El abogado al que temen Nacho Cano y Errejón: "El caso de Mouliaá no puede ir mejor"
Poco a poco, la generación de abogados mediáticos como Marcos García Montes o Teresa Bueyes empieza a dar paso a las jóvenes generaciones, de las que Arrién es referente
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Alguien tiene que hacer el trabajo sucio de impartir Justicia en Gotham, aunque las pésimas relaciones entre Batman y el Joker no lo pongan fácil. Cuando uno entra en el bufete de Alfredo Arrién (Madrid, 1984), lo primero en lo que se fija es un cuadro hiperrealista en el que el abogado trata de mediar entre los personajes de DC Cómics. El cuadro, que tiene su gracia y le ha hecho viral en las redes sociales, merece una explicación.
PREGUNTA. ¿A qué viene este cuadro?
RESPUESTA. Un amigo pintor, Jorge Izquierdo Vera-Tudela, discípulo de Antonio López, que vive por aquí, y al que le había comprado algún cuadro, me ofreció un día hacerme un retrato. Le dije que vale, pero que no quería un retrato al uso, posando de pie en mi despacho, sino algo que reflejara mejor mi trabajo, como una mediación entre Batman y el Joker.
P. ¿Qué dijo el pintor?
R. Se rio, pero le pareció buena idea. Quedó un cuadro maravilloso.
P. Correcto. ¿Es un espejo de su día a día?
R. Sí, he tenido que mediar entre personajes peores que Batman y el Joker [risas]. Ya más en serio, encontrar puntos de acercamiento entre dos personas que colisionan en un juicio, como Íñigo Errejón y Elisa Mouliaá, no es sencillo.
P. Entre Errejón y Mouliaá a lo mejor hubo amor alguna vez, pero Batman y el Joker llevan a hostias desde que el mundo es mundo, ¿no?
R. Hay una escena de El caballero oscuro en la que el Joker le dice a Batman que son dos imanes condenados a chocar y que salten chispas. Nacho Cano no solo está convencido de que lo ha hecho todo bien, sino haber hecho El Bien en general. Y Leslie [becaria denunciante de Malinche] está segurísima de lo contrario. ¿Quién para ese choque?
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Alfredo Arrién se crio en Prosperidad, barrio histórico del noroeste de Madrid, estudió en Prosperidad y su bufete (Paredes y Asociados) está en Prosperidad, lejos de los grandes poderes judiciales del eje de la Castellana, lo que no le ha impedido ser el abogado con más focos ahora mismo, defensor de Elisa Mouliaá (caso Errejón), Lesly Guadalupe Ochoa (caso Nacho Cano) y Nilson Domínguez (testigo del caso Daniel Sancho que acusa a la defensa de intentarle comprar). Un bufete de barrio venido arriba. Con un toque heterodoxo: Lesly Ochoa cantando a la puerta del juzgado (ahora explicaremos esto al detalle) o Arrién defendiendo al juez Adolfo Carretero cuando media España le atizaba por su interrogatorio salvaje a Elisa Mouliaá.
A los 25 años, cuando lleva un par de cursos ejerciendo, rascando clientes aquí y allá, tuvo su primer caso explosivo: una prostituta nigeriana que acusaba a un policía nacional de agresión sexual y nadie la creía. Típico asunto que, salvo en las películas, siempre acaba mal para la víctima. Arrién le animó a denunciar y se personó como acusación particular. No creerían qué juez tramitó el asunto: Adolfo Carretero. ¿El más difícil todavía? Pues no. Carretero pidió las cámaras de seguridad de la Casa de Campo, donde se vio a la prostituta "huyendo despavorida del coche del agente completamente desnuda". Carretero, juez de instrucción, mandó el caso a la Audiencia Provincial. Espejo Público cubrió el asunto. El policía fue condenado a catorce años de prisión. Arrién salió empoderado de su primer caso mediático/campo de minas. Corría el año 2010. "Susanna Griso trató mucho el caso y empecé a tener más clientela. Para empezar, muchos nigerianos, pero no solo. Fue una mezcla de salir en la tele y el boca a boca", recuerda Arrién.
