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"Abuelo, ¿cómo eran las ranas?": por qué nos estamos quedando sin anfibios en España
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"Abuelo, ¿cómo eran las ranas?": por qué nos estamos quedando sin anfibios en España

La sequía y el aumento de las temperaturas están provocando el desplome de las especies vinculadas al medio acuático. El caso de los batracios es especialmente alarmante

Foto: Una pareja de rana común en un estanque (EFE/R.Wittek)
Una pareja de rana común en un estanque (EFE/R.Wittek)

Para muchos puede resultar un sonido molesto, incluso irritante. Para otros en cambio el croar de las ranas forma parte de la banda sonora de nuestras primaveras en el campo. Un son que nos acompañaba en los paseos de atardecer por los aguazales, a orillas del río o junto a las charcas. Sin embargo cada vez resulta menos común escuchar el canto de los batracios. Y ese silencio de ranas y sapos está directamente vinculado, según los científicos, al aumento de las temperaturas y a la severidad y la persistencia de las sequías como consecuencia del cambio climático.

Foto: Ranita de San Antón (Íñigo Martínez Solano)

Los científicos denominan bioindicadores a aquellas especies de animales y plantas que, con su descenso poblacional, su aparición en el entorno o sus cambios de conducta, marcan una alteración de las condiciones medioambientales en el ecosistema que habitan. En el caso del cambio climático estos marcadores biológicos se convierten en los mejores testimonios de las graves consecuencias que está teniendo para la biodiversidad del planeta, y el retroceso que están experimentando las poblaciones de anfibios sería una clara muestra de ello.

Descenso acelerado

Según destaca la organización conservacionista WWF en la última edición de su informe anual Índice Planeta Vivo, con el que nos ofrece el ‘minuto y resultado’ de la conservación de la biodiversidad a escala planetaria, las poblaciones de agua dulce son las que están sufriendo un mayor descenso en los últimos años, con una caída que alcanza el 83 % en el caso de los anfibios. Algo que en nuestro país podría estar ocurriendo incluso de manera mucho más acelerada y lejos de la atención mediática.

placeholder Ejemplar de ranita de San Antón (Hyla arborea) Foto: Jose Luis Gallego
Ejemplar de ranita de San Antón (Hyla arborea) Foto: Jose Luis Gallego

Mientras la mayoría de las aproximaciones al problema de la sequía hacen referencia a sus consecuencias socioeconómicas, al impacto en la agricultura o al riesgo para garantizar el abastecimiento urbano de agua potable en las zonas más afectadas, son muy pocas las crónicas que advierten de los grandes cambios que está provocando este fenómeno en nuestros espacios naturales, así como de las graves consecuencias que está teniendo para los ecosistemas silvestres y la biodiversidad que albergan.

Buscando respuestas

Un reciente estudi,o llevado a cabo de manera conjunta por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Asociación Herpetológica Española (AHE), demuestra que los brotes víricos que están diezmando las poblaciones de ranas y sapos en España en los últimos años, como los detectados en algunos parques nacionales, como el de Ordesa y Monte Perdido o el de la Sierra de Guadarrama, se deben al rápido aumento que están experimentando las temperaturas medias en nuestro país debido a la crisis climática.

placeholder Las poblaciones de ranas y sapos retroceden en todo el mundo. (EFE Zipi)
Las poblaciones de ranas y sapos retroceden en todo el mundo. (EFE Zipi)

“Desde el CSIC y la AHE llevamos más de dos décadas estudiando el impacto de las enfermedades emergentes en las poblaciones de anfibios, en especial desde que nos topamos con el primer brote de mortalidad en Europa provocado por la llegada de un hongo asiático que está causando la extinción de centenares de especies en todo el mundo”, explica Jaime Bosch, investigador del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad del CSIC (IMIB-CSIC).

Cuando el clima mata

Sin embargo, el estudio ha determinado que la alta mortandad de anfibios en nuestro país se debe en realidad al aumento de contagios por una enfermedad endémica no provocada por este virus invasor, sino directamente vinculada al calentamiento global del planeta. “Nuestro estudio demuestra que, al contrario de lo que se creía, sería el aumento de las temperaturas asociadas al cambio climático el verdadero responsable de los brotes de esta enfermedad” concreta Barbora Thumsová, investigadora del mismo centro en la Universidad de Oviedo.

Foto: La crisis climática afecta a todas las especies del planeta (EFE)

Como demuestran tanto este estudio como otros trabajos de investigación similares llevados a cabo en los últimos años, en nuestro país las poblaciones de ranas y sapos, así como las del resto de anfibios, se encuentran en estos momentos al límite de su capacidad para adaptarse a la crisis climática, por lo que, al ritmo al que están subiendo las temperaturas, se prevé un aumento en la extinción de estas especies. Así, el inconfundible sonido de las ranas, sapos y sapillos en las noches de estío, podría convertirse pronto en un triste recuerdo: el último vestigio de una naturaleza que estamos cambiando de manera cada vez más profunda y acelerada con nuestro insostenible modelo de desarrollo.

Para muchos puede resultar un sonido molesto, incluso irritante. Para otros en cambio el croar de las ranas forma parte de la banda sonora de nuestras primaveras en el campo. Un son que nos acompañaba en los paseos de atardecer por los aguazales, a orillas del río o junto a las charcas. Sin embargo cada vez resulta menos común escuchar el canto de los batracios. Y ese silencio de ranas y sapos está directamente vinculado, según los científicos, al aumento de las temperaturas y a la severidad y la persistencia de las sequías como consecuencia del cambio climático.

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