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"¡Abogado, termine ya!": los juicios virtuales llegan para revolucionar la formación jurídica
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Creada por una empresa española

"¡Abogado, termine ya!": los juicios virtuales llegan para revolucionar la formación jurídica

La aplicación Chiara Legal recrea con extremo realismo vistas o reuniones con clientes para evaluar y enseñar a los letrados cómo mejorar sus habilidades comunicativas y capacidad de convicción

Foto: Antonio Serrano, director de negocio, y Soraya del Portillo, fundadora y CEO de Chiara Legal. (Sergio Beleña)
Antonio Serrano, director de negocio, y Soraya del Portillo, fundadora y CEO de Chiara Legal. (Sergio Beleña)

El efecto es instantáneo. Al ponerse las gafas de realidad virtual y seguir los pasos necesarios para entrar en la sala de vistas de un juzgado, al usuario de Chiara Legal le invade la ansiedad propia de cuando uno se convierte en el centro de las miradas de un grupo de desconocidos —o no necesariamente desconocidos—. Si gira la cabeza a la izquierda, puede ver a una jueza de carne y hueso observándole impaciente y con cara de pocos amigos. Enfrente, una abogada le mira fijamente con un gesto entre la expectación y el recelo. Mientras, a la derecha, varios ciudadanos sentados en las bancadas para el público se debaten entre la respetuosa atención y el jugueteo distraído con sus teléfonos móviles. En apenas un segundo, el corazón se le acelera y un repentino calor brota del interior de su cuerpo. Da igual que sea consciente de que se trata de un programa informático. Las sensaciones que percibe el usuario son absolutamente reales.

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"Buscábamos la manera de engañar al cerebro para hacerle creer que realmente se enfrentaba a una situación real", explica Soraya del Portillo, consultora de RRHH y fundadora y CEO de Chiara, aplicación lanzada al mercado en 2018 para ayudar a mejorar la oratoria de directivos, políticos y trabajadores, y que, desde hace unos meses, cuenta también con un vertical específico para abogados: Chiara Legal. El programa consiste en un simulador de realidad virtual que recrea distintos escenarios ante los cuales el usuario debe intervenir, lidiando con la ansiedad y el miedo —o pánico— que genera hablar en público. Y, al acabar el discurso o la exposición, la herramienta ofrece una evaluación completa de la intervención, incluyendo un conjunto de recomendaciones de mejora. "Analizamos cuánta credibilidad es capaz de aportar el abogado, que al final es el instrumento fundamental con el que cuenta para convencer al juez o seducir a un cliente", complementa Antonio Serrano, director de negocio de la compañía.

El primer factor diferencial de Chiara Legal frente a cualquier otra aplicación de este estilo es el realismo de sus escenarios. Las salas de vistas en las que se introduce al usuario no son entornos digitales creados por ordenador. Tampoco los jueces y los abogados de la contraparte son avatares. Las instalaciones son las de los Juzgados de Instrucción de la plaza de Castilla y la calle Rosario Pino, ambos en Madrid, adonde sus creadores acudieron a grabar. "Tuvimos la fortuna de que, no solo nos dejaron entrar con las cámaras en las salas, sino que los propios jueces accedieron a hacer de actores", expone Del Portillo, que relata, no sin cierta sorpresa, lo bien que muchos de ellos se metieron en el papel e interpretaron las situaciones que pueden darse en una comparecencia. En uno de los escenarios, el juez regaña al abogado por haberse dejado el móvil encendido o le urge a que vaya terminando. En otro, alguien del público sufre un ataque de tos y el magistrado se exaspera y le expulsa de la sala, o entra un funcionario para pedirle a su señoría que le firme unos papeles.

"Todas ellas son circunstancias que pueden darse en el juzgado y con las que los abogados tienen que lidiar", explica Serrano, profesor de oratoria en varios másteres, "pero que difícilmente pueden enseñarse o practicarse durante la formación". Chiara Legal, en cambio, las recrea con el realismo necesario para que los letrados se enfrenten a la presión y tensión que se viven en un juicio, y sean capaces de entrenar su concentración y expresión oral en medio de la frialdad burocrática de la sala de vistas y el ajetreo que proviene de los pasillos del juzgado. "En algunos escenarios puede escucharse, incluso, el ruido de varios policías que nos pasan por detrás. La inmersión en cómo es el ambiente de un juzgado es total", describe Soraya del Portillo.

placeholder Foto: S. Beleña.
Foto: S. Beleña.

Pero Chiara Legal no solo sirve para abogados procesalistas. Junto con las seis salas de juzgados, la aplicación también cuenta con seis salas de reuniones con clientes, un escenario que permitirá a los letrados entrenar sus dotes comerciales, en las que la persuasión y la capacidad de transmitir confianza son claves. En estos encuentros, los profesionales deben lidiar con un público variable —a veces, seis o siete personas; en otras ocasiones varias decenas— en el que se combinan gestos de aprobación, otros que muestran desacuerdo o circunstancias aleatorias, como que alguno se levante y abandone la habitación. "Tenemos varios formatos formativos, pero nos adaptamos a las necesidades del cliente", señala Serrano. "Incluso, podemos completar nuestros escenarios con alguno ad hoc", explica Del Portillo, que desvela que, para una escuela de negocio, grabaron incluso su propio auditorio para crear un escenario específico para que sus estudiantes pudieran practicar las presentaciones de su TFG (trabajo de fin de grado).

