.
Los análisis realizados muestran que, desde hace 800.000 años hasta la Revolución Industrial, la concentración atmosférica de CO₂ no superó las 300 partes por millón. Pero desde mediados del siglo XIX, este número ha aumentado hasta alcanzar las actuales 420 partes por millón.
Está científicamente demostrado que han sido nuestras actividades las que han aumentado la temperatura de este planeta, y decir lo contrario es negar la evidencia científica. Esto no significa que no podamos hacer nada al respecto (de hecho, puede ser una oportunidad tanto ambiental como económica), pero lo primero que deberemos aceptar es que debemos solucionar el problema. Por decirlo de otro modo, lo que hacen algunos negacionistas es decir que han ganado peso por sus genes, ignorando el hecho de que han desayunado, comido, merendado y cenado huevos fritos con chorizo desde 1850.
Que el clima está cambiando no es ningún misterio. La cantidad de bibliografía científica al respecto es abrumadora. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos de Cambio Climático de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés), la temperatura media de la superficie de la tierra ha aumentado 1,1 °C desde el año 1850. No solo eso: según el panel de expertos, cada una de las últimas cuatro décadas ha sido más cálida que cualquiera de las anteriores.