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El siguiente arreón fue el caso Pepe Lomas: librero octogenario acusado de matar a un hombre que entró en su casa a robar. Arrién ejerció la acusación. Lomas fue condenado a varios años de cárcel. "Fue un caso muy polémico y muy politizado en el que la izquierda defendía el derecho a la vida y la derecha a defender la propiedad privada, incluso con la violencia, derecho, también de las películas, que no existe en el ordenamiento jurídico español. A raíz de ahí, me vinieron un montón de casos famosos de golpe, alternado con épocas más tranquilas", asegura el penalista.
Lo que pasa ahora es que a Arrién le "han venido varios asuntos mediáticos de golpe".
Con toda España escandalizada por las acusaciones a Íñigo Errejón, los medios echando chispas y el patio político revuelto, solo faltaba que apareciera un juez de instrucción inflamado para subir la temperatura del caso a 200 grados. La opinión pública no entendió que Carretero sometiera a un tercer grado a la denunciante. El Consejo General del Poder Judicial le abrió expediente. Acorralado por las críticas, el juez pidió amparo. El flotador le llegó del lugar más inesperado.
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P. En caliente, lo lógico para los intereses de su cliente podría haber sido criticar la actuación del juez, pero usted le defendió. ¿Por qué?
R. Nunca te acostumbras del todo al carácter de Carretero. Es un juez muy autoritario, que grita mucho, que se enfada… pero es sumamente legalista. Conoce la ley muy bien, sabe aplicarla y, se ponga como se ponga, es bastante razonable. Hace 17 años, cuando denuncié al policial nacional por falso atestado, toda la comisaría se puso del lado de su compañero (la policía no puede ser más corporativa). ¿Quién me creyó a mí? Carretero. Es un juez duro, pero…
P. ¿Es importante conocer al juez para afrontar el juicio?
R. Siempre será más fácil todo para el abogado experimentado. Puedes tener estrategias diferentes según el juez. El 90 % del derecho es conocer la ley; el resto, transmitirla, el factor emocional cuenta. Yo no le hablo igual a mi cliente, al juez o a un periodista.
P. ¿Prefiere un juez blando o uno duro?
R. Depende. Te amoldas. La jueza del caso Nacho Cano, por ejemplo, es muy blandita. Muy suave. Tiene mucha paciencia y admite todo. Es su modo de trabajar. Carretero es otra cosa. ¿Qué me viene mejor a mí como estrategia en el caso Errejón? ¿Repetir la declaración de Elisa? No. Me interesa un juez fuerte, duro, que la haya desestabilizado, pero Elisa salió del paso rellenando las lagunas y convenciendo al juez —conocido por ser prohombres— tras ese interrogatorio. Con una jueza blandita, la declaración de Elisa podría haber sido cuestionada en otro sentido.
P. ¿Cómo salió Elisa Mouliaá del interrogatorio?
R. Desmoronada. Necesitó diez minutos para recomponerse tras haber revivido todo. No había sido un trago fácil, pero fue consciente de que estaba peleando para que se hiciera justicia.
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P. ¿Por qué acabó Elisa Mouliaá con usted? Antes tenía otra abogada.
R. No lo sé bien. Me llamó un día y me dijo: "Mi representante me ha dado tu teléfono porque dice que eres buen abogado". Yo al principio, con lo que veía en la prensa, no la creía. Pero la primera vez que hablé con ella, resolvió todas mis dudas. Le pregunté: "¿Por qué te expusiste a Errejón una segunda vez?". "Porque estaba borracha, Alfredo". "¿Borracha? ¿Por qué no lo has contado antes? ¡Es fundamental para que tu historia tenga coherencia. ¿Por qué dijiste que la experiencia no te había afectado?". "Sí que lo hizo: tomé medicación y fui al psicólogo". "¡Pues cuéntalo?" ¿Y las conversaciones con Errejón después de los hechos? Fueron muy muy esporádicas. Pasó de hablar con él seis veces al día a, después de los hechos, ocho veces más en tres años, no conversaciones, trámites puntuales. Quería seguir manteniendo contacto con él de alguna manera, pero no le volvió a ver nunca.
