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El humo de los incendios forestales actúa como uno de los peores contaminantes
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Más allá del poder destructor de las llamas

El humo de los incendios forestales actúa como uno de los peores contaminantes

Los estudios científicos prueban que las micropartículas liberadas por estas catástrofes son más perjudiciales que las de los motores. La alerta llega en un año de alto riesgo por la acumulación de leña en nuestros bosques a causa de Filomena

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Foto: EFE

El año pasado, en la costa oeste de Estados Unidos, las condiciones climáticas generadas por el calentamiento global (fuerte aumento de las temperaturas, vientos sostenidos superiores a los 50 km/h y tormentas secas con gran aparato eléctrico), junto con una gestión negligente del monte, provocaron una de las peores temporadas de incendios que se recuerdan en el país norteamericano.

En un solo día, el 3 de mayo, más de cien incendios forestales calcinaron una extensión de más de 400 hectáreas cada uno y con una destrucción de un total de 41.277 kilómetros cuadrados según datos del Departamento Californiano Forestal y de Protección contra el Fuego (CAL FIRE) y sus equivalentes en otros estados. Para que nos hagamos una idea, es la misma extensión que tiene la totalidad de Extremadura, una auténtica barbaridad.

La emisión masiva de micropartículas en suspensión agrava los efectos de los incendios forestales para la salud

Además de las obvias y terribles consecuencias que tienen para el medio ambiente y el mundo rural (bien lo sabemos en España) los expertos que analizan su impacto en el entorno señalan otro problema no memos importante: el de las micropartículas (PM) contaminantes que se liberan durante estas catástrofes naturales.

Los habitantes de las grandes zonas metropolitanas estamos expuestos desde hace años a este peligroso contaminante, que en su mayor proporción liberan a la atmósfera urbana los automóviles a través de sus tubos de escape y las calderas de la calefacción.

¿Qué son las micropartículas PM2.5?

Se trata de pequeñas partículas que quedan en suspensión en el aire y que, con un diámetro de menos de 2,5 micrómetros (0,0025 milímetros).están compuestas en su mayor parte por sustancias orgánicas volátiles: polvo, hollín y algunos metales pesados. Su orígen mayoritario son los procesos de combustión que tienen lugar en el interior de los motores de los vehículos de gasoleo, gasolina o gas natural y las calderas, pero también los incendios.

placeholder Columna de humo provocada por un incendio forestal. EFE
Columna de humo provocada por un incendio forestal. EFE

Según reconoce la OMS y se explica en este estudio, las PM suponen un serio riesgo para la salud, dado que aumentan el riesgo de contraer diversas enfermedades de carácter muy grave, entre las que destaca el cáncer de pulmón. De hecho, están consideradas por la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés) como Carcinógeno del grupo 1, que es el que agrupa a los más peligrosos identificados por la ciencia.

No obstante el problema al que nos enfrentamos es que, como es lógico, no todas las PM son iguales. Una mota de polvo en nuestra casa contiene una carga tóxica ya importante, en función de los contaminantes con las que hayamos recargado la atmosfera interior de la vivienda. Además, para personas especialmente sensibles como alérgicos o asmáticos, puede resultar especialmente peligrosa

Pero las sustancias químicas que se liberan durante los procesos de combustión incontrolada en un incendio son mucho peores, especialmente las de los incendios forestales. Así lo explican los investigadores Rosana Aguilera, Yhomas Corringham, Alexander Gershunov y Tarik Benmarhnia en un estudio publicado en la revista 'Nature Comunications'. "A día de hoy existe un máximo 'seguro' de exposición a PM2.5 en el aire, decretado por la EPA (la Agencia de Protección Medioambiental de Estados Unidos). El problema es que ese estándar no tiene en cuenta las diferentes fuentes de esas micropartículas", explica Rosana Aguilera, la autora principal del estudio.

Foto: Los bosques son ahora un polvorín de leña. (Jose L. Gallego)

En situaciones normales, se estima que una cantidad de PM2.5 de 10 microgramos por metro cúbico producido por otras fuentes que no sean incendios forestales, aumenta el número de ingresos en urgencias hospitalarias por problemas respiratorios en un 1%. Pero si esa misma cantidad se debe a un incendio forestal los ingresos en urgencias por dicha causa aumentan hasta el 10%.

Esta estimación quedó refrendada en los incendios forestales de la costa oeste de Estados Unidos y Canadá de 2020, cuando según varios estudios tan solo una hora después de que el humo descendiese sobre la ciudad de Vancouver, las visitas a urgencias por problemas respiratorios se dispararon más de un 10%, así como también, en las 24 horas posteriores lo hicieron las emergencias asociadas a la diabetes.

Cómo nos afecta

Es imposible acordarse de un verano sin incendios forestales en España. Aunque si bien es cierto que este tipo de incendios forma parte de un proceso de regulación natural de nuestros ecosistemas forestales, pero dado que muchos de nosotros vivimos en el campo y dependemos de él, es necesario controlar al máximo la extensión y los daños causados por estos eventos catastróficos.

Además, aunque por desgracia es común que en sus inicios esté involucrada la acción de algún irresponsable, también pueden acontecer de forma natural, normalmente debido a las tormentas eléctricas. Conservar los bosques en buen estado es fundamental, y para ello necesitamos una política forestal mucho más activa dotada de unos presupuestos adecuiados. .

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Foto: EFE

Este año gran parte del país se enfrenta a un desafío todavía mayor por culpa de los daños forestales causados por el paso de la borrasca 'Filomena'. En las áreas más afectadas por el temporal de nieve, multitud de ramas o de árboles enteros acabaron en el suelo y ahora mismo se están secando. Es relativamente sencillo limpiar el parque de El Retiro o la Casa de Campo de Madrid (a pesar de su extensión). pero actualmente hay extensas áreas de inaccesible bosque que han quedado cubiertas de ramaje, un combustible a punto de prender en cuanto aumenten las temperaturas.

Sería un auténtico milagro que este año no hubiera incendios forestales, por lo que debemos estar preparados y hacer todo lo posible para evitarlos. Ya no es solo el monte y la naturaleza que alberga lo que está en peligro, sino que, como muestran estos estudios, si los incendios ocurren en la proximidad de núcleos de población sus habitantes pueden verse expuestos a un riesgo grave para la salud, más allá del que generan las llamas.

El año pasado, en la costa oeste de Estados Unidos, las condiciones climáticas generadas por el calentamiento global (fuerte aumento de las temperaturas, vientos sostenidos superiores a los 50 km/h y tormentas secas con gran aparato eléctrico), junto con una gestión negligente del monte, provocaron una de las peores temporadas de incendios que se recuerdan en el país norteamericano.

OMS
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