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El adiós de Rivera: reproches al "becario de Caixa", promesas rotas y demanda millonaria
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Crónica del, de momento, divorcio del año

El adiós de Rivera: reproches al "becario de Caixa", promesas rotas y demanda millonaria

La premura del portazo del exlíder de Ciudadanos y el indisimulado escozor del bufete revelan un estado de desconfianza previo, cocinado a fuego lento y originado por una mala gestión de las expectativas de su fichaje

Foto: Albert Rivera, durante la presentación de su libro 'Un ciudadano libre'. (EFE/Ballesteros)
Albert Rivera, durante la presentación de su libro 'Un ciudadano libre'. (EFE/Ballesteros)
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A pesar de estar solo en febrero, no parece demasiado aventurado predecir que el de Albert Rivera y el despacho de abogados Martínez-Echevarría será uno de los divorcios (empresariales) del año. Tal y como avanzó El Confidencial el lunes por la noche, el expresidente de Ciudadanos y José Manuel Villegas, su ex número dos en la formación naranja, habían remitido a través de su abogado ese mismo día un 'e-mail' al CEO del bufete, Vicente Morató, anunciándole que resolvían el contrato que los vinculaba con la firma andaluza. ¿Las razones? Los reiterados incumplimientos contractuales por parte de la organización. A saber: no les habían reconocido de forma efectiva sus cargos —presidente y vicepresidente ejecutivo, respectivamente—, ni concedido el capital social comprometido (el 5% y el 2%), ni abonado la parte variable de su retribución.

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Con la publicación de la noticia, se abrió la caja de los truenos. En Martínez-Echevarría, desde donde aseguraban haberse enterado de la renuncia de Rivera a través de este diario, abandonaron la discreción que caracteriza a los despachos de abogados y optaron por una estrategia de agresiva y pública confrontación. "Su productividad estaba alcanzando niveles preocupantes, muy por debajo de cualquier estándar razonable", cargaron desde el bufete, explicando el 'adiós' como una reacción al toque de atención que le habían dado al exdirigente por su "bajísimo rendimiento".

El martes, sin embargo, El Confidencial desvelaba que el famoso 'e-mail' había sido enviado el lunes minutos después de las 8:30 de la mañana y que dos horas más tarde el abogado de ambos y el propio Morató habían mantenido una charla telefónica. Esta información dejaba en evidencia la versión de un bufete algo más que descolocado por el portazo de su presidente ejecutivo y la repercusión de la noticia. La reacción de la firma fue elevar aún más el tono contra Rivera. En una declaración remitida a esta redacción, afirmaban sobre él —entre otras descalificaciones— que "su corta experiencia jurídica, concretada en solo dos años como becario en La Caixa, junto con una pasividad e inactividad no vistas nunca en la empresa privada, han resultado intolerables para Martínez-Echevarría Abogados".

Foto: Albert Rivera.

El secretismo y la premura con que Rivera ha ejecutado su despedida y el escozor indisimulado de la cúpula de Martínez-Echevarría son reveladores de un estado de desconfianza previo, cocinado a fuego lento desde hace meses, entre la dirección del despacho y el que fuera su fichaje estrella en marzo de 2020. Unas suspicacias alimentadas, principalmente, por la mala gestión de las expectativas que ambas partes depositaron sobre la capacidad del exlíder de Ciudadanos de generar negocio para el bufete.

De este modo, en Martínez-Echevarría no tardó en germinar cierta frustración al comprobar que el aura y la agenda de Rivera no traían el maná de negocio prometido durante los contactos mantenidos con el exdirigente naranja. Es cierto que a ello tampoco ayudó el frenazo de la actividad económica provocado por la pandemia —y que empujó al despacho a aprobar un largo ERTE—, pero hay coincidencia en que ambas partes subestimaron la dificultad que conlleva convertir una simple reunión (que puede aceptarse por mera cortesía) en un cliente (que implica ya una decisión de gasto).

