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Salir del armario en la abogacía de élite: "Dudé de si me podía perjudicar"
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Salir del armario en la abogacía de élite: "Dudé de si me podía perjudicar"

Varios despachos reivindican la necesidad de que el sector legal cree entornos seguros para el colectivo en una profesión en la que la confianza y la naturalidad son factores clave

Foto: Banderas arcoíris en balcones de Madrid. (EFE/Luca Piergiovanni)
Banderas arcoíris en balcones de Madrid. (EFE/Luca Piergiovanni)
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Ester Navas comenzó su carrera profesional en Baker McKenzie en 2006. Ingresó en el despacho como asociada en el Departamento Mercantil y apenas cinco años después alcanzó la sociatura. A pesar de llevar más de 16 años en la oficina madrileña, salió del armario como bisexual hace relativamente poco. "Cuando entré, estaba casada con mi exmarido y tenía a mis dos hijos mayores, así que automáticamente se me incluyó bajo el paraguas de la heterosexualidad. Unos años después se cruzó en mi vida la que hoy es mi mujer. Me enamoré, mi vida se puso patas arriba y me encontré con que tenía que salir del armario en un sitio donde llevaba 10 años trabajando", recuerda. En un primer momento, la socia reconoce que postergó el momento por las dudas de que pudiera perjudicarle, pero dio el paso en una cena de socios en la que podían ir acompañados de sus respectivas parejas. "La cena fue un jueves. El viernes todo el mundo hablaba de mí, pero el lunes ya había pasado a la historia", rememora.

Como Navas, muchos profesionales enfrentan el vértigo de revelar su orientación sexual o identidad de género dentro del ámbito profesional. Y aunque algunos acaban por revelarlo, una mayoría se inclina por ocultarlo. De acuerdo con una encuesta elaborada en 2018 por la Red Empresarial por la Diversidad e Inclusión LGBTI (REDI), solo el 38% de las personas pertenecientes a este colectivo en España está completamente fuera del armario en sus trabajos. Según el estudio, la razón que llevaba a ese 62% restante a mantenerlo en secreto era querer mantener su vida personal separada del trabajo por miedo a posibles prejuicios.

Ahora bien, ¿hasta qué punto pueden separarse estas dos esferas en un sector como el de la abogacía de los negocios, donde las largas jornadas obligan a pasar a menudo más tiempo en el bufete que en casa? Este es uno de los interrogantes al que varios bufetes intentaron dar respuesta hace unos días. En un evento organizado por Redi y celebrado en la sede de Uría Menéndez, abogados de grandes firmas y empresas se reunieron para afrontar los retos y oportunidades del colectivo LGTBI en el sector legal. Y uno de los principales obstáculos es, precisamente, la salida del armario.

Foto: Barrio de Chueca antes del comienzo del Día del Orgullo de 2020. (EFE)

En este punto, todos los profesionales insistieron en que se trata de una decisión personal, por lo que corresponde a cada persona elegir desde si quiere hacerlo o no hasta el cuándo y el cómo. No obstante, sí coincidieron en que se trata de una decisión especialmente relevante en el mundo de los grandes despachos. "En esta profesión, donde pasas tantas horas, mostrarte como tú eres es esencial para conectar con los compañeros y, en definitiva, escalar", subrayó Navas. En la misma línea se pronunció el 'legal director' de Microsoft, Asier Crespo. "No es raro que te toque trabajar hasta las dos de la mañana negociando una cláusula o cerrando un acuerdo. Hay una gran diferencia entre que te llame tu pareja y poder decir con naturalidad que era tu mujer o marido a que debas dejarlo en un 'me llaman de casa'. Levanta barreras con los compañeros", describió.

¿Cómo afecta esto a la carrera profesional? Según indicó el director jurídico, muchos bufetes siguen un plan de 'partnership' en el que los letrados van subiendo posiciones si cumplen determinados objetivos fijados previamente. Para alcanzar puesto de socio, sin embargo, algunas firmas se rigen por un sistema en el que una asamblea o comité formado por otros compañeros decide si promocionas. Y se apoyan no solo en criterios de facturación, sino también en otros elementos que incluyen lo personal. "Ocultar algo tan relevante puede impedirte ser auténtico, y eso se nota. Es muy difícil ser simpático y abierto en el trabajo si no puedes ser tú mismo", explicó Crespo.

