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Las razones desconocidas por las que deberías comprar lotería (aunque no te toque)
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Las razones desconocidas por las que deberías comprar lotería (aunque no te toque)

La lotería marca el inicio de las fiestas de Navidad. La tentación de comprar un décimo está por todas partes. ¿Merece la pena el gasto? Existen causas que dicen que sí

Foto: Olvidamos los aspectos sociales de la lotería. (iStock)
Olvidamos los aspectos sociales de la lotería. (iStock)

Nos lo repiten hasta la saciedad. Nos pueden subrayar de mil maneras la inutilidad de comprar un boleto. Nos pueden demostrar matemáticamente y con todos los detalles las escasas posibilidades que tenemos de ganar el Gordo de la Lotería de Navidad: una entre 100.000 (hasta el año 2011 era una entre 85.000, ya que se jugaban solo los números que iban del 00.000 hasta el 84.999). Y si no lo entendemos de esta manera, nos lo pueden ilustrar a través de ejemplos: existen más probabilidades de fallecer en un accidente de tráfico que de hacernos millonarios con este sistema.

Sin embargo, ya sea gastándonos 20 euros en un décimo o cantidades más pequeñas en las participaciones de tiendas, de nuestro trabajo o de asociaciones, es imposible evitar la tentación de llegar al 22 de diciembre sin haber hecho una pequeña inversión en este juego.

Nos encanta reunirnos y compartir experiencias, y la lotería es una buena excusa para ello

Los expertos en probabilidad se podrán tirar de los pelos, pero si la gente sigue haciendo cola en Doña Manolita, algo bueno debe de tener este acontecimiento. Quizá debamos ser más modestos y aceptar que es ridículo pensar que todo el mundo está equivocado, que comprar lotería es algo irracional y autodestructivo. Hay que valorar, por tanto, que algo positivo debe encontrar la gente en desembolsar una pequeña cantidad, aunque parezca a fondo perdido.

Una experiencia colectiva

Los seres humanos son animales sociales. Nos encanta reunirnos y compartir experiencias, y la lotería es una buena excusa para ello. El doctor Stephen Goldbart, autor del libro ‘Affluence Intelligence: Earn More, Worry Less, and Live a Happy and Balanced Life’, remarca: “Subirse al carro es una vieja motivación del comportamiento psicológico. Queremos pertenecer a la multitud, ser parte del movimiento, no quedarnos fuera”.

Realidad o leyenda, todos hemos oído hablar de alguien, lejano o próximo a nosotros, que ha sido sorprendentemente agraciado. Los medios de comunicación potencian el elemento social de la lotería, ya sea preparando el evento con la garra sentimental de la publicidad, a través de la retransmisión del acontecimiento como si fuera una ceremonia (el hecho cobra especial relevancia al darse solo una vez al año), o, por último, haciéndose eco de la suerte de los afortunados tras la celebración.

La lotería tiene también un carácter mágico. Señala Goldbart que comprar un billete es como “sentirse otra vez como un niño, con la esperanza de que un día mejor llegará, que algo grande ocurrirá y pondrá las cosas en su sitio”. La lotería lleva a los participantes a considerarse una especie de elegidos que, gastando una pequeña cantidad, pueden ganar mucho dinero; derrotando las dificultades extraordinarias que impiden la victoria. En declaraciones a la CNN, la doctora Wendy Walsh va todavía más allá: “Tenemos el complejo de Cenicienta. Hay un hada madrina que vendrá y nos salvará”.

¿Dinero tirado?

El consejero financiero Robert Pagliarini señala en un artículo de opinión para ‘Forbes’ que la lotería no es tan mala inversión como parece. Desde el momento que realizas el pequeño pago por un billete, “no puedes parar de pensar cómo será tu vida si ganas. Qué harás. Adónde irás. Qué te comprarás”. No obstante, la mejor pregunta que nos podemos hacer es cómo va a mejorar nuestra existencia si nos toca el Gordo: “Soñar despiertos hace nuestra vida mejor y permite imaginar cómo puedes crear este cambio, incluso cuando no ganas”.

En nuestro país, la lotería posee un componente social añadido que hace que juguemos a ella de manera distinta

Para Pagliarini, fantasear con un golpe de suerte nos acerca más a la situación económica anhelada. Sin ser un agraciado, esta sensación puede utilizarse como motivación para elaborar un plan de inversiones que poco a poco vaya incorporando la misma seguridad monetaria en nuestra vida que tendríamos si nos hubiera tocado un suculento premio.

'Spain is different'

Algunos seguirán defendiendo que esta es una actitud ilógica, irracional, negativa y peligrosa, sobre todo si pensamos que en España existe más afición a la lotería que en otras naciones. Olvidamos, sin embargo, que en nuestro país este juego de azar posee un componente social añadido que hace que nos enfrentemos a ella de manera diferente: regalamos y compartimos décimos y participaciones con los demás.

Un estudio llevado a cabo por los investigadores españoles Mauro F. Guillén, Roberto García y Andrés Santana puso en su momento el foco de atención en esta peculiaridad. Como señala el trabajo, en nuestro país, no solo se busca maximizar el beneficio de un boleto, sino que la participación conjunta con familiares, amigos o compañeros de trabajo sirve para potenciar, fortalecer y representar lazos sociales, así como para incidir sobre la confianza que existe entre las personas que juegan con un mismo número.

placeholder No compres un número solo para ti. (iStock)
No compres un número solo para ti. (iStock)

El ritual de compartir lotería se convierte en un hecho con una carga simbólica excepcional. No estamos regalando un objeto, no estamos tampoco compartiendo una simple experiencia: estamos entregando, literalmente, un número mágico a nuestros allegados; la posibilidad de una vida mejor; de ser los elegidos. En definitiva: la esperanza de convertirnos en personas únicas.

No solo entregar un billete tiene un significado. Comprar lotería tiene también unas importantes connotaciones. Pagando tres o cuatro euros por una participación de nuestro trabajo estamos resaltando nuestra pertenencia y nuestro compromiso a nuestros compañeros. Es como decir que todos estamos en el mismo buque. No comprar lotería, cuando todos lo hacen, es una actitud que puede ser interpretada como violenta, y puede hacer creer a quienes nos rodean que queremos quedarnos al margen del grupo.

Esperamos, por consiguiente, que la próxima vez que alguien te regale una participación, des la relevancia que se merece a dicho gesto. Podemos ser personas predominantemente racionales, pero es difícil negar que hay un componente afectivo, e incluso tierno, en compartir nuestra fortuna con los demás.

Nos lo repiten hasta la saciedad. Nos pueden subrayar de mil maneras la inutilidad de comprar un boleto. Nos pueden demostrar matemáticamente y con todos los detalles las escasas posibilidades que tenemos de ganar el Gordo de la Lotería de Navidad: una entre 100.000 (hasta el año 2011 era una entre 85.000, ya que se jugaban solo los números que iban del 00.000 hasta el 84.999). Y si no lo entendemos de esta manera, nos lo pueden ilustrar a través de ejemplos: existen más probabilidades de fallecer en un accidente de tráfico que de hacernos millonarios con este sistema.

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