Foto: Albert Rivera, expresidente de Ciudadanos y de Martínez-Echevarría. (EFE/Chema Moya)

Prueba de la sobreestimación que desde el bufete hicieron de la capacidad de Rivera fue el cargo con el que le contrataron, presidente ejecutivo, lo cual también disparó las expectativas del exdirigente de Cs sobre la capacidad de mando y decisión que tendría en la firma. Debió ser el único. Desde su fichaje, en el sector existía el convencimiento de que el poder real de la organización seguiría en manos de su socio fundador, Rafael Martínez-Echevarría, y del consejero delegado, Vicente Morató. A la frustración del despacho, entonces, se sumó la de un Rivera cada vez más displicente y volcado en su agenda propia, a ojos de la cúpula de Martínez-Echevarría.

En ese momento, se cruza el punto de no retorno. En una decisión que fuentes del sector atribuyen a Rafael Martínez-Echevarría, y argumentando que Rivera no está cumpliendo con aquello a lo que se ha comprometido, el bufete se niega a concederle las condiciones contenidas en su contrato —el cual, sin embargo, no se encuentra sometido a unos objetivos concretos, según indican fuentes jurídicas—. A comienzos de este año, los exdirigentes naranjas se plantan, provocando la furiosa reacción de la firma que, no obstante, da a entender que no tenía intención de desprenderse de ellos, sino de tratar de reconducir su actitud.

Foto: Rueda de prensa de Albert Rivera anunciando su fichaje por Martínez-Echevarría en marzo de 2020. (EFE/Chema Moya)

Pero el movimiento de Rivera y Villegas también tiene un sentido estratégico: tapar el gran punto débil de su posición en la estructura contenido en los contratos. Al anunciar la resolución de sus vínculos, se anticipaban a la "primera ventana de terminación contractual por desarrollo irregular de la relación", que tenía lugar el 1 de marzo de 2022, como señalaba el despacho en un comunicado interno remitido a la plantilla, y al que ha tenido acceso El Confidencial. Según afirma el bufete, "disfrazar" su renuncia como un "supuesto incumplimiento del despacho" era "la única vía posible para liberarse de la cláusula de no competencia poscontractual" que les impide comenzar otro proyecto profesional.

No obstante, a pesar de que las espadas están en todo lo alto y la sangre ya ha llegado al río (Rivera no coge el teléfono a ningún dirigente de la firma), ambas partes admiten que la mejor salida es un acuerdo que finiquite este tortuoso proceso de ruptura. De momento, como informó ayer este diario, Rivera y Villegas han hecho llegar a Martínez-Echevarría la reclamación de todas sus retribuciones, pendientes y futuras, fijas y variables, desde 2020 y hasta 2025. Y, además, amagan con elevar la cuantía exigida a través de una demanda que exija la reparación de los daños morales sufridos por haberles acusado públicamente de "baja productividad". La cuantía total podría ser de varios millones de euros. Toca sentarse a negociar para evitar un pleito millonario que alargaría el culebrón y que, en el fondo, nadie desea. La duda es saber cuánto dificultará el alcanzar un pacto la munición disparada en las últimas 48 horas.

A pesar de estar solo en febrero, no parece demasiado aventurado predecir que el de Albert Rivera y el despacho de abogados Martínez-Echevarría será uno de los divorcios (empresariales) del año. Tal y como avanzó El Confidencial el lunes por la noche, el expresidente de Ciudadanos y José Manuel Villegas, su ex número dos en la formación naranja, habían remitido a través de su abogado ese mismo día un 'e-mail' al CEO del bufete, Vicente Morató, anunciándole que resolvían el contrato que los vinculaba con la firma andaluza. ¿Las razones? Los reiterados incumplimientos contractuales por parte de la organización. A saber: no les habían reconocido de forma efectiva sus cargos —presidente y vicepresidente ejecutivo, respectivamente—, ni concedido el capital social comprometido (el 5% y el 2%), ni abonado la parte variable de su retribución.

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