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Los bufetes sufren la fuga de los jóvenes abogados: "Cobraba bien, pero no tenía vida"
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El sueldo no compensa

Los bufetes sufren la fuga de los jóvenes abogados: "Cobraba bien, pero no tenía vida"

Hacer carrera en una gran firma es una opción cada vez menos atractiva para los letrados de menos de 30 años. Los sueldos altos, afirman, no compensan la pérdida del tiempo libre

Foto: Una oficinista con mucho estrés. (iStock)
Una oficinista con mucho estrés. (iStock)
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No es fácil encontrar un hueco en la agenda de Lidia (nombre ficticio) para hablar con calma. Tras varios intentos, atiende al teléfono a primera hora de la mañana, antes de empezar el estudio. Tiene 26 años y lleva algo menos de uno preparando las oposiciones a inspectora de Hacienda. Antes de eso, estuvo en dos despachos de la élite de la abogacía española, pero lo dejó en marzo del año pasado. "Los horarios eran demasiado", confiesa. Ejercía en las áreas de Finance y Real Estate y, de normal, su jornada iba desde las 9:00 hasta las 21:00, pero en picos de trabajo podía estar hasta la una o dos de la mañana. O incluso más tarde si había que cerrar una operación. Una rutina a la que estaba acostumbrada y solo fue consciente de lo sacrificada que era después del confinamiento. "Veía a mi pareja y a mi compañera de piso, que hacen horarios normales. Luego veía a los que estaban por encima de mí en el despacho y me di cuenta de que no quería esa vida", relata. Pocas semanas antes de promocionar (con la consecuente subida de sueldo), decidió dejarlo.

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El de Lidia no es un caso aislado. Como ella, cada vez son más los jóvenes abogados que, tras probar cómo es ejercer en una firma de élite, abandonan estas organizaciones y se decantan por otras opciones laborales, como bufetes más pequeños, secciones legales de empresa u oposiciones del mundo del Derecho. La tendencia se percibe como tal dentro de los propios despachos, que en privado admiten sufrir una fuga de talento entre los letrados de entre dos y ocho años de experiencia y les obliga a reponer estos perfiles cada vez con mayor asiduidad.

"Desde septiembre del año pasado empezó a salir muchísima gente. Muchos bufetes nos lo han comentado con preocupación", describe Javier Moreno, ‘headhunter’ y socio fundador de IurisTalent. Los horarios interminables, la carga de trabajo muchas veces inasumible y la obligación de disponibilidad se está traduciendo en un goteo presente tanto en despachos grandes como medianos. Algunas veces, incluso, provoca salidas de varios profesionales en bloque. "Y eso deja un agujero importante", agrega el cazatalentos, que confiesa haber tenido más de un encargo de grupos de abogados con menos de seis años de trayectoria para cubrir este tipo de vacíos.

Foto: Dos abogados examinan unos papeles. (iStock)

También confirma el incremento de salidas en el último año Javier Colilla, consultor en SSQ. "Al contrario que hace unas décadas, la gente ya no ve como única opción hacer carrera profesional en un mismo sitio. Hay más interés probar diferentes sitios o emprender", reflexiona. De hecho, más de la mitad de los letrados menores de 35 años ve muy probable cambiar de lugar de trabajo en los próximos años, de los cuales cerca de un 20% valora abandonar por completo la profesión. Así lo pone de manifiesto una encuesta de la International Bar Association (IBA) realizada entre cerca de 3.000 profesionales de todo el mundo (un 5% son españoles) y publicada hace una semana.

Entre las principales causas que empujan a los jóvenes a cambiar de espacio de trabajo o dejar el oficio destaca las dificultades que encuentran a la hora de equilibrar su vida profesional y familiar. Un obstáculo que ha estado siempre presente en la profesión, pero que ha ganado importancia entre las nuevas generaciones. Así lo señala Laura, una letrada de 25 años que accede a contar su historia bajo un nombre ficticio a pesar de haber abandonado la abogacía para opositar. Estuvo en dos bufetes internacionales, uno mediano y otro pequeño, pero lo dejó al ver que no era lo que quería. "No quiero estar en un trabajo donde salir a las ocho de la tarde es temprano. Donde no se tiene ningún tipo de respeto por la vida personal y te mandan algo el viernes por la tarde para que esté el lunes, sabiendo que el momento de hacerlo es el fin de semana. El trabajo dignifica y es importante, pero la salud mental también lo es. No es cuestión de elegir, sino de equilibrar", subraya.

"No quiero estar en un trabajo donde salir a las 20pm es temprano. Donde no hay respeto por la vida personal", indica una letrada

En esta línea, el informe indica que una mayoría de los letrados menores de 30 identifican la dificultad a la hora de compaginar lo personal con el trabajo como una preocupación, mientras que en franjas de edad superiores no le dan tanto peso.

El sueldo ya no compensa

Las jornadas maratonianas que suelen desarrollarse en estas entidades son, por tanto, una de las grandes culpables. El salario, generalmente abultado, ya no es un aliciente lo suficientemente poderoso para olvidar la ausencia de tiempo libre. "Cada vez hay más letrados dispuestos a renunciar a una parte de su sueldo por tener más flexibilidad horaria. Es un discurso que está muy presente entre la gente joven", confirma Colilla. Coincide con esa visión la también 'headhunter' del sector legal Marina Ruiz, de Page Personnel, que menciona varios casos de candidatos que han rechazado una oferta laboral en un gran despacho con unas condiciones salariales muy superiores a las que tenían porque no les permitían teletrabajar.

Foto: Foto: iStock.

