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Parejas rotas, cofrades en pie de guerra y otras relaciones hundidas por ganar el Gordo
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Ganar la lotería puede ser una mala noticia

Parejas rotas, cofrades en pie de guerra y otras relaciones hundidas por ganar el Gordo

Son muchos los casos de boletos compartidos que acaban en los tribunales: bien porque su poseedor intenta escaquearse de repartir el dinero, bien porque aparecen falsos participantes que reclaman lo suyo

Foto: Agraciados con el segundo premio de la Lotería de Navidad en Callosa del Segura (Alicante), en 2016. (EFE/Morell)
Agraciados con el segundo premio de la Lotería de Navidad en Callosa del Segura (Alicante), en 2016. (EFE/Morell)

Justo al contrario de lo que rezan las campañas publicitarias de la Lotería de Navidad, que año tras año juegan con el término 'compartir' como reclamo, adquirir entre dos o más personas uno o varios décimos del sorteo supone comprar muchos números para acabar, no en el banco ingresando una millonada, sino en el juzgado exigiendo lo que a uno le pertenece. ¿De qué depende? De tener la enorme (mala) suerte de que toque el boleto al que se juega de forma compartida. Una muestra más de que el dinero es capaz de sacar lo peor de nosotros mismos y que la vileza es directamente proporcional al número de ceros de la cuantía.

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Examinando la jurisprudencia, sorprende el número de casos resueltos por los tribunales en los que se discute la propiedad del montante del premio, bien porque el poseedor del billete se niega a repartirlo entre el resto de jugadores, bien porque al calor de la lluvia de millones aparece algún falso participante que invoca la existencia de un desconocido pacto para compartir el décimo. Ninguna relación está a salvo de la codicia que desata el Gordo. Por supuesto, no de las amistades ni la de los compañeros de trabajo, pero tampoco matrimonios ni vínculos paternofiliales. Poderoso caballero es Don Dinero.

Tanto es así, que la propia Audiencia Provincial (AP) de Madrid expresó en una sentencia en 2015 su pesadumbre por la cantidad de casos en los que una buena noticia se tornaba en una cruenta disputa. "Una vez más, deben pronunciarse los tribunales de Justicia de nuestro país sobre asuntos vinculados o relacionados con los sorteos de la Lotería Nacional; resulta verdaderamente sorprendente que lo que en realidad debería ser un motivo de alegría para la parte que se ha visto agraciada con un sorteo de la lotería, se convierta en un conflicto jurídico entre partes como consecuencia de la falta de plasmación de acuerdos entre las mismas sobre la forma de repartir el premio", indicaba la resolución.

Foto: Horarios y fecha del Sorteo de la Lotería de Navidad 2021. Fuente: Efe

El caso resuelto resulta prototípico de cómo algunas relaciones entran en crisis justo después de ser agraciadas. Los jueces dieron la razón a la mujer que reclamaba el 50% del premio gordo a su expareja, al entender probado que el décimo era compartido. Los hechos resultaban elocuentes: acudieron juntos al banco a cobrar el boleto, manifestándole al empleado que ambos habían resultado premiados; y en el impreso que se remitió a Hacienda constaban ambos como beneficiarios. "Que posteriormente la ruptura de esa relación sentimental haya determinado que quisiera quedarse con la totalidad del premio no impide que pueda tener pleno efecto esa voluntad manifestada por ambos de que ambos habían sido agraciados y que le correspondía la mitad a cada uno de ellos", concluyen los jueces.

Las artimañas para quedarse con el dinero, no obstante, pueden salirles bastante caras a sus autores si las cuantías son elevadas y la víctima canaliza la reclamación por la vía penal. En este sentido, es llamativa la disputa por un premio resuelta por el Tribunal Supremo en 2007. La pareja, casada en régimen de gananciales, compró el décimo compartido en el verano de 2003, divorciándose en noviembre. La (mala) fortuna quiso que el boleto, en posesión del exmarido, resultara premiado con 200.000 euros. Cuando ella le contactó para recibir su mitad, este le contó que el número formaba parte de un fondo común de seis décimos en el que participaba con sus padres y hermanos, así que únicamente le correspondía una sexta parte del montante. Ella denunció a su ex y a su familia por apropiación indebida.

