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Día Internacional del Libro: tres grandes obras recomendadas para amantes de la naturaleza
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Día Internacional del Libro: tres grandes obras recomendadas para amantes de la naturaleza

London, Durrell y Heyerdhal. Tres nombres que saben a nieve, a bosque y a mar. Tres libros para disfrutar de la naturaleza y la vida salvaje: cuidado porque son altamente contagiosos

Foto: Los libros también permiten disfrutar de la naturaleza. (A.Geneyn/Unsplash)
Los libros también permiten disfrutar de la naturaleza. (A.Geneyn/Unsplash)

Ninguno de ellos va a ser el más vendido de este Sant Jordi, Día Internacional del Libro. Ninguno se anuncia como "el libro del siglo" de este año. Su autor no es de los que salen por la tele (y que hoy lo van a petar) ni se lo van a encontrar firmando ejemplares en las carpas de la calle. Como todos los grandes tesoros de la literatura, estos libros están al fondo de la librería, donde acampan los maestros. Pero créanme, si a él o a ella le gusta la naturaleza, con cualquiera de estos títulos van a triunfar. Podría recomendarles treinta, pero casi mejor dejarlo en tres.

Decía Gerald Durrell, probablemente el escritor de naturaleza que ha cautivado a más lectores en todo el mundo, que los seres humanos "somos, desde que nacemos, exploradores de un mundo complejo y fascinante". En mi caso, como el de muchos, ese asombro por el planeta incluye las librerías y los libros.

Foto: Hay que educar a los niños en el amor a la naturaleza (Unsplash @jule42)

Como muchos naturalistas que nacimos en una gran ciudad, mis primeros viajes de descubrimiento alrededor del planeta fueron de papel, sin salir de mi cuarto: amarrado a un libro. Desde sus páginas subí montañas, descendí a las profundidades del mar, me adentré en las junglas, crucé desiertos, descubrí paraísos naturales y conocí animales fascinantes. Y fue así, leyéndolo, como me enamoré perdidamente de nuestro planeta.

Atravesando el gran azul en una balsa

Recuerdo nítidamente mi primera travesía literaria rumbo a lo desconocido. Fue a bordo de uno de los libros que me iban a cambiar la vida: La expedición de la Kon-Tiki del aventurero noruego Thor Heyerdhal. Publicado en la famosa colección de Editorial Juventud junto a otros títulos del autor, como Fatu-Hiva y Aku-Aku; el secreto de la isla de Pascua, su lectura marcó a toda una generación de jóvenes e inexpertos amantes de la naturaleza que vivimos la más apasionante aventura desde sus páginas, sujetos al cabezal de la cama, empapados de agua salada, descubriendo todo tipo de criaturas marinas. Aquel libro de tapa dura, lomo amarillo y papel áspero fue para mí un viaje iniciático.

placeholder Imagen de archivo de la balsa 'Kon-Tiki' tras llegar a Oslo en 1947. (EFE/Scanfix)
Imagen de archivo de la balsa 'Kon-Tiki' tras llegar a Oslo en 1947. (EFE/Scanfix)

En el caso de La expedición de la Kon-Tiki su autor nos detalla cómo preparó el proyecto, consiguió la financiación y llevo a cabo la famosa travesía para atravesar el Pacífico, desde las costas del Perú hasta los archipiélagos de Polinesia, a bordo de una balsa de troncos amarrados con cuerdas de cáñamo, con media docena de hombres y un loro. Su objetivo era demostrar que los primeros pobladores de las islas del Pacífico fueron indígenas americanos preincaicos y que estos cruzaron el océano en embarcaciones de troncos como la que él capitaneó, y a la que llamó Kon-Tiki en honor al mismo dios solar que adoraban incas y polinesios.

El éxito de aquella expedición (realizada en 1947) supuso la confirmación de esta teoría. La narración de aquella hazaña se convirtió, además de un apasionante relato de aventuras, en una auténtica crónica de la naturaleza marina cargada de sobresaltos. Publicado en 1948 y traducido a más de 70 idiomas, se han vendido millones de ejemplares, y sigue siendo uno de los libros de aventuras más leídos del mundo

Páginas heladas

Sin dejar el ámbito de los libros de aventuras, otro grande de la literatura de naturaleza es Jack London. El célebre autor estadounidense afirmaba que "lo fundamental en el ser humano es aprender a convivir con su entorno, y no tan solo existir". Reconocido como uno de los mayores escritores de todos los tiempos, sus crónicas de la vida en el Gran Norte son un canto a la vida salvaje, al amor a los animales, y sobre todo una sentida llamada a respetar la naturaleza. De él aprendí que cada montaña es un lugar sagrado y cada planta, cada animal, un ser respetable, y que una de nuestras mayores satisfacciones debe ser sentirnos parte de la trama de la vida para disfrutar de la inmensa fortuna de habitar la Tierra en compañía del resto de seres vivos que moran en ella.