P. ¿Por qué mantener el contacto?
R. Yo tampoco lo entendía bien, pero el psiquiatra José Cabrera me explicó que era muy habitual que las víctimas no cortaran 100 % el contacto con sus verdugos.
P. ¿Para?
R. Necesidad de que el otro reaccione en algún momento y le pida perdón. Cabrera me dijo algo que me marcó. Hay algo que une más a las personas que el amor: el odio.
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P. La defensa de Errejón ha pedido los presuntos contratos de Mouliaá para dar entrevistas en exclusiva con Mediaset. Arrimarse a los medios, ¿perjudica su imagen?
R. Desconozco qué habrá cobrado por hablar en De Viernes, sí sé que dijo que lo iba a donar todo el 8 de marzo a una fundación, entonces. Para que haya ánimo espurio, la jurisprudencia habla de motivos previos, el yo voy a denunciar a este, porque me acabarán pagando una indemnización no vale, porque es una hipótesis incierta. Ella no podía saber de antemano que le acabarían pagando entrevistas tras denunciar.
P. ¿Sus intervenciones en televisión son parte de la estrategia legal?
R. No, pero es cierto que ahora la cree más gente que antes de abrirse en canal en las entrevistas.
P. ¿El interrogatorio duro de Carretero también ha servido para que la opinión pública se ponga más del lado de ella? La formas del juez han indignado a mucha gente…
R. Hombre… La ha beneficiado mucho. Su caso no puede ir mejor, la verdad, estamos muy contentos.
P. ¿Qué futuro judicial le espera a Errejón?
R. La gente cree que se está jugando pasar la vida en la cárcel, pero no es así. Son tocamientos sin penetración. Si a Errejón se le hubiera aplicado su propia ley [el Sí es sí, que tramitó Podemos en Igualdad, respaldó el partido de Errejón y dejó caer el PSOE], que equiparaba abuso y agresión, habría sido prisión segura para él, porque todo era agresión sexual y lo que decía la víctima iba a misa. Eliminar el abuso sexual del código penal tenía muchas flaquezas, igual que no es lo mismo hurtar, robar y entrar armado en casa habitada. Por robar en un Zara, te multan; si atracas un banco con rehenes, vas varios años a la cárcel. ¡No puede ser la misma pena! Es importante tener un espectro amplio de tipos. Por ahí naufragó el Sí es sí. Era una barbaridad. Yo critiqué la ley en un artículo, pero para que no me tacharan de extrema derecha, dije también que algunas cosas del Gobierno me gustaban. Para equilibrar. Intento ser neutral, ni de izquierdas ni de derechas, y hacer bien mi trabajo. El Sí es sí fue un error técnico, también una estrategia consciente del PSOE, que aprovechó para desgastar a lo bestia a Podemos.
"Si siguiera vigente la ley del sí es sí, que Errejón apoyó, hoy estaría en gravísimos problemas"
P. El caso Nacho Cano se ha enredado bastante en los tribunales y en la prensa, ¿verdad?
R. La estrategia del bufete de Nacho Cano, Cremades, ha consistido en tocar todos los palos. En vez de centrarse en el debate jurídico de los hechos, guerra sucia de guerrillas…
P. Siga.
R. Han atacado a la policía, a la jueza, al decano, a la abogada [antes de Arrién, estuvo Beatriz Uriarte]. Tratan de ir destrozando poco a poco los procedimientos. La jueza ha intentado centrarse estrictamente en los hechos, pero claro, la primera abogada de Lesly Guadalupe desistió porque empezó a salpicarle la guerra sucia. A machete.
