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La crisis climática castiga California con otra severa sequía
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De los pronósticos a las evidencias

La crisis climática castiga California con otra severa sequía

Con una disponibilidad de recursos hídricos muy similar a la de España, este estado, el más poblado de EEUU, es uno de los que se están viendo más directamente afectados por el calentamiento global

Foto: El lago Piru, en California, completamente seco (EFE)
El lago Piru, en California, completamente seco (EFE)

Buena parte del estado de California se ha declarado en emergencia por sequía en su segundo año consecutivo de falta de agua, con una caída en las precipitaciones y menor nieve derretida en las sierras y con unas condiciones de temperatura que amenazan especialmente a la zona norte y húmeda del “golden state”, la región de la bahía de San Francisco.

Entre los mayores riesgos, los expertos apuntan al suministro de agua potable a las ciudades, los costes agrícolas en el estado que alimenta al país —proporciona dos tercios de las frutas y frutos secos que consume EEUU—, y a los impactos ecológicos sobre especies de río en peligro de extinción.

“La sequía de 2012-2016 fue la más cálida de la historia y esta nueva, iniciada en 2020, alcanza niveles muy similares”

El sur, aunque es desértico y naturalmente dispone de menos agua, está paradójicamente mejor que nunca en cuanto a la disponibilidad hídrica. De hecho, tras un 2020 seco, llegó a principios de 2021 con niveles récord de agua acumulado en sus embalses. Esto se explica porque, tras la sequía de 2012-2016 (la más cálida de la historia, según los científicos), las políticas de inversión que se han impulsado en esta región han logrado un ahorro inaudito.

El sur en su conjunto consume ahora un 16% menos de agua que en 2013. La ciudad de Los Ángeles, que ha ganado un millón de habitantes desde la década de 1970, gasta también menos agua hoy que entonces, como reflejan los datos del Plan de Gestión de Agua Urbana.

placeholder Protesta en Los Ángeles (EFE)
Protesta en Los Ángeles (EFE)

Las sequías siempre han formado parte de la climatología de California —un estado con una disponibilidad de recursos hídricos muy similar a la de España, apuntan los especialistas—, pero las de ahora son cada vez más frecuentes y más severas, de manera que aumenta el riesgo de incendios forestales y de falta de suministro para las ciudades, la agricultura, la energía hidroeléctrica y los ecosistemas fluviales.

La situación ha llegado a tal punto que la comunidad científica ha reconocido la “nueva normalidad climática” de California. A finales de abril, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) actualizó los mapas que los científicos climáticos usan de referencia para comparar los niveles considerados “normales” (hasta ahora, 1981-2010). En adelante, la referencia será el periodo 2006-2020.

Foto: El presidente Joe Biden anunciando el regreso de EEUU al Acuerdo de París. (EFE)

Todd Gartner, director del programa Cities4Forests y de la Iniciativa de Infraestructura Natural del Instituto Mundial de Recursos, expresa su preocupación al otro lado del teléfono: con la temporada de incendios a la vuelta de la esquina y estas condiciones hídricas, “California no está en una posición maravillosa”. En invierno, el manto de nieve falló a los californianos, “y ese es un buen indicador para conocer la disponibilidad de agua en verano”.

Las sequías no son sólo mucho más habituales sino también más cálidas, señala a Planeta A el especialista en gestión de agua Alvar Escriva-Bou, investigador en el Centro de Políticas Públicas de California.

“La sequía que sufrimos en 2012-2016 fue la más cálida de la historia y esta nueva iniciada en 2020 alcanza niveles muy similares”, considera este ingeniero civil valenciano llegado hace casi una década a la costa oeste americana. El avance de la crisis hídrica de ahora, además, ha sido muy rápido. Los peores años de la anterior sequía fueron los dos últimos, y eso es lo habitual. Esta vez, el segundo año ya se considera más crítico.

placeholder Incendios y sequía amenazan de nuevo a California (Reuters)
Incendios y sequía amenazan de nuevo a California (Reuters)

Además, ha afectado sobre todo a las zonas más húmedas, en el norte. En el sur, tras verse duramente afectado por anteriores sequías como la sufrida del periodo 1987-1992, las autoridades locales desplegaron una serie de programas con inversiones en embalses, en sistemas de reciclaje de agua —se plantea legalizar el consumo humano de este agua “del WC al grifo” antes de 2023— y, en general, en “diversificar el portfolio” de agua, es decir, en ampliar la variedad de fuentes.

