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Andalucía, ¿la gran fuente de carbono azul en España?
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Andalucía, ¿la gran fuente de carbono azul en España?

Los ecosistemas marinos son uno de los mayores sumideros de CO2 de los que disponemos y, a pesar de esto, muchos de ellos están amenazados en España. Pero la Junta de Andalucía y el CSIC están poniendo en marcha proyectos para recuperarlos

Foto: En Cabo de Gata, Almería, las praderas de posidonia están amenazadas. (EFE/C.Barba)
En Cabo de Gata, Almería, las praderas de posidonia están amenazadas. (EFE/C.Barba)

Manglares, marismas y praderas marinas son los principales ecosistemas que actúan como auténticos sumideros de carbono azul. Un valor casi ignorado hasta la fecha, pero que cada vez coge más fuerza en medios y planes gubernamentales contra el cambio climático.

Para los que lo desconozcan, se trata del carbono capturado y mantenido a buen recaudo durante largo tiempo por los organismos que viven en los océanos y, aunque la cantidad de estos cuerpos es bastante inferior a la de los organismos responsables de la producción del carbono verde, se estima que los primeros absorben anualmente casi la misma cantidad de carbono que los terrestres. En cifras, la media global de retención de este CO₂ de las marismas es de aproximadamente, de 8 toneladas al año, una cifra a la que le siguen los manglares, con una retención de 6,3 toneladas de CO₂ anuales, y las praderas marinas, con 4,4 toneladas.

"En Cabo de Gata se van a proteger las praderas de posidonia evitando que las embarcaciones de recreo arranquen las praderas al levar anclas"

En términos generales, estos ecosistemas pueden secuestrar entre tres y cinco veces más de dióxido de carbono que los bosques tropicales, además de mantenerlo bajo el agua durante 10 veces más tiempo. Así, queda claro que resulta un mecanismo indispensable para reducir el impacto medioambiental del planeta.

Pero, ¿dónde se encuentran estas fuentes de carbono azul? En Andalucía, las praderas de posidonia oceánica secuestran cada año unas 30.000 toneladas de CO₂. Esta región autonómica posee 24.000 hectáreas de marismas de marea entre la Bahía de Cádiz y las Marismas del Odiel (Huelva), que se suman a las más de 7.000 hectáreas de praderas de posidonia oceánica y otras fanerógamas, muchas de ellas concentradas en el Parque Natural Cabo de Gata, Almería. ¿Es entonces en Andalucía donde encontramos las grandes fuentes de carbono azul de nuestro país?

placeholder La Posidonia oceánica es capaz de absorber parte del CO2 que emiten los países del Mediterráneo.
La Posidonia oceánica es capaz de absorber parte del CO2 que emiten los países del Mediterráneo.

“Andalucía es esencial en la conservación de las praderas de posidonia. Debemos tener en cuenta que la principal planta que retiene carbono azul es posidonia oceánica, una planta marina que crece bajo el agua, y que solo existe en el mediterráneo. Con diferencia, las más abundantes están en las islas baleares, seguidas de la comunidad valenciana y Andalucía. Esta última, junto a baleares, es la zona que ha tenido más mimo y consciencia sobre el tema y se ha convertido incluso en promotora de la defensa de estos ecosistemas”, relata a Planeta A Miguel Angel Mateo, director del Grupo de Ecología de Macrófitos Acuáticos (GEMA) del CSIC.

Foto: Nódulos polimetálicos en el lecho oceánico.


Y es que esta región ya ha hecho importantes movimientos legales en torno a este tema. En 2019, la Junta de Andalucía aprobó la primera de Ley de Cambio Climático, donde incluía un sistema propio de compensación de emisiones (Sistema Andaluz de Compensación de Emisiones, SACE). A través del mismo, los empresarios ya pueden analizar cuánta cantidad de CO₂ producen y poner en marcha sus planes de compensación.

Life Blue Natura

Precisamente en Andalucía se ha llevado a cabo el proyecto Life Blue Natura, una investigación enmarcada dentro del programa LIFE Medio Ambiente y Acción por el Clima de la Comisión Europea, dedicado a la financiación de proyectos de actuación para la protección del medio ambiente y la lucha contra el cambio climático. El proyecto, que comenzó en 2015 y acaba de finalizar, ha sido liderado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), la Junta de Andalucía y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El equipo de Miguel Angel Mateo ha participado en el mismo, persiguiendo tres objetivos clave: “primero, refinar y completar la cartografía de carbono azul en Andalucía, el segundo era cuantificar cuánto carbono hay enterrado en los suelos de las praderas marinas y las marismas andaluzas y el tercero, una vez conocida la cantidad de carbono azul que existe, elaborar las herramientas para se pueda vehiculizar a los mercados de carbono”.

placeholder Marismas de Cádiz, en proceso de rehabilitación. (EFE/José Manuel Vidal)
Marismas de Cádiz, en proceso de rehabilitación. (EFE/José Manuel Vidal)

Este último ha sido uno de los más ambiciosos. A través de este proyecto, se ha desarrollado un estándar de carbono azul que permite certificar créditos de carbono azul provenientes de proyectos para la conservación y restauración de estos ecosistemas. Es decir, se establece un mercado voluntario de emisiones de carbono azul que permitirá a los empresarios compensar el impacto medioambiental de sus empresas. Pero, ¿cómo?

