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¿Por qué tanta DANA y tormenta en España? ¿Tiene el cambio climático algo que ver?
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Con las olas de calor todo es más claro

¿Por qué tanta DANA y tormenta en España? ¿Tiene el cambio climático algo que ver?

Rubén del Campo, portavoz de AEMET, y Mar Gómez, doctora en Físicas y meteoróloga, explican si existe o no relación entre la subida de la temperatura global y la cantidad e intensidad de las precipitaciones

Foto: Un día de lluvia en Valencia en junio de 2021 (EFE)
Un día de lluvia en Valencia en junio de 2021 (EFE)

De un tiempo a esta parte en España nos hemos acostumbrado a términos que antes no utilizábamos a cambio de dejar de utilizar otros cuyo uso se ha ido desvirtuando a lo largo de los años. ¿Quién no escuchaba hablar, tiempo atrás, de la famosa gota fría mediterránea? Lo cierto es que muchas de las lluvias torrenciales que se registran tanto en primavera como en otoño en la costa este del país no son necesariamente gotas frías, sino que responden a otro término, mucho más empleado en los últimos años: DANA. Son una serie de depresiones aisladas en niveles altos de la atmósfera (de ahí DANA) que se separan de la circulación en chorro y se mueven de manera independiente.

Precisamente, venimos de una semana en la que otra DANA ha provocado fuertes precipitaciones en todo el país, y encadenamos con otra depresión que afecta hasta este fin de semana. "Ahora mismo estamos en una situación en la que se registra una DANA, y va a ser responsable de tormentas durante varios días, especialmente fuertes este jueves y el viernes", explica a El Confidencial Mar Gómez, doctora en Físicas y meteoróloga de eltiempo.es. "Se van a dar vientos fuertes, lluvias intensas en diferentes zonas y va a caer una gran cantidad de agua en poco tiempo", apunta, recordando que existen varios avisos naranjas, especialmente en zonas como País Vasco, Navarra o Cataluña.

¿Pero tiene esto alguna relación con el cambio climático? Esta duda surge cada poco tiempo, cada vez que nos encontramos con un fenómeno meteorológico potente, muy extendido en el tiempo o con unas consecuencias algo más graves. En 2020, por ejemplo, la temporada de huracanes en el océano Atlántico se adelantó y la actividad ciclónica fue tan importante que llegó a generar un problema a la hora de denominar a las tormentas tropicales: la Organización Meteorológica Mundial (OMM) se quedó sin nombres para las tormentas y tuvo que tirar de letras del alfabeto griego. Lo cierto es que los expertos no pueden asegurar que esto esté directamente relacionado con el cambio climático, aunque sí todos coinciden en que este está teniendo un efecto en la intensidad de las tormentas y en sus impactos.

"En primavera es normal que haya tormentas y granizos, es cuando se tienen que dar"

Con las DANA ocurre algo similar. En primer lugar, el hecho de que escuchemos cada vez más este término viene derivado de su uso en los medios de comunicación. "Ahora se emplea mucho más el término y se tiene más visión en los medios", apunta Gómez, pero lo cierto es que "en primavera es normal que se registren tormentas y granizos, es la época en la que se tienen que producir". "Estamos a punto de dar la bienvenida al verano, pero, de esta estación, junio es el mes más lluvioso, por lo que es algo que no deja de poder ocurrir", apunta. Ahora bien, la relación de estos fenómenos meteorológicos con el cambio climático es algo que no se puede asegurar "a bote pronto". "Habría que hacer un análisis detallado a nivel meteorológico de varios años, lo que denominamos una climatología (...), hacer estudios de atribución...", recuerda. No obstante, sí asegura que "los fenómenos extremos van a ser más intensos y severos" debido al cambio climático.

