Lecciones de una pandemia que cambió la abogacía para siempre
La flexibilidad, el teletrabajo -con sus luces y sombras- y la digitalización han transformado la abogacía de los negocios cinco años después del inicio de la pandemia por el coronavirus
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Dentro de tres días se cumplen cinco años desde que el Gobierno declarase el estado de alarma por la pandemia del coronavirus. El mundo desde entonces ha cambiado para siempre y la abogacía no ha escapado de esa transformación. Las firmas luchan por preservar su cultura y su identidad mientras se adaptan a las nuevas formas de trabajo y las demandas de las nuevas generaciones, que entienden su relación con el trabajo de una manera muy distinta a la de sus mayores.
El coronavirus puso a prueba las estructuras y la forma de trabajar del conservador sector de la abogacía, generalmente poco amigo de la tecnología y con una fuerte cultura del presencialismo. Un lustro después, el teletrabajo es una realidad consolidada en la casi la totalidad de los despachos, pero la práctica también ha desvelado un efecto colateral para las nuevas generaciones que se han incorporado en los últimos años al mercado laboral.
El Confidencial ha preguntado a los despachos de abogados más grandes de España por las lecciones que les ha dejado el Covid cinco años después desde tres ángulos diferentes: el impacto del teletrabajo, la gestión del talento y la tecnología. La muestra recoge los resultados de 23 despachos encuestados incluidos en la última edición del ‘Informe de Facturación de Despachos’ elaborado por El Confidencial Jurídico.
Luces y sombras del teletrabajo
La implementación del teletrabajo para los despachos de abogados no ha sido tarea fácil y la política de cada despacho varía en función de la tipología de firma y la cultura interna. En cifras, los datos arrojan casi un empate entre aquellas que contaban con una política de teletrabajo previa y las que tuvieron que hacerlo a raíz de la crisis sanitaria, pero son los despachos internacionales y las divisiones legales de las Big Four las que mayoritariamente tenían regulada esta posibilidad de antemano.
En un principio, la opción de teletrabajar no cayó bien en un sector conservador como el de la abogacía y, generalmente, poco amigo de los cambios disruptivos. Para algunas firmas, gestionar la presión regulatoria de los últimos años ha sido un camino de rosas comparado con digitalizarse. Los despachos se vieron obligados a diseñar políticas de trabajo obligados por la situación sanitaria, pero no todos lo hicieron convencidos de sus bondades y el trabajo remoto aún hoy cuenta con muchos detractores y firmas que, por presión interna y sabiendo que puede ser clave a la hora de incorporar talento, lo han incorporado a su oferta profesional… aunque no crean en él.
De media, los despachos de abogados permiten dos días de teletrabajo a sus profesionales. La práctica totalidad de las firmas lo tienen estipulado por semanas, pero algunos bufetes han diseñado una bolsa de días de teletrabajo mensual que el abogado puede repartir como considere en coordinación con su equipo. Las otras opciones más populares son o bien un día de teletrabajo o hasta tres. Solo dos firmas lo tienen prohibido para sus empleados y otras dos dan libertad total a su profesionales, pudiendo trabajar totalmente en remoto si lo desean.
El trabajo en remoto no sólo trastocó a los gestores de los despachos, también al sector inmobiliario por el potencial efecto que podría tener en el alquiler de oficinas. En este sentido, la práctica totalidad de las firmas encuestadas aseguran que no han reducido su espacio. Solo un despacho mediano confirma que ha reducido el tamaño de sus oficinas a raíz del teletrabajo.
En cifras, un informe de Savills referido al primer semestre de 2024 apunta que en Madrid los despachos tienen contratados 25.975 metros cuadrados de alquiler de oficinas. Se trata de la segunda cifra más alta de la serie histórica desde el año 2020. El récord se logró en 2022 con casi 30.000 metros cuadrados.
En declaraciones a este diario, los socios directores de los bufetes encuestados ponen en valor la flexibilidad de sus modelos de trabajo y la eficiencia que se ha ganado gracias a la tecnología, pero los datos también desvelan que no es oro todo lo que reluce. Aunque para la mayoría de bufetes el teletrabajo no ha tenido ningún efecto e incluso cinco firmas apuntan a un impacto “positivo”, resulta interesante que casi una cuarta parte de los encuestados alerta de un impacto negativo en la formación de las nuevas hornadas de abogados. ¿El motivo? Un menor contacto personal diario con el despacho, los socios y el resto de profesionales se puede traducir en un menor aprendizaje, dificultad para tratar a un cliente y/o un menor arraigo con los valores y la cultura de la firma, entre otros riesgos.
Ese impacto negativo, según desvelan varias firmas, se ha contrarrestado con la reducción del trabajo en remoto para los juniors o, en algunos casos, su prohibición en el primer año de carrera. El objetivo pasa por que las nuevas generaciones se ‘empapen’ del trabajo del despacho en sus primeros años antes de beneficiarse de estas medidas de flexibilidad que, en algunos casos, se gradúan en función de la ‘seniority’ del abogado.