El sur es un desierto que bebe en un 52% de importaciones del norte de California o del río Colorado, entre otras regiones; en un 34%, de los acuíferos; y más del 10%, de agua regenerada.

En España deberíamos tomar nota

La principal diferencia con España, según Escriva-Bou, es institucional. “En España la gestión está mucho más centralizada”, dice. Otra diferencia importante son los trasvases, mucho más cruciales en California. El ingeniero civil recalca que ahora, estas infraestructuras construidas a mediados del siglo XX, “no se podrían hacer”, comenta, pues ahora se tiene en cuenta el impacto ecológico que acarrean. “Sin los trasvases, probablemente ciudades como Los Angeles o San Diego, en el sur de California, no habrían podido crecer como lo han hecho”.

Pero una de las claves, a su juicio, para entender la vulnerabilidad hídrica que comparten California y España es que “diseñamos y construimos una enorme infraestructura de agua, hacia la mitad del siglo XX, con un clima que ya no es el que tenemos”, y por eso ahora “debemos adaptarnos”.

Foto: El mapa del exceso de temperatura de la superficie del océano Pacífico en 2020. (marineheatwaves.org))

Este experto apunta no obstante que en California la huella ecológica por consumo hídrico es también mucho mayor que en España, y señala como ejemplo evidente la tendencia en EEUU de tener un jardín individual en cada vivienda. Por ello, la capacidad de ahorro es también mayor en California. “En 2014, el gobernador del estado animó a las agencias urbanas de agua a que, voluntariamente, ahorrasen al menos un 20% de media. En 2015 la situación empeoró y la petición se hizo obligatoria, y les impuso un ahorro del 25% de agua”, recapitula Escriva-bou.

También se invirtió en medidas para mejorar la eficiencia en el riego y la gestión de aguas subterráneas. “Es cierto que han avanzado, pero yo no diría que han arreglado las cosas”, matiza por su parte el ya citado Todd Gartner. La situación, advierte, es todavía “muy precaria”.

placeholder El cambio climático dificultará cada vez más el acceso al agua de riego (EFE)
El cambio climático dificultará cada vez más el acceso al agua de riego (EFE)

Uno de los efectos que esta precariedad tiene es sobre la agricultura, muy importante en este estado que abastece de frutos rojos y almendras —entre otros alimentos— al resto del país. “El agua se ha encarecido y la agricultura también”. En 2015, la sequía provocó pérdidas en el sector agrario por valor de 2.700 millones de dólares. “Entre 2014 y 2018, unos 27.000 trabajadores de la agricultura perdieron su trabajo”, agrega Gartner.

Foto: Canalización del trasvase de agua del río Tajo al Segura. (EFE)

Otro de los grandes amenazados por esta crisis hídrica en particular son las especies que habitan los ecosistemas de las cabeceras de los ríos. La falta de agua afecta a la gestión ambiental basada en criaderos de peces que sirven para repoblar las zonas del sur normalmente más afectadas por la sequía. Sin esta disponibilidad de agua, especies en peligro de extinción sufren una presión todavía mayor. “Si no permitimos que los flujos de agua sean lo suficientemente altos en los arroyos, vamos a perder esas especies”, advierte Gartner, y defiende que los tres sectores en juego por la sequía —la agricultura, las ciudades y el medio ambiente—son fundamentales “para el crecimiento económico y la prosperidad”.

Buena parte del estado de California se ha declarado en emergencia por sequía en su segundo año consecutivo de falta de agua, con una caída en las precipitaciones y menor nieve derretida en las sierras y con unas condiciones de temperatura que amenazan especialmente a la zona norte y húmeda del “golden state”, la región de la bahía de San Francisco.

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