Hay diferencia entre que te llame tu pareja y poder decir que era tu mujer o marido a un 'me llaman de casa'. Levanta barreras

En la misma línea, los abogados presentan una particularidad respecto a otros sectores, y es la relación que tienen con el cliente. "La confianza juega un factor esencial. Y para generar confianza, es necesario ser natural, y eso te obliga muchas veces a entrar en el terreno personal", relató Ibán Díez, socio en Menta Abogados. Una idea en la que profundizó el socio de Uría Menéndez Víctor Viana. "Por algún motivo, el ser humano suele percibir la impostura, aunque sea de forma inconsciente. Cuando identificas que alguien es honesto, conectas mejor. En el ámbito laboral, ocurre lo mismo", aseguró.

Formación LGTBI como tiempo facturable

A pesar de que la última decisión sobre si salir del armario o no corresponde al profesional, los letrados insistieron en que las firmas tienen una responsabilidad para crear entornos cómodos para el colectivo. "El abogado es el protagonista, pero la organización es el contexto. Si la estructura no es favorable a la visibilización de personas LGTBI, los profesionales no querrán identificarse como tales, pero si se favorece, el clima mejora y favorece que haya personas que quieran salir del armario; es un círculo vicioso que se retroalimenta", resumió Crespo.

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¿Cómo se genera ese ambiente cómodo? Los abogados enumeraron una serie de medidas que van desde pequeños gestos, como incluir una pequeña bandera arcoíris en la tarjeta identificativa (para que las nuevas incorporaciones sientan que están en un espacio seguro) o hacer una mención el porcentaje de personas pertenecientes al colectivo al informar de las promociones internas, hasta medidas de mayor calado, como la implantación de programas de formación.

En esta línea, Silvia Martínez, 'of counsel' en Hogan Lovells, sugirió que los bufetes pueden reforzar el mensaje de apoyo y hacer que el tiempo que se invierta en eventos o jornadas sobre esta cuestión forme parte de las horas facturables o de los criterios de un bono cualitativo. "Que el abogado entienda que dedicar tiempo a formarse en esto redunda en términos económicos", describió. Por su parte, Andrea Barracchini, 'legal counsel' para el área de EMEA en Repsol, puso el foco en fomentar iniciativas destinadas a los trabajadores de la empresa que no forman parte del colectivo o no muestran interés por él. "Ahí es donde realmente puede cambiar el clima de la empresa", aseguró.

Foto: Foto: iStock.

Más allá de todas estas iniciativas, Marta Vizcaíno, 'of counsel' en DLA Piper, aseguró que, para que el mensaje cale dentro de la organización, el 'top management' debe implicarse de forma real. Una afirmación con la que coincidieron Salvador Sánchez-Terán, socio director de Uría Menéndez, y Luis Fernando Guerra, su homónimo en Deloitte Legal y diputado de la Junta de Gobierno del Colegio de la Abogacía de Madrid (ICAM). En una intervención al comienzo del evento, Sánchez-Terán subrayó el apoyo que quiere prestar el bufete al colectivo LGTBI, mientras que el segundo, que clausuró el acto, incidió en el camino que le queda por recorrer a la profesión. "Todavía nos queda mucho por aprender. En la abogacía hay mucho ruido, muchos despachos pueden presumir de ciertas políticas, pero realmente pocos han creado un entorno cómodo para el colectivo. En el ICAM, tenemos que ser punta de lanza para que las organizaciones sean más responsables en este sentido", concluyó.

Ester Navas comenzó su carrera profesional en Baker McKenzie en 2006. Ingresó en el despacho como asociada en el Departamento Mercantil y apenas cinco años después alcanzó la sociatura. A pesar de llevar más de 16 años en la oficina madrileña, salió del armario como bisexual hace relativamente poco. "Cuando entré, estaba casada con mi exmarido y tenía a mis dos hijos mayores, así que automáticamente se me incluyó bajo el paraguas de la heterosexualidad. Unos años después se cruzó en mi vida la que hoy es mi mujer. Me enamoré, mi vida se puso patas arriba y me encontré con que tenía que salir del armario en un sitio donde llevaba 10 años trabajando", recuerda. En un primer momento, la socia reconoce que postergó el momento por las dudas de que pudiera perjudicarle, pero dio el paso en una cena de socios en la que podían ir acompañados de sus respectivas parejas. "La cena fue un jueves. El viernes todo el mundo hablaba de mí, pero el lunes ya había pasado a la historia", rememora.

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