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María Malaxechevarría (Endesa): "En España, la transición basada en renovables es urgente, inevitable y deseable"
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María Malaxechevarría (Endesa): "En España, la transición basada en renovables es urgente, inevitable y deseable"

El despliegue de las renovables sigue generando todo un debate con algunos movimientos en contra. La directora de Sostenibilidad de Endesa nos da su valoración y nos cuenta cómo están llevando a cabo estos proyectos

Foto:  María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa. (Fuente: cedida)
María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa. (Fuente: cedida)

El despliegue de las energías renovables no es nada nuevo. No obstante, tras varios años avanzando en este camino, la crisis climática y la invasión de Ucrania han puesto de manifiesto la necesidad de elevar la ambición y el ritmo de este proceso y han hecho que muchos países quieran pisar el acelerador para fomentar la independencia energética.

El PNIEC 2021-2030 (Plan Nacional Integrado de Energía y Clima) es la hoja de ruta del Gobierno: para la próxima década, nuestro país espera reducir las emisiones en un 23% respecto a 1999, tener un 42% de renovables sobre el uso final de la energía y un 74% sobre la generación eléctrica, así como mejorar en un 39,5% su eficiencia energética. Pero el despliegue de las renovables viene acompañado de un debate: ¿se está llevando a cabo de manera adecuada? Con las elecciones a la vuelta de la esquina, algunos movimientos abanderados por partidos políticos se están posicionando en contra de estos parques de renovables, acusándolos de impactar de forma negativa en el entorno y en la actividad tradicional de sus habitantes.

Para abordar este asunto, hablamos con María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa, que nos da su valoración al respecto y nos cuenta cómo están llevando a cabo estos proyectos de la mano de estos territorios para generar un impacto positivo y cambiar su percepción.

PREGUNTA. Llevamos dos años de crisis energética sin precedentes en los que estamos viviendo varias crisis superpuestas: la climática y la guerra de Ucrania. ¿Qué hemos aprendido?

​RESPUESTA. El cambio climático es un reto existencial nos obliga a reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Por otro lado, el conflicto geopolítico en el que nos encontramos demuestra que Europa todavía tiene una gran vulnerabilidad energética, por eso es urgente que materialicemos esa transición y avancemos hacia las energías renovables, porque es la única forma de garantizar un suministro adecuado del servicio eléctrico. La descarbonización basada de energías renovables es urgente e inevitable, y, también, deseable: es la forma de tener energía limpia, barata y estable sin los vaivenes y limitaciones de los combustibles fósiles.

P. ¿Es la electrificación el camino para contrarrestar los gases de efecto invernadero, o no es suficiente?

R. La electrificación es un paso muy importante, pero no es suficiente. La transición hacia las energías renovables impulsada por la electrificación de ciertos sectores altamente contaminantes es capaz de evitar cerca del 55% de las emisiones de CO2 a nivel mundial, según los últimos estudios; pero el 45% restante está asociado a la producción de bienes de consumo y equipos, por lo tanto, si queremos abordar ese 45%, será necesario ir hacia modelos mucho más circulares que los que tenemos ahora. En definitiva, si queremos un cambio real, necesitamos el paso a un modelo económico que aborde la descarbonización de una manera completa.

"Estamos llegando a acuerdos con el sector primario para poder compartir la actividad agrícola o ganadera con la actividad industrial"

P. ¿Vamos en el buen camino como país? ¿Qué más necesitamos?

​R. Tenemos un PNIEC [Plan Nacional Integrado de Energía y Clima] muy importante y hemos dado pasos significativos con la aprobación de todas las declaraciones de impacto ambiental que estaban atascadas, algo que va a permitir, si se realiza de manera adecuada, el despliegue de las renovables. Vamos por el buen camino, pero es necesario acelerar el ritmo, tanto en lo que respecta al mix de las renovables como al proceso de electrificación en sectores como la movilidad o la construcción (calefacción y ACS), por ejemplo.

P. En pleno año electoral, precisamente, la construcción de estos parques está en el foco del debate. Hay movimientos que consideran que la proliferación de megaparques de renovables está dañando al territorio y se hace sin ningún tipo de orden ni sentido. ​

​R. No comparto la premisa de que se está haciendo sin orden; esto no es correcto. En primer lugar, tenemos un PNIEC que nos dice cuál es la previsión de penetración de renovables y nos marca un objetivo de cara al año 2030. Por otro lado, todos los proyectos tienen que pasar por declaraciones de impacto ambiental muy rigurosas que tienen que ser aprobadas a nivel autonómico o estatal, dependiendo del tamaño de los parques. Estos estudios no se pueden hacer en 15 días, tardan al menos un año. Una vez realizados, se proponen medidas para mitigar el posible impacto ambiental, que pueden ser compensatorias o de rediseño del parque. Incluso te lo pueden denegar.

