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De Kiev a Tarragona: la diseñadora ucraniana que plasma la guerra en un top
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De Kiev a Tarragona: la diseñadora ucraniana que plasma la guerra en un top

El 23 de febrero de 2022, Ksenia Karpenko aterrizó en Barcelona para pasar unas vacaciones en familia. Horas después, Vladímir Putin anunció el inicio de la guerra

Foto: Ksenia Karpenko, frente a sus diseños, en la tienda madrileña Tul Vintage. (I. C.)
Ksenia Karpenko, frente a sus diseños, en la tienda madrileña Tul Vintage. (I. C.)
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El 23 de febrero de 2022, la diseñadora Ksenia Karpenko aterrizó en Barcelona con la intención de pasar unos días de vacaciones con su familia. Eran las primeras que disfrutaba desde que comenzó su negocio de moda en 2017. Poco después, la madrugada del día 24, Vladímir Putin anunció en un discurso televisado la puesta en marcha de una "operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar" Ucrania. La guerra había comenzado. "Pasé de ser turista a refugiada en cuestión de horas", rememora. Desde entonces, no ha regresado.

Ahora, Karpenko vive en Tarragona y desde ahí se coordina con su equipo, todavía en Kiev, para dar a conocer sus diseños en España y el resto de Europa. Recibe a El Confidencial en la boutique madrileña Tul Vintage, a escasos metros del Retiro, con la que acaba de cerrar un acuerdo para exponer su nueva colección. "El año anterior a la guerra fue uno de los de mayor éxito en el negocio. Nos iba muy bien. A finales de 2021 abrí un local de primera categoría en el centro", detalla. Su equipo estaba formado por cerca de una veintena de personas que daban vida a sus bocetos desde un taller en las afueras de la capital ucraniana, pero, con el conflicto, muchas abandonaron el país y su personal quedó reducido a la mitad. "Es muy duro pensar que lo has perdido todo y tienes que volver a empezar de cero. Tu vida, tu país, tu negocio. Pero había que intentarlo", cuenta.

placeholder Diseños de la colección Love, de Ksenia Karpenko. (I. C.)
Diseños de la colección Love, de Ksenia Karpenko. (I. C.)

Dos semanas antes del anuncio de Putin, su taller recibió un encargo de telas para la nueva colección que estaba preparando. Durante los siguientes meses, trabajaron sin descanso. "Íbamos contra reloj porque teníamos que cumplir con los plazos de producción. Trabajamos día y noche, lo que fue especialmente duro para mis compañeros, ya que en ese periodo había muchos cortes de electricidad por la noche para evitar los bombardeos de Rusia", narra. El resultado fue una colección alumbrada bajo el ruido de las sirenas que Karpenko bautizó como Love, como símbolo de que "el amor siempre encontrará su camino".

Además de su local en Kiev y el establecimiento madrileño, la diseñadora comercializa su colección en Vasquiat, un marketplace de moda de lujo nacido en Barcelona, y algunos pequeños locales en Santander, León y Cádiz que reúnen prendas de varias firmas de moda poco conocidas. También participó en la Première Vision, la mayor feria textil a nivel internacional y antesala de la semana de la moda de París, y presentó sus prendas en salas de exposición de Milán para minoristas durante la Milan Fashion Week. Sus resultados, relata, han descendido un 60% en comparación con lo que solía facturar antes de la invasión de Rusia, pero por lo menos su negocio "sigue adelante", celebra.

Musas: el pueblo ucraniano y Santa Tecla

Más allá de mantener su negocio profesional, Karpenko confiesa que la nueva colección le ha ayudado a canalizar la mezcla de sentimientos surgidos a raíz de la guerra. "Diseñar para un nicho de mercado y no de forma masiva exige una energía especial, y fue difícil encontrarla. Pero luego el trabajo se convirtió en algo terapéutico, ya no solo porque nos daba la oportunidad de escapar de lo que estábamos viviendo, sino porque estábamos creando algo hermoso en un momento muy oscuro", reflexiona. Después del lanzamiento, agrega, Love también le ayudó como un instrumento de empoderamiento para evitar verse simplemente como una refugiada, como una víctima. "Me hacía sentirme yo misma y no una persona cuyo país ha desaparecido solo porque alguien decidió que esa tierra sería suya", medita.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin. (Sputnik/Pavel Byrkin)

La guerra (o, más bien, el rechazo a ella) es una de las grandes inspiraciones de Love. Se revela en los colores, predominantemente cálidos y brillantes —para "reivindicar la luz en tiempos de oscuridad", concreta—, y en los diseños de aves y peces que adornan gran parte de las prendas. "Nuestros antepasados creían que las aves y los peces son símbolos de un alma ucraniana libre", relata la diseñadora. Otro emblema recurrente, añade, es la cruz de san Miguel, ya que, según la Biblia, este arcángel fue de los primeros en combatir el mal.

placeholder Varias prendas de la diseñadora. (I. C.)
Varias prendas de la diseñadora. (I. C.)