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No podemos dejar el bufete sin preguntarle por el episodio de Lesly Guadalupe. La joven mexicana, que acusa a Nacho Cano de un presunto delito contra los trabajadores, se arrancó a cantar Lucha de gigantes, de Antonio Vega, a las puertas de los juzgados. Sin embargo, la gente no se quedó con la impactante actuación, sino con las caras de su abogado, que la contempla con la máxima seriedad, como si no se esperase la actuación.
Pista: sí lo esperaba. "Yo le dije: 'Lesly, ya te han puesto una denuncia. En el momento en el que digas a la prensa que Nacho Cano es blablabla, te caerá otra denuncia. No puedes decirle nada a la prensa'. Hay que entender el contexto: el estado emocional de una chica que traen de México para formarse, pero donde dije digo digo Diego, y acaba viviendo tres días en la calle. Es una hormiguita angustiada enfrentándose a un proceso monstruoso. Está abrumada, pero no se quiere callar, quiere explicarse, aunque cualquier palabra suya a la prensa iba a ser malinterpretada y objeto de nuevos ataques", explica Arrién.
"Así que decidimos que cantase Lucha de gigantes", continúa el abogado. "El caso tenía algo de poesía: españoles que traen a latinos a España para explotarles y uno se les rebela... es exactamente la historia de Malinche, sobre la obra de Cano. Le dije: 'si tu caso es simbólico, hagamos algo simbólico para la prensa. El juzgado como "monstruo de papel" que te va devorando. La lucha contra un gigante. Un mensaje de cómo se sentía. Como nunca sabes cómo van a interpretarse estas cosas, al final viralizó en parte por las caras que ponía yo mientras cantaba a la prensa. Si pongo caras raras en algún momento, con sinceridad, es porque estaba a punto de descojonarme de risa".
Con Mouliáa estuvo a punto de repetir estrategia, si bien al final dejaron la interpretación para la tele: "Cuando me contrató Elisa, a la que también recomendé decir lo mínimo a la prensa en la puerta de los juzgados, me pidió cantar también porque, además, canta muy bien. Pero en ese caso lo pensamos mejor, dado que es un asunto muy jodido, y con alta sensibilidad política, cantar no era la mejor idea. Finalmente, Elisa preparó un poema muy bonito que leyó cuando apareció en el programa De Viernes.
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P. ¿Hay demasiado show en los juzgados españoles?
R. Quizá se ha revivido un poco el show de los ochenta con Ruiz Mateos disfrazado de Superman y pegando capones a instancias de sus abogados. La justicia pasó luego por una etapa muy seria, como tiene que ser mayormente. Me explico: lo de Lesly tenía sentido y no era una ninguna broma, pero también hay que saber cuándo dar un poco de espectáculo. Yo sé lo que hay que ofrecerle un juez y lo que hay que ofrecerle a la prensa.
P. ¿Cuál es el papel de la prensa en este espectáculo?
R. Mira, unos clientes míos entraron en la casa del presidente de la Audiencia Nacional. Intenté por todos los medios que no se filtrara, pero se acabó sabiendo. Así que sí, hay casos delicados que requieren más discreción que otros. O escabrosos, como el del asesino de Logroño, al que defiendo, que mató a su mujer y a sus hijas. La prensa pide información, pero es un crimen tan desagradable que creo que requiere más perfil bajo.
P. ¿Le incomoda ser el malo de la película en este caso?
R. No, eso me da igual, me limito a intentar aplicar la ley, puedo defender a quien sea.
Alguien tiene que hacer el trabajo sucio de impartir Justicia en Gotham, aunque las pésimas relaciones entre Batman y el Joker no lo pongan fácil. Cuando uno entra en el bufete de Alfredo Arrién (Madrid, 1984), lo primero en lo que se fija es un cuadro hiperrealista en el que el abogado trata de mediar entre los personajes de DC Cómics. El cuadro, que tiene su gracia y le ha hecho viral en las redes sociales, merece una explicación.