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"La Albufera nos ha salvado de un daño aún mayor, ahora debemos salvarla a ella"
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Las otras secuelas de la dana

"La Albufera nos ha salvado de un daño aún mayor, ahora debemos salvarla a ella"

El biólogo Pablo Vera, quien se ha dedicado "en cuerpo y alma" a conservar el humedal valenciano, reivindica los servicios que nos ha prestado y hace un llamamiento para recuperar sus funciones antes de la próxima DANA

Foto: Basura acumulada en los arrozales de la Albufera tras las riadas provocadas por la dana (EFE K.Försterling)
Basura acumulada en los arrozales de la Albufera tras las riadas provocadas por la dana (EFE K.Försterling)

Situada en la comarca de l’Horta Sud, a tan solo diez kilómetros de la ciudad de Valencia, La Albufera es uno de los humedales más importantes del sur de Europa. Declarado parque natural (con más de veintiún mil hectáreas), este singular aguazal forma parte de la lista internacional de humedales de importancia (RAMSAR) y está integrado en la Red Natura 2000 que protege los espacios naturales más relevantes de la Unión Europea. Cada año recibe la visita de miles de amantes de la naturaleza y aficionados a la ornitología para disfrutar de la rica biodiversidad que alberga y de sus inigualables atardeceres.

Sin embargo, todo el patrimonio natural y paisajístico de La Albufera, así como la importante actividad agrícola que acoge, entre la que destaca por su relevancia la producción de arroz (D.O. Arròs de València, una de las más importantes del país), se han visto gravemente afectados por las terribles riadas e inundaciones que, como consecuencia de la DANA del pasado 29 de octubre, arrasaron la comarca afectando de pleno a la docena de municipios que integran el parque: Alfafar, Sedaví, Massanassa, Catarroja, Albal, Beniparrell, Silla, Sollana, Sueca, Cullera, Albalat de la Ribera y Algemesí.

Foto: Las Tablas de Daimiel figuran entre los aguazales más amenazados de Europa. (EFE/Mariano Cieza Moreno)

Para valorar el impacto ambiental de esta catástrofe climática en La Albufera hablamos con uno de los principales expertos que trabajan en el estudio y conservación de sus ecosistemas, el biólogo Pablo Vera, quien nos señala que uno de los principales problemas ha sido el arrastre masivo de residuos a través de las ramblas y arroyos que forman parte de la cuenca baja del Segura, entre ellos el ya tristemente famoso barranco de Chiva o del Poyo, que desemboca en la laguna de la Albufera.

Los aportes de todo tipo arrastrados por la riada se han ido acumulando por todo el recorrido de las ramblas, rieras y barrancos, pero al llegar a La Albufera se han repartido por las tres áreas principales que forman este espacio natural: la laguna, los marjales (a los arrozales se les continua llamando así porque originariamente formaban este hábitat) y las playas.

placeholder Un extenso manto de cañas cubre la playa de Marianet, en Valencia (EFE/J.J.Guillén)
Un extenso manto de cañas cubre la playa de Marianet, en Valencia (EFE/J.J.Guillén)

A los marjales del sector norte -nos cuenta Pablo- principalmente los que forman parte de los términos de Catarroja y Massanassa, llegaron materiales tanto por el desborde del barranco una vez entra en el parque natural, como a través de las riadas que se formaron en los núcleos urbanos. En estas zonas quedaron los más pesados, como contenedores de basura, electrodomésticos, coches, bidones de gasolina, aceites y productos químicos, botes de pintura, bombonas de butano, neumáticos, fardos de plástico prensado procedentes de una estación de tratamiento de residuos, muebles, puertas, y también otros ligeros como blisters de medicamentos y envases de todo tipo.

De laguna a vertedero

En el lago han aparecido, junto a calderas, neveras, lavadoras y otros electrodomésticos, miles de macetas de plástico (la inundación arrasó un conocido ‘garden center’), productos textiles de todo tipo, material de oficina, mostradores comerciales, restos de equipamiento urbano y toda clase de enseres personales, además de los omnipresentes y peligrosos microplásticos.