P. Pero los habitantes de muchos de esos territorios siguen estando en contra, ¿por qué?

R. Porque hay diferentes tipos de operadores, aunque se nos meta a todos en el mismo saco. Nosotros construimos los parques renovables de la misma manera desde hace diez años, realizando una radiografía previa socioeconómica, teniendo en cuenta el valor que el proyecto aportará al territorio, llevando a cabo un diálogo activo con los actores locales para tener en cuenta sus preferencias y llevando a cabo un plan de acción que cree valor para el territorio.

El problema es que hay operadores que son mucho más especulativos y que solo buscan comprar derechos de conexión a los territorios para luego poder vendérselo a los operadores industriales, que somos lo que tenemos vocación de largo plazo y de permanencia. Tenemos que hacer esta transición de una manera justa, con sensibilidad y con innovación, escuchando las diferentes percepciones del territorio a la hora de integrar el proyecto y demostrando que el beneficio es mucho mayor que el impacto, que se puede aportar mucho valor.

placeholder María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa. (Fuente: cedida)
María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa. (Fuente: cedida)

P. ¿Estáis notando un cambio de mentalidad en los territorios, o corremos el riesgo de que la oposición se convierta en la principal traba para consolidar el cambio del modelo energético? En Alemania, por ejemplo, los grupos antiwind fueron los principales causantes de que la transición eólica se paralizase hasta 2019.

R. A nivel global, hay una sensibilidad clara por parte de la ciudadanía en torno al cambio climático que está a favor de las renovables, pero hay mucho ruido de fondo relacionado con la forma en la que se está llevando a cabo. A nivel local, en España, tenemos una cercanía con los territorios una escucha, que muestra que queremos hacer las cosas de forma diferente: Endesa es un operador industrial, con vocación de largo plazo que busca la máxima integración de sus proyectos y operaciones con el territorio involucrando, y haciendo al entorno local partícipe del proyecto desde el primer momento. En definitiva, ponemos todo nuestro empeño en hacer las cosas bien.

P. Cientos de pequeños pueblos ven en las grandes instalaciones una enmienda a su modo de vida. ¿Qué está haciendo Endesa para que estas comunidades perciban que las instalaciones aportan beneficios sin cuestionar su realidad cotidiana?

​R. Estamos llevando a cabo una estrategia de creación de valor compartido que busca la integración de ese proyecto en el territorio a través de cuatro fases fundamentales: el análisis del territorio, la radiografía socioeconómica, la identificación de los grupos de interés para tener un diálogo abierto y constructivo con ellos, y la ejecución y medición de un plan de actuación que aporte valor al territorio. Así, en primer lugar, tratamos de que la construcción sea lo más sostenible posible, evitando emisiones de CO2, consumiendo la mínima cantidad posible de agua y generando la mínima cantidad de residuos.

Tras esto, en el plan de actuación, tenemos en cuenta el desarrollo socioeconómico del entorno: ofrecemos formación y generamos empleo tanto en las fases de construcción como en la operación y mantenimiento de los parques, así como a través del apoyo a actividades que diversifican la economía la zona. También estamos llegando a acuerdos con el sector primario para poder compartir la actividad agrícola o ganadera con la actividad industrial. Por último, estamos acompañando a los municipios en su transición energética ofertando diferentes productos y servicios de valor añadido que favorezcan la descarbonización o la constitución de comunidades energéticas.

"En los próximos años, vamos a ver un desplazamiento de puestos de trabajo que antes estaban muy localizados"

P. ¿Están generando empleo? Según un estudio del Banco de España sobre los proyectos promovidos en 3.200 municipios entre 2006 y 2018, las renovables crean muy poco empleo autóctono.

​R. Es cierto que la transición energética produce el cierre de algunas centrales y esto va a afectar a un determinado número de empleos, pero a la vez, el despliegue de las renovables va a activar otros muchos en otros sectores. Un caso claro es nuestro proyecto de transición justa en Andorra (Teruel) que viene acompañado por un plan socioeconómico con el objetivo de impulsar nuevas actividades económicas. Entre 2023 y 2028 crearemos 6.300 empleos directos e indirectos en el proceso de construcción. Cuando ésta acabe prevemos que los empleos ya estables sean 370, por encima de los 330 ligados a la antigua central térmica.

