Ramón y Cajal apunta a un cambio de ciclo con la sucesión de Palá en el horno
El despacho ha cerrado una batería de fichajes en los últimos meses para impulsar su crecimiento mientras se prepara para abordar la sucesión de Palá en un plazo de dos o tres años
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El relevo generacional en los despachos de abogados es un asunto siempre espinoso de abordar. Frente a las firmas internacionales, donde los socios directores suelen tener mandatos limitados y las edades de jubilación están más definidas, las firmas nacionales tienden a encontrar más dificultades para abrir un melón incómodo pero imprescindible para garantizar su futuro. Los procesos sucesorios requieren una precisión quirúrgica para dar una doble respuesta a los que salen y a los que piden paso… y evitar abrir heridas nuevas por el camino.
Ramón y Cajal, fundada en 1986, es una de esas firmas históricas del mercado español que tiene esos deberes sobre la mesa. En el último año y medio, el bufete ha afrontado la salida de algunos nombres relevantes de la casa pertenecientes al comité de dirección, como Pedro Suárez, que ha fundado su propia boutique; Alfonso Cárcamo, rumbo a Garrigues; y, más recientemente, Cristina Vidal, que tras dejar el comité hace meses, tras la salida de Cárcamo, se acaba de enrolar en las filas de Pérez-Llorca. En total, tres de los cinco miembros del comité, que ya se ha reestructurado con la incorporación de Luis Rodríguez-Ramos y Norma Fernández, adjunta a la dirección. Se mantienen desde el primer día dos históricos de la casa, Ramón Fernández-Aceytuno y Luis Briones, este último en representación de la oficina de Barcelona.
Estas salidas, no obstante, no han aflojado el ritmo del despacho, que ha sido uno de los grandes protagonistas del mercado de fichajes de los últimos meses, con casi una decena de incorporaciones, la práctica totalidad como socios: Pablo Rodríguez Abelenda (Financiero), Ignacio Aragón (M&A), Manuel Martín (Laboral), Francisco Jiménez (Inmobiliario), Fernando de las Cuevas (Mercantil-Desarrollo internacional), Carlos Garnica (Procesal) y Javier Fernández-Lasquetty (Propiedad Intelectual). Los perfiles confirman el objetivo de la firma de mantener un perfil multidisciplinar y ganar peso en otras geografías internacionales. Este ejercicio, previsiblemente, se superarán los 30 millones de facturación.
Tras la consolidación de estas incorporaciones, es previsible que los socios de la firma afronten la sustitución del socio director Francisco Palá, que tiene 66 años y lleva casi 18 al frente, en un plazo de dos o tres años para dar paso a una nueva estructura de dirección con gente de la casa. Los otros dos socios fundadores, Pedro Ramón y Cajal y Rafael Mateu de Ros, ya acordaron en 2022 una desvinculación progresiva de la firma, como ya informó este diario.
Es previsible que los socios afronten la sustitución del socio director Francisco Palá en dos o tres años para pasar a una nueva estructura
No obstante, el previsible relevo de Palá no tiene por qué conllevar necesariamente su salida inmediata de la firma. Por ejemplo, en el caso de Uría Menéndez, Luis de Carlos pasó a ser socio presidente tras su etapa como socio director. Es relativamente habitual buscar otras posiciones a los socios directores que cesan en el cargo antes de pasar a la jubilación.
La sucesión en el caso de Ramón y Cajal es especialmente importante, dado que la firma permanece independiente tras muchos años en la diana de otros competidores y marcas internacionales con planes de entrada en España. El tamaño del despacho lo ha convertido durante años en la novia ideal de muchas firmas con interés en el mercado nacional, pero ninguna operación ha terminado por cuajar. El último intento fue con Pinsent Masons, que finalmente abrió oficina en Madrid con un grupo de sus socios, y se saldó con una indemnización de un millón de euros al bufete español por incumplimiento de los términos de la negociación.
A las puertas de cumplir cuatro décadas de historia, el bufete prepara el terreno para afrontar su (necesaria) transición y dar paso a una nueva generación de socios que coja el timón de la firma en los próximos años. El Confidencial se ha puesto en contacto con Ramón y Cajal, que ha declinado hacer comentarios sobre esta información.
El relevo generacional en los despachos de abogados es un asunto siempre espinoso de abordar. Frente a las firmas internacionales, donde los socios directores suelen tener mandatos limitados y las edades de jubilación están más definidas, las firmas nacionales tienden a encontrar más dificultades para abrir un melón incómodo pero imprescindible para garantizar su futuro. Los procesos sucesorios requieren una precisión quirúrgica para dar una doble respuesta a los que salen y a los que piden paso… y evitar abrir heridas nuevas por el camino.