"Las DANA más famosas que hemos tenido en España lo eran porque producían fuertes inundaciones", explica esta doctora en Físicas, en referencia a las que antes se conocía como las gotas frías mediterráneas. "Ahora, con un Mediterráneo más cálido, estas tormentas provocadas por una DANA pueden aumentar en intensidad. Esta es la teoría y la tendencia", recalca. Aunque no hay que olvidar que muchas veces se producen DANA y no traen consigo inundaciones severas, ya que no siempre que haya una depresión de aire frío en altura se va a producir un episodio de lluvias torrenciales. En este sentido, Rubén del Campo, licenciado en biología y técnico de meteorología y portavoz de AEMET, asegura que en España las precipitaciones son muy difíciles de analizar y estudiar sus tendencias, ya que varía mucho de un año a otro. "Tenemos años supersecos y otros muy lluviosos, pero sí hay pequeños matices, modificaciones que se están empezando a notar, aunque como dice Mar, hacen falta estudios más sosegados", apunta.

Del Campo sostiene que algo que sí se puede afirmar es que "en los últimos años se está notando un incremento en la intensidad de los fenómenos meteorológicos. Por decirlo de algún modo, las lluvias torrenciales son cada vez más torrenciales". "En octubre de 2018 hubo una DANA que provocó récord de precipitaciones en Vinaroz (Castellón), donde cayeron 159 litros por metro cuadrado en una hora. Esa misma DANA provocó que en Alpandeire (Málaga) se batiera el récord de precipitación en seis horas, con 289 litros por metro cuadrado. Esa misma cantidad de lluvia registrada en seis horas hay veces que no se alcanza en un año entero", asegura Del Campo. Al año siguiente, otra depresión aislada provocó estragos en la zona de la Vega Baja del Segura, con fuertes inundaciones que batieron récord de precipitación en el conjunto de la comarca. "Nunca había llovido tanto en la zona desde el siglo XIX", afirma. Según un estudio realizado por la propia AEMET en Murcia, parece que se está notando un incremento no en el número de días de lluvia —que incluso baja—, sino en la cantidad de agua que cae: "Lo que quiere decir que los días que llueve llueve mucho más".

placeholder Varios coches atrapados por en el agua a causa de las fuertes lluvias caídas a finales de 2019 en Campo de Cartagena, Murcia (EFE)
Varios coches atrapados por en el agua a causa de las fuertes lluvias caídas a finales de 2019 en Campo de Cartagena, Murcia (EFE)

Según el informe de Evolución de las Precipitaciones en España, realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad con datos de la AEMET publicado en 2019, se ha registrado una fuerte disminución de las precipitaciones en Galicia y sin embargo, esta última semana en Ourense se han vivido fuertes lluvias y granizadas, "brutales" en términos de Del Campo, mucho más habituales del clima mediterráneo. "En el Atlántico llueve de manera más continuada pero moderada. A día de hoy no se puede confirmar que esté cambiando el patrón, hay que hacer muchos análisis, pero habría que valorar si se están 'mediterraneizando' las áreas atlánticas, yendo hacia lluvias más cortas y torrenciales", sostiene el portavoz de AEMET.

Más allá de Galicia y otras zonas del norte de España como La Rioja, Navarra o País Vasco, donde se han notado mucho más las precipitaciones de los últimos días, hay un dato llamativo en la capital: "La tormenta del miércoles por la noche en Madrid dejó 31 litros por metro cuadrado en una hora; y un total de 40 litros por metro cuadrado en el conjunto del día", explica. Si bien junio es un mes en el ocasionalmente hay tormentas, no suelen tener tanta intensidad. La de esta semana concretamente ha llevado a Madrid a batir otro récord: "Ha sido el día más lluvioso en un mes de junio en la capital desde 1920", señala.

"El verano ya dura mucho más"

Además de con tormentas, el mes de junio arrancó con unas temperaturas bastante elevadas, incluso "por encima de lo habitual": "Hemos sobrepasado los 30 grados e, incluso, los 35 grados en algunas zonas", señala Mar Gómez, aunque próximamente "notaremos descensos acusados". "Vamos a quedarnos en máximas por debajo de los 25 grados, en algunos puntos por debajo de los 20 grados. Pasamos de temperaturas por encima de lo habitual a situarnos en valores por debajo, aunque la tendencia será de recuperación progresiva a lo largo de la próxima semana", adelanta.

placeholder El verano dura ya cinco semanas más de lo que duraba en los años ochenta (EFE)
El verano dura ya cinco semanas más de lo que duraba en los años ochenta (EFE)