Las artimañas para quedarse con el dinero pueden salir caras si la cuantía es elevada y la víctima lleva la reclamación por vía penal

Los jueces confirmaron la "estratagema" constituida para privarla de una parte importante del premio al que tenía derecho la mujer, pues "no existe ni la menor constancia testifical, ni por supuesto documental, que acredite que la puesta en común de los décimos se fragua antes de la separación de la pareja”. El ex no se libró de la condena a prisión, pero sí su familia, dado que en la instancia previa habían sido condenados como cómplices y no como cooperadores necesarios, calificación que merecían según el Tribunal Supremo.

La 'broma' también le salió muy cara a un hombre condenado a dos años de cárcel por la Audiencia Provincial de Vizcaya en 2019. Este, tras comprar un décimo compartido con dos amigos y permitir que estos le fotografiaran con él en la mano, negó que participaran de forma conjunta con dicho número. Ante los jueces, aseguró que las fotos se las habían sacado "por si él no llegaba a ver el billete premiado, podían comprobarlo ellos, por si él estuviese fuera y así le podían dar la sorpresa". Una explicación que los magistrados encontraron "pueril" y que no respondía realmente "a una causa objetiva y razonable". Puestos a intentarlo, mejor diseñar un argumento algo más elaborado y creíble.

Más madera en los divorcios

Y si los procesos de divorcio suelen ser ya de por sí difíciles de transitar, la codicia que despierta un gran premio no ayuda en absoluto a que las partes mantengan la rectitud. En 2012, la AP de Asturias reintrodujo en la masa de la sociedad de gananciales a dividir los 120.000 euros correspondientes a dos participaciones premiadas en la Lotería de Navidad, tal y como solicitaba una mujer. Su marido alegó que se las había regalado a su hermano antes del sorteo, pero la declaración de la hija de la pareja desmontó su versión de los hechos, permitiendo que los jueces determinaran que él había tratado de desviar el dinero tras saberse premiado.

Foto: Guía para no correr riesgos al compartir un décimo de la Lotería. Foto: Efe

La falta de discreción, en un caso juzgado también en Asturias en 2002, fue lo que provocó que un hombre viera cómo los jueces elevaban la pensión de alimentos para sus hijos a 140.000 euros. Tras saber que había ganado 144 millones de pesetas en la Lotería, su exmujer reclamó un incremento en la prestación que debía abonarle. Él negó que hubiera sido agraciado con premio alguno, sin embargo, los magistrados encontraron probada la alegación de la mujer porque él mismo había aparecido en el periódico 'La Nueva España' un 23 de diciembre presumiendo de haber ganado muchos millones tras jugar 30.000 pesetas al número premiado. "Sabía que iba a tocar", afirmó ante los periodistas, según se recoge en la sentencia. "El apelado pretende justificar estas declaraciones aduciendo que estaba afectado de problemas psiquiátricos y que era una bravuconada por su parte", indican los jueces en la resolución, una alegación a la que, sin embargo, no dieron credibilidad.

¿De quién es un décimo regalado?

Además de casos en los que destaca la codicia, un premio gordo también puede abrir curiosos rompecabezas jurídicos. Así sucedió en Segovia cuando, en 2003, la Audiencia Provincial tuvo que resolver a quién pertenecía el premio de un boleto agraciado, cuando este era un regalo de un cliente a los trabajadores de su restaurante favorito. Los ocho camareros defendían que el décimo, al que correspondieron 30.000 millones de pesetas, había sido un detalle con el personal que atendía la sala. Los cuatro cocineros y la señora de la limpieza, por su parte, alegaron que un obsequio de este tipo debía entenderse realizado al conjunto de la plantilla del local.

En un restaurante se discutió si un décimo premiado regalado por un cliente era solo para los camareros o también para los cocineros

El cliente declaró que el décimo era un regalo "para el personal del establecimiento" (sin querer especificar más a quién debía corresponder el dinero), por lo que los magistrados dedujeron que este debía entenderse entregado "para toda la casa", lo que incluye a todos los trabajadores del local; es decir, camareros, cocineros y mujer de la limpieza.