Foto: Uno de los fundadores de Greenpeace, Rémi Parmentier. (EFE)

“Para proporcionar estas herramientas a los empresarios hemos hecho dos ejemplos completos de cómo realizar un proyecto de compensación de carbono. Ya se están implementando y de hecho, ya hay empresas que nos han comprado estos proyectos. Uno es en la Bahía de Cádiz, donde encontramos zonas de marismas desecadas que se van a rehidratar restableciendo el flujo de las mareas, y otro es en Cabo de Gata, donde se van a proteger las praderas de posidonia evitando que las embarcaciones de recreo vayan allí, tiren las anclas y al subirlas, arranquen las praderas”, relata Mateo a Planeta A.

La actuación, que cuenta con un presupuesto de más de 700.000 euros y una permanencia en el tiempo de 50 años, se llevará a cabo sobre un total de 376 hectáreas y supondrá la captura de más de 107.000 toneladas de dióxido de carbono.

El carbono azul no es infinito

Se ha constatado que perdemos entre un 2% y un 7% de praderas marinas cada año. Tras conocer la clara importancia que tiene el carbono azul en el medio ambiente, se vuelve imprescindible conocer cuáles son las actividades que lo atentan. “Una de las grandes causas que hace perder miles de hectáreas de praderas de posidonia es la contaminación. A otra escala, también nos encontramos con la deficiencia de la depuración de las aguas residuales.

Va llegando un exceso de nutrientes al fondo del océano, lo que provoca que las praderas que antaño podían crecer a 50 metros hayan muerto por asfixia lumínica”, nos apunta Miguel Angel Mateo. Sin olvidar las zonas superficiales, donde se produce una “destrucción mecánica por el uso de las anclas por parte de las embarcaciones de recreo”.

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Praderas marinas, uno de los mayores sumideros de carbono

La falta de educación y concienciación respecto a este tema también tiene mucho que ver con la degradación de los ecosistemas. “SI hablamos de marismas, la principal causa de destrucción es el cambio en los usos de los suelos, que han pasado a utilizarse para construir hoteles o incluso para zonas industriales. Pero es que hasta hace muy poco no se conocía el valor de estos ecosistemas, se creía incluso que eran fuente de mosquitos o enfermedades, ahora hay que destacar que resultan ser uno de los grandísimos valores naturales de nuestro país”.

Y aquí es donde el papel de las empresas resulta esencial: deben participar en los pioneros mercados de carbono azul. No solo para compensar sus emisiones, sino para mitigarlas, tal y como explica Mar Otero, coordinadora del programa de biodiversidad marina y economía azul del IUCN : “Las empresas están abriendo los ojos y les está pareciendo interesante. Se les manda un mensaje fuerte de que primero tienen que mitigar y ya luego compensar lo que no han podido mitigar anteriormente. Además de darles a conocer el mundo marino, porque hasta el momento nadie se había parado a pensar en su conservación”.

Retos futuros

Como suele pasar con cualquier gran investigación tras la publicación de sus resultados, el reto actual es la demostración, por parte de las organizaciones gubernamentales y organismos de poder, de su capacidad para poner en práctica lo aprendido. Mar Otero tiene claro que Life Blue Natura ha colocado sobre la mesa “los datos básicos para que otros también implementen proyectos de carbono azul con mecanismos de compensación”.

Foto: Los ecosistemas submarinos retienen una alta proporción de CO₂. (EFE)

A pesar de que hace falta mucha más divulgación y concienciación sobre el tema, “el contexto de los ecosistemas de carbono azul ha evolucionado bastante en la actualidad, y eso se puede ver reflejado en los fondos de financiación de las comunidades autónomas, donde se menciona mucho más a estos sumideros”, apunta Mar.

Pero el desafío más ambicioso es, según Mateo, “elevar toda la filosofía de Life Blue Natura a toda la Unión Europea”, lo que ya ha comenzado a dar sus frutos. “Actualmente hay otros países como Francia, que están haciendo proyectos similares. El proyecto italiano Sea Forest Life también se encuentra bastante avanzado y combina lo que hemos hecho nosotros con otros aspectos de conservación, como el de instalar boyas en el océano”.

Manglares, marismas y praderas marinas son los principales ecosistemas que actúan como auténticos sumideros de carbono azul. Un valor casi ignorado hasta la fecha, pero que cada vez coge más fuerza en medios y planes gubernamentales contra el cambio climático.

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