Ofrecido por

Día Mundial del Saneamiento 2021

Biofactorías o

cómo aplicar la

economía circular

al tratamiento de

aguas residuales

Este tipo de plantas son depuradoras que se caracterizan por reutilizar el agua y reaprovechar los residuos urbanos, agrícolas e industriales para producir energía, biogás y biocombustible

Por EC Brands

La importancia de una gestión sostenible del agua está recogida en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 6. Con ello, la ONU pretende llamar la atención de los países occidentales en el problema que supone su acceso en numerosas zonas del planeta, pero también en cómo se deben tratar las aguas residuales y en la necesidad de generalizar el saneamiento para todos los habitantes del planeta. Y es que, aunque resulte difícil de creer, lo cierto es que cerca de la mitad de la población mundial no tienen acceso a instalaciones asépticas y seguras, y casi 500 millones ni siquiera tienen retrete, según indica el informe ‘Joint Monitoring Programme for Water Supply, Sanitation and Hygiene’, elaborado por la Organización Mundial de la Salud y UNICEF en 2020.

Al menos 2.000 millones de personas utilizan una fuente de agua potable contaminada con heces y más de 700 niños menores de cinco años mueren al día de diarrea por este motivo

Para concienciar sobre esta situación, se fundó hace dos décadas la Organización Mundial del Inodoro —WTO, por sus siglas en inglés: ‘World Toilet Organization’— que celebra cada 19 de noviembre el Día Mundial del Saneamiento. En esta ocasión, la fecha conmemorativa utiliza el eslogan, ‘¿A quién le importan los retretes?’, para remarcar aspectos como que al menos 2.000 millones de personas utilizan una fuente de agua potable contaminada con heces o que, cada día, más de 700 niños menores de cinco años mueren de diarrea por este motivo. Sin embargo, no se trata únicamente de extender el uso del inodoro, sino que la WTO advierte que es urgente invertir en la cadena de higiene, “desde los retretes hasta el transporte, recolección y tratamiento de desechos humanos”, señalan fuentes de la organización.

Planta de Santiago
Biofactoría La Farfana, en Chile, que recibió el premio de Naciones Unidas a la mejor innovación mundial para hacer frente al cambio climático.

Precisamente, la gestión de las aguas residuales es otro de los caballos de batalla. El último informe sobre el estado de ejecución de la Directiva de la Unión Europea sobre este tema advierte de que “los avances para cumplir la normativa no han sido uniformes y en algunos Estados miembros se precisa una mejor planificación y una mayor financiación de la infraestructura”, según recalcó tras su publicación Virginijus Sinkevičius, comisario europeo de Medio Ambiente, Océanos y Pesca.

España es uno de los países que debe mejorar en esta materia. De hecho, nuestro país se enfrenta a una sanción por incumplir las directrices en lo que a depuración de aguas se refiere. La multa asciende a más de 50 millones de euros y continuará incrementándose hasta que se solucione la problemática.

España se enfrenta a una sanción por incumplir las directrices europeas relacionadas con la depuración y tratamiento de las aguas residuales urbanas. La multa asciende a 50 millones de euros

Para Abraham Esteve, investigador principal del grupo Bioe de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) y del Imdea Agua de la Comunidad de Madrid, la solución pasaría por “aumentar la inversión, lo que serviría para lograr mejores instalaciones, más sostenibles, que tengan una menor huella de carbono y todo ello se traduzca en una mejor calidad de agua vertida al medio ambiente”. En una línea similar se manifiesta la OCDE, organización que ha detectado que existe un escenario claro de déficit de inversión. Concretamente, la cifra deseable ascendería a 36 euros por habitante y año, mientras que este dato se sitúa todavía en nuestro país en tan solo 14 euros, según datos manejados por la organización.

Biofactorías: la circularidad del agua residual

Desde el punto de vista del profesor Esteve, “se debe sensibilizar a la opinión pública de la necesidad de costear el tratamiento del residuo que generamos en nuestro día a día y apostar por las tecnologías innovadoras”. Precisamente, las llamadas biofactorías, impulsadas por el grupo Agbar, forman parte de las soluciones sostenibles y punteras que apuntan tanto expertos, como la propia Unión Europea. Este tipo de plantas procesadoras se caracterizan por reutilizar el agua y los materiales de desecho de los usos urbanos, agrícolas e industriales del agua para producir energía, biogás y biocombustibles.

A diferencia de las tradicionales estaciones depuradoras, las biofactorías ponen en valor los desechos generados en el proceso y tienen un balance energético cero, ya que se autoabastecen con su propia energía. “En el contexto del saneamiento, se pueden considerar como centros de generación de recursos con un valor añadido porque no buscan destruir los mal llamados contaminantes, sino aprovechar todos los recursos presentes en nuestros residuos urbanos”, explica el investigador de la UAH y el Imdea Agua.

Planta de Granada
Panorámica de la biofactoría Sur de Granada.

La revolución que supuso la aparición de las biofactorías consiguió el premio Naciones Unidas a la mejor innovación mundial de cambio climático en 2018, gracias a la iniciativa de Aguas Andinas, empresa chilena del grupo Agbar, pionera en aplicar la economía circular. En España, el modelo se aplica actualmente en algunas plantas, considerándose como ejemplos de referencia las instalaciones de Sur de Granada y Baix Llobregat de Barcelona, gestionadas de forma conjunta por la compañía de aguas y las diferentes empresas públicas de saneamiento. La primera de ellas ha conseguido reutilizar prácticamente el cien por cien del agua depurada para el riego de cultivos leñosos. En esta planta gestionada por Emasagra, empresa municipal de abastecimiento y saneamiento de Granada, casi la totalidad de los lodos, arenas y grasas ya se valorizan como abono en agricultura o jardinería y se alcanza la autosuficiencia energética durante algunos meses del año.

En la biofactoría del Sur de Granada casi la totalidad de los lodos, arenas y grasas se usan como abono en agricultura o jardinería y se alcanza la autosuficiencia energética durante algunos meses del año

Respecto a la biofactoría del Baix Llobregat gestionada por Aigües de Barcelona, su capacidad de producción de agua regenerada para distintos usos es de más de 100.000 millones de litros al año —cantidad para llenar más de 36.000 piscinas olímpicas— y se emplea para numerosos usos. Además, el proceso ha alcanzado altos índices de calidad, hasta el punto de que se infiltra en el acuífero del Llobregat para hacer frente a episodios de intrusión salina. Un modelo que, quizá, sea el predominante dentro de algunos años.

En definitiva, desde el grupo gestor de aguas inciden en que “es necesario invertir, con la base de la colaboración público-privada, de manera sostenida en las instalaciones de saneamiento, para atender las directivas de tratamiento y para lograr infraestructuras de saneamiento más resilientes ante los impactos del cambio climático”.