Un claro ejemplo de esta tendencia es Julia, una joven letrada que hace apenas unos días dejó su puesto en un gran despacho en Barcelona para volver al pueblo. En su caso, la razón no fueron los horarios o la presión, con los que dice sentirse cómoda, sino la imposibilidad de ejercer en remoto. O Roberto, un abogado de 28 años que hasta hace poco ejercía en una de las grandes firmas nacionales y ahora lo hace en el departamento legal de un grupo parlamentario. Como Julia, prefiere hablar bajo un nombre en clave porque, según comenta, salió en muy buenos términos. Justo después de promocionar, de hecho. Los horarios y la ausencia de flexibilidad fueron los factores que le empujaron a decir que sí a la propuesta de trabajar en el sector público, a pesar de que la retribución era menor. "Cobraba más, pero no tenía vida", recuerda.

Como en otros casos, Roberto no buscaba cambiar de trabajo. "Fue algo casual. Recibí la oferta y al irme me di cuenta de que no me gustaba esa dinámica", explica. Aunque reconoce que aprendió muchísimo, descarta volver a ese ambiente porque "se pierde la perspectiva". En su opinión, la estimulación de trabajar con clientes importantes, en las operaciones más relevantes del mercado y los elevados sueldos hacen olvidar a los profesionales el sacrificio de tiempo que viene aparejado. Solo al parar, señala, muchos se dan cuenta de que han estado con el piloto automático y valoran si realmente les compensa.

Foto: Una oficinista con mucho estrés. (iStock)

En ese sentido, Moreno agrega que la pandemia ha actuado de catalizador. "Con el covid, muchos profesionales se han replanteado dejar la ciudad, la vida estresante. Una vez se relajó la situación de incertidumbre por la pandemia, más o menos en septiembre del año pasado, muchos dejaron sus trabajos".

Cuidar la salud mental

Dejar la abogacía, no obstante, no es una decisión sencilla de tomar. "Cuando estás ahí, cuesta dejarlo. Trabajas mucho, pero a cambio te ofrecen un reconocimiento externo y marca al que es difícil decir que no. Especialmente cuando llevas poco", describe Pablo (nombre ficticio), de 27 años. Estuvo en Garrigues, en el área de M&A, y cuenta que al principio era muy estimulante, pero esa sensación fue diluyéndose poco a poco para dejar paso a un ligero vacío porque no le convencía el estilo de vida que se estilaba en estas organizaciones. Poco antes del covid, tomó la decisión de dejarlo, pero le llamaron de otra firma, esta vez internacional. "Me pareció un proyecto interesante que me daría proyección y dije que sí", señala.

"Cuando estás ahí, es difícil dejarlo. Trabajas mucho, pero te ofrecen marca y reconocimiento y cuesta decir que no", señala un abogado

Las reticencias previas, sin embargo, volvieron y se juntaron con el confinamiento, provocándole mucho estrés. "Empecé a sentir ansiedad el domingo por la tarde porque al día siguiente tenía que trabajar. Luego pasé a tener esa sensación el viernes por la tarde", describe. La salud mental es, de hecho, uno de los grandes elefantes en la habitación de estas organizaciones. De acuerdo con otro informe elaborado también por la IBA, los abogados presentan las mayores tasas de depresión y estrés de la población. En concreto, nueve de cada 10 afirman haber experimentado resultados negativos en su salud como consecuencia de su profesión. Los más comunes son la fatiga, los trastornos del sueño y la ansiedad, aunque también son recurrentes los trastornos emocionales, los pensamientos depresivos y los problemas de salud física.

Foto: Javier Vasserot, exabogado y autor de 'El juego de las élites'. (Cedida)

En el caso de Pablo, intentó ponerle solución yendo al psicólogo, "pero estaba bloqueado, me costaba concentrarme, no podía seguir. Un día en la oficina tuve un episodio de ansiedad y me dieron una baja de unos días", cuenta. Volvió en verano del año pasado y avisó de su situación. La firma le respondió que se lo tomara con calma, si bien le recordó "que esto es un transatlántico y hay que seguir el ritmo", recuerda Pablo.

Al volver a su ritmo de trabajo habitual, con jornadas que podían alargarse hasta las tres de la mañana, se decidió, ya definitivamente, a abandonar la profesión. Actualmente, se dedica a viajar por Europa (acaba de volver de los Balcanes), a la fotografía y contar sus impresiones en un blog. A los despachos, señala, no les guarda ningún rencor. "Al contrario, lo repetiría, aunque me lo tomaría con más calma", matiza. Ahora bien, admite que se pensaría mucho volver a ejercer en la abogacía de los negocios porque, según comenta, es un mundo donde se tiende a priorizar el trabajo por encima de todo, "y esa ya no es mi forma de ver el mundo", asevera.

No es fácil encontrar un hueco en la agenda de Lidia (nombre ficticio) para hablar con calma. Tras varios intentos, atiende al teléfono a primera hora de la mañana, antes de empezar el estudio. Tiene 26 años y lleva algo menos de uno preparando las oposiciones a inspectora de Hacienda. Antes de eso, estuvo en dos despachos de la élite de la abogacía española, pero lo dejó en marzo del año pasado. "Los horarios eran demasiado", confiesa. Ejercía en las áreas de Finance y Real Estate y, de normal, su jornada iba desde las 9:00 hasta las 21:00, pero en picos de trabajo podía estar hasta la una o dos de la mañana. O incluso más tarde si había que cerrar una operación. Una rutina a la que estaba acostumbrada y solo fue consciente de lo sacrificada que era después del confinamiento. "Veía a mi pareja y a mi compañera de piso, que hacen horarios normales. Luego veía a los que estaban por encima de mí en el despacho y me di cuenta de que no quería esa vida", relata. Pocas semanas antes de promocionar (con la consecuente subida de sueldo), decidió dejarlo.

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