Según señala Gómez, estos cambios térmicos van en consonancia con la etapa del año en la que nos encontramos, y tampoco se puede saber si estas temperaturas inestables están relacionadas con el cambio climático, pero lo que sí se puede afirmar con rotundidad es que "las temperaturas sí están aumentando a nivel global". "Llevamos décadas más cálidas... y el verano ya dura cinco semanas más de lo que duraba en los años 80". No obstante, España en general se ha adaptado a estos cambios de temperatura: según un estudio publicado recientemente en 'Science of the Total Environment', parte de un proyecto encargado por la Fundación Biodiversidad —adscrita al Ministerio para la Transición Ecológica—, de 1983 a 1994, por cada grado que superaba el umbral de la ola de calor la mortalidad aumentaba un 14%, mientras que desde 2004 la mortalidad aumenta solo un 2%.

En esta misma línea se pronuncia Rubén del Campo, quien insiste que es en la temperatura donde más se nota el cambio climático. "Desde el inicio de la etapa industrial —en la que se empiezan a emitir gases de efecto invernadero—, a mitad del siglo XIX, ha subido la temperatura 1,7 grados, de los cuales 1,3 grados han aumentado en los últimos 60 años, en lo que llamamos un 'calentamiento acelerado'", explica el portavoz de AEMET, quien subraya que aunque pueda "no parecer mucho" ciertamente lo es: "Este 1,3 grados se traduce en fenómenos más severos, con mayor impacto y más numerosos, sobre todo en lo que está relacionado con las olas de calor. Y las olas de calor tienen un gran impacto en morbilidad, ingresos hospitalarios y nortalidad: unas 1.800 personas mueren cada año por exceso de calor".

En la última década el número de olas de calor en España se ha duplicado

Con referencia a este punto "sí que se ha constatado que son más frecuentes en España" las olas de calor. "Si en las décadas entre los años ochenta y los años 2000 había unas once o doce olas de calor cada década, en la última ha habido 23. Se ha más que duplicado. Lo mismo ocurre con el número de días bajo ola de calor en España; antes había unos seis días bajo ola de calor cada verano, en los últimos diez años se registran unos 14 días bajo ola de calor", detalla. "Posiblemente el ser humano se vaya adaptando a esta normalidad climática, pero, como ocurre en todos los procesos, habrá quienes lo hagan y quienes no sean capaces; habrá ecosistemas que puedan adaptarse y otros que no", añade Gómez. En este sentido, recuerda que tanto en los extremos de frío como en los de calor corren más riesgo determinados grupos de personas, tanto por edad (los mayores y los más pequeños) como por vulnerabilidad relacionada con la condición física y de salud. No obstante, tampoco se puede afirmar rotundamente esta adaptación a día de hoy: "Habría que mirar a largo plazo y analizarlo dentro de 30 años".

Primaveras soleadas en Galicia

Entre todos estos cambios destaca un dato registrado esta última primavera —entendiendo la primavera meteorológica, que va de marzo a mayo— en Galicia: "Ha sido supersoleada". Según Del Campo, estos tres meses ha llovido muhco menos y ha habido más horas de sol de lo habitual: "A Coruña ha vivido su primavera más soleada desde que hay registros, y la propia ciudad de A Coruña ha tenido más horas de sol que Castellón". No solo eso, sino que Pontevedra también ha tenido más horas de sol que Valencia. No se puede considerar que esto es una tendencia, porque ha ocurrido en un año concreto, aunque bastante similar a lo ocurrido en 2020, "pero dos años no se pueden considerar tendencia como para saber si se va a incrementar, así que solo queda hacer más seguimientos".

De un tiempo a esta parte en España nos hemos acostumbrado a términos que antes no utilizábamos a cambio de dejar de utilizar otros cuyo uso se ha ido desvirtuando a lo largo de los años. ¿Quién no escuchaba hablar, tiempo atrás, de la famosa gota fría mediterránea? Lo cierto es que muchas de las lluvias torrenciales que se registran tanto en primavera como en otoño en la costa este del país no son necesariamente gotas frías, sino que responden a otro término, mucho más empleado en los últimos años: DANA. Son una serie de depresiones aisladas en niveles altos de la atmósfera (de ahí DANA) que se separan de la circulación en chorro y se mueven de manera independiente.

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