Su estancia en España también ha servido a la ucraniana para sus diseños. De hecho, otra de sus grandes musas fue la catedral de Tarragona y, en concreto, su patrona, santa Tecla. "Era una mujer muy fuerte y poderosa. La golpeaban constantemente a causa de su fe, pero nunca sucumbía", alaba. De la construcción, admira las vidrieras, los frescos y la mezcla de culturas romana, cristiana y musulmana que convergen. "A mí me gusta mucho mezclar, así que la primera vez que entré en la catedral, salí maravillada y llamé directamente a mi compañera en Kiev para contarle las ideas que iban surgiendo en mi cabeza", recuerda.

De investigación periodística a moda de lujo

Antes de fundar su firma de moda, Karpenko trabajó durante varios años como periodista de investigación en la revista semanal ucraniana Korrespondent. En uno de sus últimos reportajes, indagando en el núcleo duro del expresidente ucraniano Víktor Yanukóvich (en el cargo entre 2010 y 2014, año en el que fue destituido tras una legislatura de protestas constantes y acusaciones de corrupción y abuso que desembocaron en el levantamiento del Maidán), descubrió que su ministro de Hacienda no había recibido educación superior. "El trabajo era emocionante, pero las condiciones eran muy malas", evoca. Por aquel entonces, ya creaba prendas, aunque lo hacía como hobby. El éxito de sus diseños entre sus círculos cercanos le llevó a plantearse convertir su pasatiempo en su profesión y finalmente se decidió a hacerlo en 2013. "Con mis primeras ventas me pagué un curso en la London College of Fashion y en 2017 comencé mi negocio", detalla.

Foto: Una etiqueta de Conscious en unos pantalones de H&M que ya no podrán anunciarse así en Europa. (Reuters/Shannon Stapleton)

Ahora, el fast fashion ha sustituido a la corrupción política como su principal enemigo en el ámbito profesional. La creadora critica la pérdida de identidad y simbolismo en la moda, que ha pasado a convertirse en un negocio que explota a sus trabajadores y que está más centrado en el marketing y la necesidad de crear una demanda altísima e innecesaria en vez de en trasladar un mensaje. "La moda es arte, tiene la capacidad de expresar lo que el diseñador quiere decir. Pero no es lo hacen los grandes grupos. Buscan despertar el deseo de comprar por comprar y al final acabamos con nuestros armarios llenos de ropa, pero sin nada que ponernos", expresa.

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Ksenia Karpenko, en la tienda madrileña Tul Vintage. (I. C.)

En su opinión, el público (y, en especial, las nuevas generaciones) se ha saturado de este tipo de moda y reivindica un modelo más sostenible y responsable. Ahora bien, la diseñadora admite que la demanda de prendas sigue siendo alta. ¿Cómo se logra un punto medio entre ambas realidades? "Como minoristas, necesitamos averiguar cómo combinar estos dos elementos para satisfacer la necesidad de los usuarios, pero comprando menos. Una solución es hacer ropa versátil, que sirva para salir y para diario. O dar calidad y simbolismo a nuestras prendas para que duren más tiempo", enumera.

En lo que respecta a sus planes a medio y largo plazo, Karpenko subraya que su prioridad será "trabajar duro" para seguir dando a conocer su colección por el resto de España y empezar a expandirse por otros países europeos. "Ya tenía pensado internacionalizar mi marca, aunque como decisión empresarial dentro de un plan de negocio, no obligada por un conflicto casi medieval", reprocha. Regresar a Ucrania queda, por el momento, descartado. Al menos, hasta que termine la guerra.

El 23 de febrero de 2022, la diseñadora Ksenia Karpenko aterrizó en Barcelona con la intención de pasar unos días de vacaciones con su familia. Eran las primeras que disfrutaba desde que comenzó su negocio de moda en 2017. Poco después, la madrugada del día 24, Vladímir Putin anunció en un discurso televisado la puesta en marcha de una "operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar" Ucrania. La guerra había comenzado. "Pasé de ser turista a refugiada en cuestión de horas", rememora. Desde entonces, no ha regresado.

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