Pero, "lo mejor", en opinión de Del Portillo y Serrano, más allá del "efecto wow" que se produce al sumergirte en el realismo de la sala de vistas de los juzgados, es la evaluación posterior que recibe el usuario. Porque la aplicación, gracias a la inteligencia artificial, está enseñada para escuchar y analizar los movimientos del orador. "Evalúa hasta 25 parámetros distintos, décima de segundo a décima de segundo", explican. Entre ellos, la entonación, el volumen de la voz, el lugar de la mirada, el ritmo de locución, el uso de coletillas o muletillas, o el empleo de términos jurídicos que refuerzan la credibilidad técnica del discurso. "Al terminar, Chiara Legal te ofrece un mapa de calor sobre dónde has estado situando tus ojos y también un informe cualitativo y cuantitativo sobre tu oratoria", expone Serrano. Así, al acabar el entrenamiento, al usuario le aparece un video en su móvil de entre 5 y 9 minutos, con un coach que le hace una valoración crítica de su intervención y una serie de consejos de mejora.

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Imagen de uno de los escenarios de Chiara Legal.

Esta evaluación instantánea, reflexiona Soraya del Portillo, es esencial para operar cambios en el usuario. "En psicología aprendes que las modificaciones del comportamiento tienen mayor efecto sin son inmediatas", asevera. También el contar con parámetros que, cada décima de segundo, analizan al orador. "A un directivo, Chiara le recomendó no girar tanto la cabeza hacia la presentación de PowerPoint. Él, contrariado, dijo '¡pero si no la he mirado en ningún momento!', pero, al ver el mapa de calor de dónde situaba su vista, cayó en la cuenta de que se apoyaba en ella todo el rato", revela la consultora.

Para adaptar la evaluación que Chiara ofrece al orador a las especificidades de un juicio, sus creadores se han apoyado en los consejos de Purificación Pujol, autora del libro Manual de Actuaciones en Sala; Técnicas Prácticas del Proceso Civil (Editorial La Ley), uno de los textos más completos en nuestro país para el aprendizaje práctico de los abogados. Por ello, además de corregir al que abusa de las muletillas o usa un tono demasiado monótono, el programa también analiza si el usuario ha leído su alegato, algo no permitido, o no ha mirado al juez en todo su discurso, lo que podría revelar un estado de nervios excesivo que mina su credibilidad. También tiene en cuenta, por ejemplo, si el profesional ha empleado referencias normativas o jurisprudenciales que refuercen su argumentación.

placeholder S. B.
S. B.

Tras el éxito de Chiara, que están usando ya empresas del Ibex, tres de las cuatro Big Four, escuelas de negocio, Administraciones Públicas o, incluso, la Agencia EFE —para quien han recreado, desvelan, el escenario de una rueda de prensa y un canutazo—, la compañía ha iniciado la comercialización de Chiara Legal. De momento, aseguran, más que entre los despachos de abogados, la aplicación ha generado mucho interés en las universidades con estudios de Derecho y escuelas de negocio con másteres jurídicos, no solo en España. Una facultad chilena, de hecho, les ha solicitado 150 licencias, a pesar de no tener adaptada la aplicación a los giros lingüísticos y a las especificidades del Derecho de ese país. No es de extrañar. Hay estudios que apuntan a que casi el 80% de los ciudadanos sufren glosofobia, el pánico a hablar en público. Una habilidad, sin embargo, que cada vez gana más peso en los entornos profesionales.

En todo caso, sus creadores trabajan ya por mejorar el producto. "El gran salto cualitativo nos lo dará cuando incorporemos la bidireccionalidad", adelanta Del Portillo. ¿En qué consiste este avance? En que el usuario no se insertará en una grabación en la que siempre se suceden las mismas interacciones, sino que estas variarán en función de cómo responda el orador. "Imagínate poder preparar una testifical o una pericial en la que, las respuestas del testigo o el perito, dependan de lo que les diga el abogado; eso nos abriría un mundo de posibilidades infinitas, como recrear un escenario, por ejemplo, de negociación entre abogados", anticipa Antonio Serrano. Un desarrollo de alta complejidad técnica, pero que, sin duda, sería un paso más en la revolución de la formación jurídica que ya supone esta aplicación.

El efecto es instantáneo. Al ponerse las gafas de realidad virtual y seguir los pasos necesarios para entrar en la sala de vistas de un juzgado, al usuario de Chiara Legal le invade la ansiedad propia de cuando uno se convierte en el centro de las miradas de un grupo de desconocidos —o no necesariamente desconocidos—. Si gira la cabeza a la izquierda, puede ver a una jueza de carne y hueso observándole impaciente y con cara de pocos amigos. Enfrente, una abogada le mira fijamente con un gesto entre la expectación y el recelo. Mientras, a la derecha, varios ciudadanos sentados en las bancadas para el público se debaten entre la respetuosa atención y el jugueteo distraído con sus teléfonos móviles. En apenas un segundo, el corazón se le acelera y un repentino calor brota del interior de su cuerpo. Da igual que sea consciente de que se trata de un programa informático. Las sensaciones que percibe el usuario son absolutamente reales.

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