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Hace tres días el banco no avisó a Pepe de un descubierto... ahora es millonario
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SORTEO EXTRAORDINARIO DE LA LOTERÍA DE NAVIDAD

Hace tres días el banco no avisó a Pepe de un descubierto... ahora es millonario

Ahora no sabe qué hacer con los 400.000 euros del Gordo. “No sé dónde voy a ingresarlo. Lo mismo lo meto debajo del colchón. Va a quedar dinero, claro, pero no podemos quejarnos”

Foto: Pepe y Águeda brindan con champán tras haber ganado el Gordo. (Toñi Guerrero)
Pepe y Águeda brindan con champán tras haber ganado el Gordo. (Toñi Guerrero)

A Pepe no le avisó el banco hace tres días de un descubierto de 45 euros en su cuenta. “Hombre, ¿por qué no me habéis avisado?”, preguntó el hombre, de unos 75 años. El banco le contestó que tampoco podían llamar a todo el mundo. Ahora Pepe no sabe qué hacer con los 400.000 euros que ganado con el Gordo. “No sé dónde voy a ingresarlo. Lo mismo lo meto debajo del colchón. Va a quedar dinero, claro, pero no podemos quejarnos”.

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Vecino de Benajarafe, una tranquila población costera de Vélez-Málaga, al este de la provincia, se jubiló como dependiente de una tienda. Tiene paga de autónomo. Compró siete décimos en la administración de lotería, que también es un estanco, para repartir entre la familia y sus amigos. Cada uno de sus hijos tiene un décimo. Su hermano es a quien le va a venir mejor dinero: “Lo ha pasado muy mal y su mujer cobra muy poco”.

Antonio es “amiguísimo” de Pepe. Se conocen desde la infancia. “Yo voy a dedicar el Gordo a pagar unas trampillas que tengo”. Natalia, de 9 años, y Nicolás, de 12, son sus nietos. “Como esta gente son más jóvenes, que lo disfruten ellos”, dice Antonio mirando a los niños.

placeholder Antonio, amigo de Pepe, junto a sus nietos. (Toñi Guerrero)
Antonio, amigo de Pepe, junto a sus nietos. (Toñi Guerrero)

Llega el champán Freixenet. La lotera, Águeda Claros y su hijo, Juan Robles, son los dueños de la administración de lotería.

Douglas, de 41 años, es empleado de Águeda y en la administración también trabaja su hijo Juan. Douglas es venezolano y apenas lleva un año viviendo en España. Su madre ya le ha visto en Venezuela por la televisión. Sale a fumar un cigarrillo y dice que mejor suerte no ha podido tener. Maribel, de 52 años, está “muy contenta”. Ella ha comprado 22 décimos sola, 11 a medias y 7 con su hija.

Unas chicas adolescentes pasan por allí. “¿Ha tocado? ¿Y se puede comprar ahora?”. La vecina del supermercado dice: “Como dice el anuncio, lo importante es compartir”. “Fíjate Pepe qué bien. Ahí hablando con todo el mundo”, dice la empleada del supermercado”. Pepe, el repartidor de la suerte, se quiere ir ya a su casa. Vive al lado.

placeholder Pepe hablando por teléfono, junto a Douglas, el empleado de la administración de lotería. (Toñi Guerrero)
Pepe hablando por teléfono, junto a Douglas, el empleado de la administración de lotería. (Toñi Guerrero)

Los fotógrafos quieren que se quede más rato para poder tomar una imagen suya con el cartel del premio. Pero el cartel no llega y tiene que darle de comer a sus dos nietas. Las niñas tienen hambre. “Mi hija se ha ido a Málaga a una comida de empresa”. Juan descorcha el cava. Lo agita y brindan.

A Pepe no le avisó el banco hace tres días de un descubierto de 45 euros en su cuenta. “Hombre, ¿por qué no me habéis avisado?”, preguntó el hombre, de unos 75 años. El banco le contestó que tampoco podían llamar a todo el mundo. Ahora Pepe no sabe qué hacer con los 400.000 euros que ganado con el Gordo. “No sé dónde voy a ingresarlo. Lo mismo lo meto debajo del colchón. Va a quedar dinero, claro, pero no podemos quejarnos”.

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