P. Pero los parques renovables se controlan en remoto, ¿no se va a concentrar la demanda de mano de obra local únicamente en la fase de construcción?

R. Es verdad que la fase de construcción está muy concentrada y genera mucha mano de obra, pero hay mucho más. Tenemos una oportunidad única como país de aprovechar este cambio de modelo tecnológico e innovador. Hay una industria asociada a este cambio de modelo por desarrollar y que puede ser un motor que responda a uno de los retos de nuestro país: la reindustrialización. Y si además la llevamos a zonas donde es necesario fijar población, a la España vaciada, habremos maximizado el beneficio económico y social.

P. ¿Están estas comunidades locales preparadas para abordar estos empleos a nivel de formación?

​R. Hay de todo. Es cierto que hay una parte tecnológica, pero también hay otra que no lo es tanto. Nosotros, además de abordar tanto la instalación como la operación y el mantenimiento de los parques renovables, también estamos dando formación para el sector primario relacionado con la hibridación de las plantas. Otra pata muy importante es la FP dual. A través de ella, estamos llegando a acuerdos con las Consejerías de Educación de diferentes comunidades autónomas para impartirla. Es una nueva generación de puestos de trabajo, pero las personas tienen que querer este cambio y dar el salto. Es lo más importante.

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María Malaxechevarría Grande, directora general de Sostenibilidad de Endesa. (Fuente: cedida)

P. Antes mencionaba el proyecto de Andorra como ejemplo de transición justa. ¿En qué consiste y qué tipo de empleos generará?

​R. Es un proyecto de transición energética que muestra a la perfección lo que queremos decir con transición justa. Hemos tardado dos años en diseñarlo. Combina la hibridación de plantas solares y eólicas con el almacenamiento de baterías y la producción de hidrógeno para descarbonizar otros sectores del entorno. Además, hemos llevado a cabo un plan de desarrollo socioeconómico que hemos ido perfilando a lo largo de este tiempo con más de 30 agentes del entorno para desarrollar actividades en el sector primario, secundario y terciario y con el que apoyamos proyectos que diversifican la economía de la comarca para crear nuevas oportunidades de prosperidad para todos. En este sentido, estamos participando en proyectos que ya estaban implantados en la zona, como la ampliación del balneario de Ariño, o la recuperación de 50.000 olivos a través de “Apadrina un Olivo” e integrando a entidades locales en nuestra cadena de valor como es el caso de Pretersa. También ofrecemos formación a través de nuestra Escuela Rural de Energía Sostenible, y prevemos llegar a más de 5.000 beneficiarios, con especial foco en jóvenes, mujeres y personas en situación de desempleo.

P. Para terminar, hablemos de Endesa y de cómo estáis abordando este compromiso desde dentro. Recientemente habéis aprobado vuestro Plan de Sostenibilidad. ¿En qué consiste esta nueva línea estratégica y qué acciones lleváis a cabo? ¿Cómo las medís?

​R. Cada año lo actualizamos. Es un plan que llevamos diseñando mucho tiempo; forma parte de nuestro ADN y es transversal, es decir, que lo realizamos con todas las áreas de la compañía. El Plan de Sostenibilidad complementa a nuestro Plan Industrial, que es un plan económico mediante el cual aspiramos a ser una compañía 100% renovable en el año 2040. Tenemos un compromiso con el medio ambiente y con las personas, no solo con nuestros empleados, sino también con todas las personas que forman parte de las comunidades donde operamos. Nuestro compromiso con la sostenibilidad, además, alcanza a toda la cadena de proveedores, a los que exigimos máxima transparencia y ética. Es un plan con 130 objetivos cuantitativos que se aprueba por el consejo de administración y, después, se lleva a cabo un seguimiento anual para comprobar su cumplimiento. Grandes empresas como Endesa tenemos la responsabilidad de dar liderar con el ejemplo en todos los ámbitos.

El despliegue de las energías renovables no es nada nuevo. No obstante, tras varios años avanzando en este camino, la crisis climática y la invasión de Ucrania han puesto de manifiesto la necesidad de elevar la ambición y el ritmo de este proceso y han hecho que muchos países quieran pisar el acelerador para fomentar la independencia energética.

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