Piden cambios en la Lotería de Navidad 2025: décimos más caros y un aumento en El Gordo

El Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad puede experimentar grandes cambios. A falta de menos de dos meses para la gran cita del 22 de diciembre, la Agrupación Nacional de Administradores de Loterías (ANAPAL) ha elevado una demanda formal y urgente a la Sociedad Estatal de Loterías y Apuestas del Estado (SELAE), en la que solicitan que el décimo debe subir de 20 a 25 euros para el sorteo de 2025.

La petición también viene acompañada de la exigencia de aumentar el premio de El Gordo de 400.000 a 500.000 euros por décimo. El argumento central de los loteros es demoledor. El precio del décimo de Navidad lleva 23 años congelado. Mientras el coste de la vida se ha disparado, los gastos operativos de las administraciones han seguido la estela de la inflación.

Los vendedores denuncian que la Lotería de Navidad, el sorteo que más volumen de trabajo genera, es paradójicamente el que peor pagan. La comisión actual es de solo el 4,5% bruto, lo que se traduce en 90 céntimos de beneficio por cada décimo vendido. La red exige equiparar este porcentaje al 6% que perciben por el resto de sorteos.

Un premio devaluado

Tal y como señaló el vicepresidente de ANAPAL, Jorge Anta, la subida es vital para mantener el atractivo del premio. Un Gordo de 400.000 euros no tiene el mismo valor que hace dos décadas: en 1920, un afortunado podía comprar hasta 24 viviendas con el premio; hoy, apenas alcanza para una o dos, dependiendo de la ciudad.

El informe interno de ANAPAL revela que un alto porcentaje de las administraciones ve cómo sus beneficios se reducen o, peor aún, se encuentran en riesgo de inviabilidad. La venta de lotería se mantiene, en muchos casos, por pura fidelidad y tradición, más que por margen de beneficio.

Los vendedores insisten en que este ajuste, que es acorde a la evolución del Índice de Precios al Consumo (IPC), es una modernización necesaria de un modelo anclado en el pasado, y buscan que la suerte de la Navidad siga siendo, también, económicamente justa para quienes la reparten.

La pelota queda ahora en el tejado de SELAE y del Gobierno, quienes deberán decidir si el valor de la ilusión, el ritual social más antiguo y querido, está dispuesto a pagar la factura de la inflación.