Convertir la juventud en un activo: los retos de Íñigo Erláiz al frente de Gómez-Acebo
El nuevo socio director del bufete tiene por delante tres años en los que debe afrontar la gestión de las distintas generaciones, fijar un rumbo estratégico y económico, y lidiar con la pujanza de Pérez-Llorca
La junta general de socios de Gómez-Acebo & Pombo eligió ayer a Íñigo Erláiz, hasta ahora responsable del área de Mercantil del despacho, como nuevo socio director de la firma. Erláiz, que asume el cargo por tres años, toma el relevo de Carlos Rueda, quien ha liderado la organización desde 2016 y cuyo segundo mandato había tocado a su fin a finales del año pasado (por estatutos, ya no podía ser renovado). Junto con la designación de su nuevo socio director, Gómez-Acebo también anunció la renovación del resto de puestos de su consejo de administración, en el que entran dos de los socios más pujantes de la firma, Verónica Romaní y Álvaro Mateo, y se mantiene Miguel Lamo de Espinosa, 'peso pesado' de la casa y director del Departamento de Financiero.
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A partir de ahora muchos focos —internos y externos— se posarán sobre Erláiz, letrado que ha desarrollado toda su carrera profesional en Gómez-Acebo & Pombo. Es lo que en el fútbol denominan un 'one club man'. Se incorporó a la organización en 1999 y fue designado socio en 2010. Seis años más tarde, asumió el cargo de socio coordinador de Mercantil, junto con Financiero, uno de los dos grandes departamentos que lideran el negocio del despacho. Su exposición de puertas hacia afuera, hasta la fecha, ha sido limitada, siempre más partidario de repartir juego que de ser él el centro de atención.
Existe el consenso generalizado de que esta responsabilidad llega algo pronto para Erláiz, de apenas 46 años. Las salidas producidas en la generación de Carlos Rueda (55 años) dejaron el despacho sin las figuras necesarias para recorrer de forma escalonada la transición entre los históricos de la firma, como Manuel Martín, Fernando de las Cuevas, Fernando Igartua o Almudena Arpón de Mendivil, y la hornada que encabezan el propio Íñigo Erláiz y Miguel Lamo de Espinosa, Verónica Romaní, Álvaro Mateo o Pablo Fernández Cortijo, todos por debajo de la cincuentena. Entre los coetáneos de Rueda que dejaron la organización se encuentran abogados (y gestores) de la talla de Ignacio Ruiz-Cámara (actual socio codirector de Allen & Overy), David Franco (ex socio director de Frehsfields) e Iñaki Gabilondo (socio de Freshfields).
De este modo, por tanto, uno de los principales retos a los que se enfrenta el nuevo socio director de Gómez-Acebo es convertir su juventud en un activo, y emplear la energía y frescura de su liderazgo para involucrar en su proyecto a los más veteranos, un proceso nunca sencillo en los despachos de abogados (y, probablemente, en cualquier organización). En todo caso, en su favor juega que el peso en la estructura de la generación que ahora lidera es ya muy notable, también en términos de facturación. Una transición de poder hacia los más jóvenes que debe facilitar las jubilaciones de algunos socios que deberán producirse en los próximos años, y que también tendrá que gestionar Erláiz con mano izquierda.
También será muy relevante el estilo de mando que quiera imprimir el nuevo socio director en los próximos tres años. Los dos mandatos de Carlos Rueda han supuesto un importante paso al frente en la profesionalización y la gobernanza del despacho, también en lo relativo al control financiero, y nadie espera retrocesos en este sentido. Sin embargo, sí existe cierta expectación por ver si el nuevo socio director asume un estilo de gestión económica y estratégica más cercano al de Manuel Martín (socio director hasta 2016), más dispuesto a la asunción de riesgos, o mantiene la línea sobria y austera de Rueda. Muchos creen que en el término medio hallará la virtud, pues un diagnóstico compartido es que Gómez-Acebo debe avanzar en la agilidad y eficacia que exige la era digital.
Pérez-Llorca
Los resultados de las decisiones que adopte en este sentido empezarán a poderse evaluar en el medio plazo. Menos tiempo tendrá Erláiz, sin embargo, para decidir cómo afronta el anunciado sorpaso de Pérez-Llorca, del que se espera que haya disparado sus ingresos en 2021 muy por encima de lo que crecerá Gómez-Acebo (que en 2020 ingresó 70,5 millones de euros). Aunque el impacto de este adelantamiento tiene más sentido simbólico o emocional que valor real, el dejar de ser el cuarto bufete nacional por facturación no será un trago fácil de digerir en la Torre Realia. Será Erláiz quien deba asumir el trasladar un discurso que evite que cale la imagen de que Gómez-Acebo ha sido 'devorado' por la ambición de su competidor y explique que la estrategia de su firma es otra.
En privado, los socios de Gómez-Acebo subrayan que su prioridad es la excelencia técnica y que no ven el crecimiento como un objetivo en sí mismo para el despacho, más enfocado en el posicionamiento y la rentabilidad. Y que la cultura de la firma es mantener un 'partnership' cohesionado, cercano y estable. Un mensaje, sin embargo, que no trasladado hacia el mercado y los medios; Gómez-Acebo necesita su propio relato.
En todo caso, nadie prevé que Erláiz pilote un giro radical en el rumbo de la firma. Este tipo de volantazos no están en el ADN de la casa. Muestra de ello es que el continuismo es la nota predominante del consejo de administración, que contará con la presidencia de Carlos Rueda. Entre el resto de sus miembros, a los ya mencionados Íñigo Erláiz, Miguel Lamo de Espinosa, Álvaro Mateo y Verónica Romaní, se suman Daniel Marín (socio director de la oficina de Barcelona), Manuel Martín ('senior partner') y Monica Weimann. Rueda, Erláiz, Lamo de Espinosa y los dos últimos repiten en el órgano; cinco de ocho.
Por delante, un mandato complejo y apasionante, en el que la nueva cúpula de la firma debe exprimir al máximo la bonanza económica, pilotar la reforma de la sede de Madrid (cuyo contrato renovaron recientemente con Realia por, al menos, cinco años más), propiciar la incorporación de nuevos socios que mantengan al despacho entre las firmas nacionales de referencia (pero sin debilitar la cultura y la cohesión), seguir entre los bufetes más atractivos para el talento y continuar avanzando en tecnología e innovación, materias en las que el Gómez-Acebo viene realizando un importante esfuerzo en los últimos años.
La junta general de socios de Gómez-Acebo & Pombo eligió ayer a Íñigo Erláiz, hasta ahora responsable del área de Mercantil del despacho, como nuevo socio director de la firma. Erláiz, que asume el cargo por tres años, toma el relevo de Carlos Rueda, quien ha liderado la organización desde 2016 y cuyo segundo mandato había tocado a su fin a finales del año pasado (por estatutos, ya no podía ser renovado). Junto con la designación de su nuevo socio director, Gómez-Acebo también anunció la renovación del resto de puestos de su consejo de administración, en el que entran dos de los socios más pujantes de la firma, Verónica Romaní y Álvaro Mateo, y se mantiene Miguel Lamo de Espinosa, 'peso pesado' de la casa y director del Departamento de Financiero.