Guerra en el clan Lorenzo: un logo secuestrado y una batalla judicial por la escuela de motos
Chicho Lorenzo, padre del tricampeón mundial de MotoGP, ha perdido en Europa la propiedad del logo con el que patentó una metodología de entrenamiento frente a unos antiguos socios que le reclamaban más de cinco millones de euros
Durante más de tres décadas, José Manuel Lorenzo Lourido, conocido como Chicho Lorenzo, ha vivido entre motores, gasolina y talento en bruto. En 1989, en Mallorca, diseñó un método de entrenamiento en el que combinó el pilotaje con rutinas propias de la gimnasia y la natación, una obsesión basada en repetir hasta la extenuación cada trazada de un circuito que moldeó a su hijo, Jorge Lorenzo, tricampeón mundial de MotoGP.
“Mi padre copió el método de entrenamiento de gimnastas y nadadores. Los observaba en el polideportivo y lo aplicó en mí cuando era un niño”, contaba el piloto en una entrevista hace poco más de un año. “Fue superduro, mano de hierro, el típico entrenador chino o ruso de las niñas gimnastas”.
De esa dureza nació también un emblema. En 2007, el diseñador Dani Palau, fundador de Kosen —marca de zapatillas con alzas discretas hechas de material vegano—, creó para Chicho Lorenzo un logotipo agresivo, con el apellido Lorenzo en mayúsculas y la silueta de un piloto en plena inclinación.
El padre del campeón del mundo pagó las facturas y comenzó a usar su emblema en carteles, monos y material de sus alumnos. Era su sello personal, el icono de una marca que durante años se identificó con su método de enseñanza. Una década después, en 2018, ese mismo logo se usó en una sociedad, actualmente en liquidación, pilotada por Lorenzo junto a unos antiguos socios que le reclaman cinco millones de euros.
Un sueño truncado
En 2018, Chicho Lorenzo y Iván Sánchez Serrano, empresario, técnico deportivo y hoy portavoz del grupo parlamentario de Vox en las Cortes de Castilla-La Mancha, fundaron junto a Federico Valenciano Sobrino y Federico Valenciano Aznar, padre e hijo, la sociedad Lorenzo World Racing School. El proyecto prometía revolucionar la formación de pilotos con una escuela indoor a las afueras de Madrid, en Algete, una pista cubierta que aspiraba a convertirse en el epicentro del motociclismo madrileño.
El capital se repartió al 50% entre ambos bandos, los Valenciano por un lado y Lorenzo y Sánchez por otro, aportando cada uno 200.000 euros para poner en marcha la escuela. Lorenzo y Sánchez daban nombre, know-how y marca; los Valenciano, una estructura empresarial forjada sobre la base de su inmobiliaria, la empresa Fredmer, dedicada a la promoción y arrendamiento de naves industriales. Pero el equilibrio duró poco.
“Chicho y yo somos socios desde hace quince años. Montamos la sociedad siendo dueños al 50% con los Valenciano. Cuando las cosas se pusieron feas convoqué una junta de accionistas, en 2021, con un único punto del día: la disolución de la sociedad. No se hizo y tuve que acudir a la Justicia para que disolviera la sociedad”, explica Iván Sánchez Serrano a El Confidencial.
“Ante el descontento por el desarrollo de la actividad con sus socios, solicita la finalización de la sociedad, momento en el que el resto de socios comienza el asedio e intento de aprovechamiento económico con una serie de reclamaciones”, expone la defensa de Chicho Lorenzo, liderada por Balder IP, en una resolución de la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) a la que ha tenido acceso este medio.
“La sociedad está disuelta pero no liquidada, y hay problemas con el liquidador. La convoqué cuando los Valenciano dejaron de pagar el alquiler de la nave. Era su contacto, y un día mandé un mail para ir a recoger monos, motos y material, pero la dueña del local —supongo que en connivencia con ellos— ordenó el embargo. No pude pasar a recoger nada. Yo he perdido unos 100.000 euros; Chicho, más o menos lo mismo, y él dejó su casa en Mallorca por este proyecto”, puntualiza Sánchez.
Un enfrentamiento en los juzgados
Los Valenciano demandaron a Lorenzo y Sánchez en 2021, reclamando cinco millones de euros a cada uno por “incumplir el pacto de socios”, firmado en 2008, que les prohibía participar en formaciones de pilotaje fuera del contexto de Lorenzo World Racing School.
El Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Torrejón de Ardoz acabó dando la razón a estos últimos en 2022 y declaró nulo el pacto por abusivo. “Estamos, pues, ante un pacto de socios, de no competencia y exclusividad, destinado a proteger a la sociedad, que es contradictorio con lo que los estatutos de la propia sociedad permiten, justamente lo contrario; este pacto no está incorporado a los estatutos de la sociedad y no puede tener efectos”, señala la sentencia.