placeholder Los paisajes helados del Yukón inspiraron a Jack London. (Reuters/N.Howard)
Los paisajes helados del Yukón inspiraron a Jack London. (Reuters/N.Howard)

Sus libros más célebres son Colmillo Blanco o La llamada de lo salvaje. Sin embargo, mi favorito, y el que me permito recomendarles, es su breve, intenso e inolvidable relato Encender una hoguera. Nunca he pasado más frío que cuando lo leí: de principio a fin y en una sola noche. Acompañando a aquel hombre y su perro mientras se adentraban en un bosque helado, a sesenta grados bajo cero, llegué a notar también como se entumecían mis manos y me rechinaban los dientes. Todo ello mientras caía la noche y, rodeados de una naturaleza virgen convertida en un auténtico congelador, me iba hundiendo bajo las mantas implorando que aquel hombre encendiera de una vez por todas la maldita hoguera.

Naturaleza griega y humor inglés

Y para acabar, aunque he empezado citándolo, un autor que tanto para mí como para buena parte de la gente con la que comparto sendero, mochila y prismáticos, ha sido, es y será el mejor escritor de naturaleza de todos los tiempos: el gran naturalista y divulgador ambiental Gerald Durrell.

El bueno de Gerald estuvo durante años sombreado por la gran talla que adquirió como escritor su hermano Lawrence, el autor de la famosa tetralogía El cuarteto de Alejandría. Sin embargo, a pesar de la grandeza literaria de Lawrence, al que muchos han llegado a comparar con Proust y Faulkner, para aquellos que le seguimos hasta el final (murió en 1995 en su amada isla de Jersey), a quienes Gerald nos enseñó a disfrutar de la naturaleza por igual, ya sea ante un nido de tijeretas del jardín o una manada de elefantes cruzando la estepa masai, él será siempre el bueno de los Durrell.

placeholder La isla girega de Corfú. (EFE/AMH Península de Erimitis)
La isla girega de Corfú. (EFE/AMH Península de Erimitis)

Su aclamada trilogía de Corfu, encabezada por Mi familia y otros animales y seguida de Bichos y demás parientes y El jardín de los dioses conforma una de las grandes obras maestras de la literatura, no solo de la de naturaleza, sino de la universal.

Creo que nunca me he reído tanto con un libro como con Mi familia y otros animales (el que he comprado y regalado más veces en mi vida) donde Gerald nos relata sus aventuras como niño rapaz, curioso e indómito, por la bellísima isla griega de Corfú. Mientras seguimos las andanzas de este niño inglés exiliado al paraíso, liberado de ir a la escuela, sin camisa, comiendo higos y granadas del campo y bebiendo el agua mineral de los arroyos, vamos descubriendo los secretos de una naturaleza fascinante y con la que en algunos casos decide compartir hogar: desde mantis a mochuelos, desde arañas a tortugas. Todo ello combinado con las delirantes situaciones en las que se ve envuelta su familia (su madre y sus hermanos Leslie, Larry y Margo) y con la filosofía rural de uno de los personajes más carismáticos del libro: el gran Spiro.

Foto: Foto: Unsplash/@lucabravo Opinión
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Con el paso del tiempo, Mi familia y otros animales se ha convertido en una de las obras más traducidas de la literatura moderna en lengua inglesa, incluso ha servido de argumento para una famosa serie de televisión: Los Durrell. Pero además de eso, es también uno de los mejores y más amenos libros de divulgación ambiental. Un auténtico manual de etología cuya lectura ha fomentado la vocación naturalista de miles de jóvenes en todo el mundo, como quien esto escribe. Y una declaración de amor al planeta y al resto de seres vivos con los que compartimos existencia, ya sean próximos o lejanos. Como la que se recoge en las otras dos lecturas reseñadas, y muchas otras que quizá aparezcan en los comentarios.

Ninguno de ellos va a ser el más vendido de este Sant Jordi, Día Internacional del Libro. Ninguno se anuncia como "el libro del siglo" de este año. Su autor no es de los que salen por la tele (y que hoy lo van a petar) ni se lo van a encontrar firmando ejemplares en las carpas de la calle. Como todos los grandes tesoros de la literatura, estos libros están al fondo de la librería, donde acampan los maestros. Pero créanme, si a él o a ella le gusta la naturaleza, con cualquiera de estos títulos van a triunfar. Podría recomendarles treinta, pero casi mejor dejarlo en tres.

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