De hecho, como denuncia Pablo Vera, el plástico está por todas partes, extendiéndose por una superficie calculada de unos 170.000 m2: tan grande que ha sido captada por las fotografías vía satélite del servicio de vigilancia espacial Copernicus de la UE. Unos satélites que también captaron las espectaculares (y sobrecogedoras) imágenes de la llegada del barro arrastrado por las riadas al humedal para seguir hasta el mar. Todo ello junto a miles de árboles de todos los tamaños y toneladas de cañas, que también fueron arrancadas y arrastradas por las aguas hasta depositarlas en la laguna. Y en las playas, donde se han acumulado para formar un gigantesco tapiz que a día de hoy sigue cubriendo los arenales.

placeholder Imágenes via satélite de La Albufera antes y después de la DANA (Copernicus UE)
Imágenes via satélite de La Albufera antes y después de la DANA (Copernicus UE)

Como explica Pablo Vera en conversación con El Confidencial, las zonas de acumulación de residuos están consideradas como hábitats prioritarios de conservación de acuerdo a la Directiva Hábitats: el lago es uno de los mejores ejemplos del hábitat característico de las lagunas costeras, y la orla afectada corresponde en su mayor parte a turberas calcáreas. Ambos hábitats son los más destacados del parque natural y los que movieron principalmente a la UE a incluir a La Albufera en la Red Natura 2000.

A su vez, estos hábitats son lugares de nidificación y alimentación frecuente de más de veinticinco especies protegidas, recogidas en el Anexo I de la Directiva Aves, entre ellas algunas como garzas, garcetas, fochas, fumareles, porrones y otras tan amenazadas como el aguilucho lagunero, el águila pescadora o el calamón. Por eso es tan preocupante el impacto a la laguna.

Cañas y barro

Otro de los problemas que cabe señalar es el de la acumulación de cañas pues, de no ser retiradas, su descomposición provocará un notable aumento de la materia orgánica, provocando episodios de anoxia que, como ocurrió en el Mar Menor, podría constituir una grave amenaza para la fauna subacuática. A esto se sumará un aporte de gran magnitud de fósforo al lago, que es precisamente el nutriente que desencadena la eutrofia del lago y por tanto puede derivarse un empeoramiento de la calidad ecológica del ecosistema. Por eso es tan importante acometer su retirada de manera urgente, una tarea cuyo coste aproximado ronda los diez millones de euros.

placeholder Fardo de plásticos reciclados arrastrado hasta La Albufera (Pablo Vera)
Fardo de plásticos reciclados arrastrado hasta La Albufera (Pablo Vera)

La presencia de residuos que contienen elementos altamente tóxicos para el ecosistema, como los bidones de aceite industrial, carburantes, pinturas, disolventes y el resto de productos químicos que han sido arrastrados dentro de sus contenedores o, lo que es mucho peor, que se han diluido en las aguas, supone otro grave riesgo para el ecosistema acuático, por ello se va a priorizar su retirada dentro de los planes de ayuda y emergencia. Por suerte la avalancha fue tan grande que la dilución se produjo a unos niveles muy bajos, gracias también a que rápidamente se procedió a facilitar la conexión de la laguna con el mar a través de las compuertas y turbinas que favorecieron su rápido desagüe.

Otro de los residuos más peligrosos para el ecosistema acuático, y los de más difícil cuantificación y retirada del medio, son los medicamentos y pesticidas que se han quedado en los marjales y canales de riego sin llegar al mar. El impacto de este tipo de contaminantes en la vida acuática venía siendo cada vez mayor, ya que La Albufera recibe aguas depuradas cuyos tratamientos no consiguen eliminarlos por completo, y en los últimos años se habían realizado varios estudios sobre su grave impacto en el medio.