La Audiencia Provincial de Madrid ratificó la sentencia en noviembre de 2024, subrayando que no se podía impedir a los socios “ejercer su actividad profesional cuando no existía contraprestación económica ni obligación retribuida”. La sentencia ya es firme, puesto que no se recurrió en el plazo de dos meses establecido para ello.
Mientras las resoluciones civiles se acumulaban a su favor, un detalle se les escapó: el logo. En medio de la guerra, la marca Lorenzo había sido registrada en 2018 a nombre de la sociedad —controlada en ese momento por los Valenciano—, con el emblema que habían diseñado para Chicho Lorenzo una década antes. Cuando el entrenador intentó recuperarla, el rastro administrativo jugó en su contra.
El logo, secuestrado
El 25 de septiembre de 2025, la División de Anulación de la EUIPO desestimó la solicitud presentada por Chicho Lorenzoy confirmó la validez del registro de la marca Lorenzo World Racing School, con imposición de costas por importe de 450 euros.
La EUIPO razonó que no existía mala fe en el registro de 2018 porque el propio Lorenzo fue “administrador y socio de la sociedad titular en el momento de la solicitud” y “toleró el uso de la marca durante un periodo significativo sin oponerse a su explotación”. Esa circunstancia, añade el texto, “permite deducir la existencia de consentimiento tácito en el uso del signo”.
También descartó que el signo previo de Lorenzo tuviera notoriedad suficiente o un uso comercial amplio. “El solicitante no ha demostrado que el signo previo haya sido utilizado en el tráfico económico más allá de un ámbito local, ni que haya alcanzado un grado de conocimiento generalizado en el sector”.
La propia resolución reconoce la anterioridad del logotipo y que fue encargado al diseñador Dani Palau, aportando Lorenzo las facturas del trabajo y material gráfico de uso anterior, pero concluye que “la mera creación o uso de un signo no registrado no otorga por sí misma un derecho preferente frente a una marca válidamente registrada, especialmente cuando el titular consintió su registro y uso”.
El resultado, paradójicamente, consolidó lo que Chicho Lorenzo siempre consideró un “secuestro” de su marca. “Tengo esa marca desde 2007. Aporté las pruebas del diseño y las facturas que pagué por su creación. He ganado todas las demandas que me metieron”, explica a El Confidencial a través de WhatsApp, consciente de que esta vez el fallo no le daba la razón.
“Los conflictos surgidos con posterioridad entre los socios de la empresa titular del registro impugnado no constituyen argumentos válidos para sustentar estos motivos”, señala Pamela Olivos, Asociada del área de marcas de Elzaburu.
La abogada, sobre la solicitud ante Europa para que Chicho Lorenzo recupere el logo, señala que “en relación con la mala fe, la EUIPO precisa que la intención deshonesta del titular de la marca debe valorarse en la fecha de depósito de la solicitud. No se considera que concurra mala fe si, en ese momento, la solicitud contó con el consentimiento de la otra parte o incluso con su tolerancia posterior. Esto sucede, por ejemplo, cuando en el momento de presentar la solicitud de registro, ambas partes estaban de acuerdo, ya que eran socios de la compañía que sería titular de la marca”.
Lorenzo World Racing School sigue oficialmente disuelta, pero sin liquidar. Los antiguos socios se acusan mutuamente de bloquear el proceso
Nuevo comienzo
En paralelo, la Lorenzo World Racing School sigue oficialmente disuelta, pero sin liquidar. Los antiguos socios se acusan mutuamente de bloquear el proceso y de haber convertido el proyecto en una trampa legal. En el Registro Mercantil, la sociedad acumula requerimientos de Hacienda por más de 60.000 euros.
Desde 2021, Lorenzo y Sánchez operan bajo un nuevo nombre, la sociedad Chicho Lorenzo School, con sede en Guadalajara. Allí, la gestión recae en Manuela López, esposa de Iván Sánchez, ya que ni el entrenador, por jubilación, ni el diputado, por incompatibilidad con cargo público, pueden figurar como administradores.
La nueva escuela conserva la esencia del proyecto inicial, pero no el emblema. El logo de 2007, diseñado por Palau, sigue siendo propiedad de la sociedad disuelta. En los cascos de los alumnos de Guadalajara el emblema de Lorenzo sigue estando prohibido.
Durante más de tres décadas, José Manuel Lorenzo Lourido, conocido como Chicho Lorenzo, ha vivido entre motores, gasolina y talento en bruto. En 1989, en Mallorca, diseñó un método de entrenamiento en el que combinó el pilotaje con rutinas propias de la gimnasia y la natación, una obsesión basada en repetir hasta la extenuación cada trazada de un circuito que moldeó a su hijo, Jorge Lorenzo, tricampeón mundial de MotoGP.