El problema, según admiten muchos socios ‘sottovoce’, es que la abogacía es una profesión en las que el horario lo marca el cliente y sus necesidades. La exigencia de disponibilidad es alta -incluidos fines de semana y periodos vacacionales- y es una posibilidad real que un viernes por la tarde entre trabajo que tenga que estar hecho para el lunes a primera hora. Son todavía muchos los que están dispuestos a hacer un elevado sacrificio por su carrera, pero también es cierto que desde el sector hay quien advierte que la carrera a socio ya no es tan atractiva como antes y los despachos tienen que darle una vuelta para hacerla más atractiva.
Jóvenes a la fuga
A nivel global, la declaración de la pandemia marcó un punto de inflexión para los trabajadores en general. En Estados Unidos provocó la llamada Gran Renuncia, un movimiento que llevó a muchas personas descontentas a dejar sus trabajos. Se trataba de profesionales que ya estaban desencantados con su trabajo y que ‘gracias’ a la pandemia tomaron la decisión de irse. En España, algo más de tres millones de personas dimitieron el año pasado de sus puestos de trabajo, un 4,4% más con respecto al año pasado, según los datos de la Seguridad Social.
En el caso del sector legal, hay unanimidad entre los despachos consultados que los profesionales que más rotaron entre 2020 y 2021, primer año de la pandemia, fueron los abogados más jóvenes. En un despacho internacional añaden que algunos de los abogados les trasladaron que no cambiaban de despacho, sino que dejaban la abogacía para dedicarse a otra cosa.
Cinco años después, la mayoría de bufetes apunta que los porcentajes de rotación se han estabilizado, frente a casi un cuarto que admite que se ha elevado y otro cuarto que considera que es menor respecto a 2019.
Las medidas incorporadas por los despachos para hacer más atractivas sus ofertas son muy similares entre firmas y pasan por flexibilidad horaria, mayor formación, aumento de beneficios sociales, mejora del seguro médico, programas de salud mental y revisión de bandas salariales.
No obstante, aunque la rotación no parece ser un problema a día de hoy, sí lo es la incorporación de nuevos profesionales. Una abrumadora mayoría de firmas consultadas señala que la competencia por el talento es más alta que antes de la pandemia y tres firmas van más allá al señalar que es “mucho más alta”.
Estos resultados confirman la escasez de talento alertada por muchas firmas en los últimos años y que les ha llevado a una escalada salarial -insostenible para muchas firmas- con el objetivo de captar a los mejores juniors. Tras dos años de fuertes alzas, el último estudio anual de la consultora Signium apunta a un cambio de tendencia que lleva a los abogados senior a liderar las subidas en el último año.
En cualquier caso, el problema para encontrar los mejores profesionales no es un problema exclusivo del sector legal: según los datos de la Guía del Mercado Laboral 2025 elaborada por la consultora Hays, el 89% de las empresas tiene problemas para encontrar profesionales, un 8% más respecto al ejercicio anterior. Esas dificultades se repiten a la hora de retenerlos, donde un 22% de las compañías -frente al 12% del año anterior- admite problemas para evitar las salidas de sus profesionales.
Tecnología y productividad
Los resultados de la encuesta también afloran una interesante correlación entre productividad y tecnología. La práctica totalidad de las firmas confirman que el uso de la tecnología en su trabajo diario se ha multiplicado y hasta 11 bufetes apuntan a un cambio exponencial. Esas mismas firmas confirman, además, que los niveles de productividad en comparación con 2019, último año antes de la pandemia, son más altos. Solo cuatro firmas mantienen los mismos niveles y otras cuatro apuntan a un crecimiento todavía más fuerte.
El crecimiento del uso de la tecnología en los despachos va más allá del uso de un portátil para teletrabajar y ha cambiado la manera en la que los bufetes se relacionan con sus empleados, clientes y resto de stakeholders, con mayor o menor acierto. De un formato netamente presencial de reuniones con clientes y empleados, las firmas han pasado a un sistema híbrido que combina presencialidad y online.
Antes de la pandemia, casi todos los despachos optaban por reuniones presenciales tanto para tratar asuntos internos como con los clientes. A día de hoy, la fotografía ha cambiado y la mayoría de reuniones internas de las firmas se desarrollan por videollamada.
En el caso de las citas con los clientes, el formato presencial es el preferido, pero las reuniones online le pisan los talones. Para algunas firmas, la combinación de reuniones presenciales y telemáticas es la tónica habitual tanto con clientes como con empleados.
En conclusión, la pandemia ha demostrado que el sector legal, pese a su conservadurismo, ha sabido adaptar sus estructuras y su forma de trabajar a una nueva era marcada no solo por la tecnología, también por un cambio en la forma de pensar -y de relacionarse con el trabajo- de las nuevas generaciones que liderarán las firmas el día de mañana.
Dentro de tres días se cumplen cinco años desde que el Gobierno declarase el estado de alarma por la pandemia del coronavirus. El mundo desde entonces ha cambiado para siempre y la abogacía no ha escapado de esa transformación. Las firmas luchan por preservar su cultura y su identidad mientras se adaptan a las nuevas formas de trabajo y las demandas de las nuevas generaciones, que entienden su relación con el trabajo de una manera muy distinta a la de sus mayores.