Los lagos y acuíferos propuestos para su protección: no se podrá extraer agua de ellos

Las confederaciones hidrográficas españolas han identificado 19 lagos y 22 manantiales que deben ser protegidos con la figura de reserva hidrológica. Es la primera vez que se incluyen lagos y acuíferos en el Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas.

Entre los lagos propuestos para su inclusión en el catálogo se encuentran el lago Enol (Asturias); lago de Sanabria y laguna de Gredos (Castilla y León); laguna de Urbión (La Rioja); laguna Grande de Peñalara (Madrid); Doñana, Marismillas y laguna de Sierra Nevada (Andalucía); Ibón de Cregüeña (Aragón), y Estany Negre (Cataluña). Las nuevas reservas lacustres suman una superficie total de 14,34 km².

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El motivo de las reservas hidrológicas es su protección ambiental. Las confederaciones hidrográficas están revisando los planes hidrológicos para el tercer ciclo de planificación (2022-2027) y, fruto de estos trabajos, han identificado una serie de tramos fluviales, lagos y aguas subterráneas cuyas características los hacen meritorios para ser catalogados como reservas hidrológicas.

Se trata de la primera vez que se propone incluir manantiales y aguas subterráneas para su protección ambiental. Entre las 22 reservas naturales subterráneas se encuentran el manantial río Gándara (Cantabria); surgencia de L’Aguañaz, en el Complejo Kárstico de Mazuco (Asturias); nacimientos de los ríos Castril, Aguas Blancas y Padules, Añales y Cebollón, Huéznar y Fardes (Andalucía); nacimiento del Vinalopó (Comunidad Valenciana) y Arteta (Navarra). En total, la superficie protegida sería de 931,04 km². En estos acuíferos no se podrá extraer agua ni realizar ninguna actividad.

Rafael Seiz, técnico del Programa de Aguas de WWF, destaca que la declaración de estos espacios “es un avance, porque es una figura de protección que asegura que mantengamos algunos ecosistemas que están inalterados”. “Es un esfuerzo muy bueno el que están haciendo las confederaciones hidrográficas, porque no es solo proponerlas, sino que les obliga a hacer un seguimiento de los valores naturales de esas zonas inalteradas”, advierte.

Al incluir estas nuevas reservas, Seiz explica que, “en muchos casos, estas zonas pueden servir de ejemplo para definir las condiciones de referencia a las que queremos aspirar y cuando, por ejemplo, queremos recuperar un río y tenemos una zona con las características naturales, nos va a permitir saber cómo es esa imagen a la que queremos llegar con nuestras acciones”. “Eso permitirá que los planes hidrológicos tengan objetivos realistas y ajustados a lo que necesitamos para recuperar los ecosistemas degradados”, añade.

El Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas cuenta con 222 reservas naturales fluviales

Las confederaciones hidrográficas han propuesto incluir 26 nuevas reservas en ríos y dos ampliaciones, entre las que destacan el río Xares (Galicia); río Ancares, río Alagón y río Alberche (Castilla y León); río Narcea (Asturias); río Lozoya y arroyo de Canencia (Madrid); ríos Sorbe y Robledillo (Castilla-La Mancha); río Génova (Extremadura); río Cuzna (Andalucía), y río Palancia (Comunidad Valenciana). En total, se van a proteger 515,61 kilómetros fluviales más.

Con las nuevas declaraciones de lagos, ríos y acuíferos subterráneos, el Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas contaría con 289 espacios, de los cuales 248 son ríos, con una longitud total de 3.845,75 km protegidos. La propuesta está en fase de tramitación y esta semana terminó el plazo de consulta pública.

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Esta figura de protección se creó en la Ley del Plan Hidrológico Nacional de 2001, inspirada en la Directiva Marco del Agua, con el objetivo de “preservar sin alteraciones aquellos tramos de ríos con escasa o nula intervención humana” y mantenerlos naturales y sin afección humana. Estos lagos, ríos y acuíferos naturales son lugares idóneos para estudiar las afecciones por el cambio climático y determinar las alteraciones de las reservas de agua.

El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico trabaja en la implantación de una red de seguimiento del cambio climático en cada uno de los tres tipos de reservas hidrológicas, en que se llevarán a cabo análisis para evaluar los cambios en variables meteorológicas, hidrológicas, hidrogeológicas, morfológicas o de vegetación de ribera, entre otras.