A todo ello hay que sumar todos los microplásticos que han entrado en el sistema del humedal y que son imposibles de retirar de una laguna como la de La Albufera, con una extensión de 2.800 hectáreas. Un aspecto realmente preocupante teniendo en cuenta que este tipo de contaminantes, como los metales pesados y el resto de sustancias altamente tóxicas, entran silenciosamente en la cadena trófica y suponen una amenaza que actúa silenciosamente sobre todos los organismos vivos, incluídos por supuesto nosotros.

placeholder Basura acumulada en los arrozales de La Albufera (EFE/K.Försterling)
Basura acumulada en los arrozales de La Albufera (EFE/K.Försterling)

Como se lamenta este experto, pese a estar aún lejos de la recuperación deseable, la situación de La Albufera había mejorado notablemente desde los años 90 gracias a las obras de saneamiento, a los colectores y tanques de tormenta que se instalaron para desviar la llegada de aguas residuales tras las grandes avenidas en episodios de gota fría. Pero la brutalidad de esta DANA nos ha hecho retroceder muchos años, anulando por completo todas las acciones llevadas a cabo para su protección: depuradoras inutilizadas, colectores rotos, alcantarillado colapsado, tanques de tormenta bloqueados por la solidificación del fango acumulado... un desastre.

Rescatar al rescatador

Teníamos a La Albufera enferma, nos comenta, pero recuperándose lentamente. Una recuperación llena de altibajos que ahora se ha visto frenada súbitamente, perdiendo gran parte de la protección frente a la contaminación de la que la habíamos dotado. Por ello resulta tan vital restituir todo su sistema de defensa antes de que llegue un nuevo episodio como el qua cavamos de vivir y que, según dicen los científicos, muy probablemente será incluso peor.

Por último este biólogo dedicado en cuerpo y alma a labores de protección y mejora del humedal valenciano quiere poner en valor el importante servicio ecosistémico que nos ha prestado. La albufera ha demostrado, insiste en destacar, la gran capacidad que tienen los humedales para laminar y amortiguar una inundación.

placeholder Labores de limpieza en La Albufera (EFE/K.Försterling)
Labores de limpieza en La Albufera (EFE/K.Försterling)

Entre los servicios ecosistémicos solemos recordar fácilmente la provisión de alimentos, los aportes a la economía y los efectos para la salud y el descanso del contacto con la naturaleza, su fauna y su flora. Pero el valor intangible de protegernos de catástrofes naturales sólo aparece tras episodios tan graves como el que acabamos de sufrir.

Si el barranco de Chiva no hubiera desbordado dentro del parque natural, colmando las casi tres mil hectáreas del lago, aumentando su nivel de agua en un metro en apenas unas horas, y si no hubiese inundado miles de hectáreas de marjales, la devastación hubiera sido mucho mayor. Se habrían dispara las pérdidas personales y materiales y multiplicado los costes de recuperación. Sin ir más lejos, poblaciones como Pinedo, El Saler o El Palmar habrían quedado anegadas por completo.

La Albufera nos ha ayudado enormemente a reducir el impacto de esta DANA. Nos ha protegido de unas consecuencias que habrían sido mucho más graves. Ella nos ha cuidado. Por eso es el momento de devolverle el favor: de cuidar de ella y ayudarle a recuperarse. Y no solo del impacto sufrido tras la DANA, sino del mal estado en el que estaba anteriormente. Tanto su suerte como la nuestra nos van en ello.

Situada en la comarca de l’Horta Sud, a tan solo diez kilómetros de la ciudad de Valencia, La Albufera es uno de los humedales más importantes del sur de Europa. Declarado parque natural (con más de veintiún mil hectáreas), este singular aguazal forma parte de la lista internacional de humedales de importancia (RAMSAR) y está integrado en la Red Natura 2000 que protege los espacios naturales más relevantes de la Unión Europea. Cada año recibe la visita de miles de amantes de la naturaleza y aficionados a la ornitología para disfrutar de la rica biodiversidad que alberga y de sus inigualables atardeceres.

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