También fue llamativo el pleito que mantuvo una cofrade con su cofradía en Castellón y que fue resuelto en 2015. La organización repartió entre sus miembros varios talonarios con participaciones para que estos las vendieran. La demandante, según alegó, se había quedado dos, por lo que le correspondían 40.000 euros tras resultar ganadoras. Sin embargo, había perdido los boletos y la cofradía se negó a abonarle cantidad alguna porque no tenía forma de acreditar que realmente los había adquirido. La Audiencia Provincial, sin embargo, indicó en su resolución que, dado que "del referido talonario se han cobrado por los poseedores de las mismas todas las papeletas a excepción de dos de ellas" y nadie las había reclamado, se podía deducir que su versión era real, por lo que condenó a la organización religiosa a pagar la cuantía reclamada.

Pedir lo que no es tuyo

Frente a quienes se niegan a compartir cuando deberían hacerlo, se encuentran los que reclaman lo que no les corresponde. En Navarra, en el año 2001, la Audiencia Provincial rechazó que un hombre tuviera derecho a cobrar 1.142.000 euros de un premio comprado por un grupo de amigos, del que se encontraba, además, bastante distanciado. El demandante aseguró que era miembro de una "cuadrilla" que se reunía frecuentemente para cazar y organizar cenas y meriendas, y que era costumbre, asimismo, comprar lotería compartida por Navidad. Esta se pagaba, aseguró, "bien antes, bien después del sorteo".

Foto: Un grupo de personas hace cola para comprar lotería. Foto: Efe

Ningún miembro de la cuadrilla, en cambio, respaldó la versión del demandante y este no aportó ningún elemento que permitiera acreditar tal circunstancia. Así se lo reprocharon los magistrados, que le recordaron que "es al demandante a quien corresponde la prueba de los hechos constitutivos de su derecho"; sin embargo, no se había presentado ningún indicio de que todos los años adquirieran participaciones para el sorteo. Sus supuestos compañeros, de hecho, aseguraron que el demandante había dejado de asistir a la cena de Navidad, en la que quienes deseaban jugar "pagaban en el acto su participación".

Tampoco consiguió que la Justicia le diera la razón a una hija que reclamó a su madre la mitad de un décimo premiado con 150.000 euros. El boleto fue adquirido en un bar y, según testificó el propietario del local, este había escuchado a la señora afirmar que compartirían el número. Sin embargo, algunas incongruencias en su declaración hicieron desconfiar a los jueces, que optaror por declarar no probado el acuerdo entre madre e hija.

Compartir de forma segura

Para evitar conflictos como los descritos, el Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) lanzó ayer una guía para compartir décimos de lotería de forma segura. El punto de partida, para entender cómo resuelven los jueces estos casos, es que "se presume propietario [del boleto] aquel que lo tiene". Así lo señaló la AP de Burgos en una sentencia de 2014 que recuerda para ello la Instrucción General de Loterías: "No se reconoce más dueño de ellos que la persona que los presente, sin perjuicio del derecho de tercero, cuya declaración corresponde a los tribunales". Salvo prueba en contrario (que deberá aportar el reclamante), el poseedor será tenido por el propietario.

Con esa tesis como telón de fondo, el tribunal de Burgos analiza entonces los argumentos de ambas partes: "Se discute en los presentes autos la propiedad de un décimo de lotería que resultó premiado en el sorteo de Navidad del año 2010 con la cantidad de 100.000 euros, reclamando la parte actora para sí la mitad del dinero (...) y la demandada todo él por ser ella la que estaba en la posesión del documento en el momento del sorteo". En principio, la postura de ella quedaba amparada por la mencionada Instrucción General de Loterías, pero su razonamiento se vino abajo con las siguientes 10 palabras: "En realidad, el décimo se lo habían regalado al actor".

Salvo prueba en contrario, que deberá aportar el demandante, el poseedor del décimo se presumirá también su propietario

De esta manera, su posesión quedaba en entredicho y la Audiencia Provincial acordó el reparto del dinero: "No puede hacernos olvidar la forma en la que la demandada llegó a tener la posesión del décimo, puesto que se lo dio quien entonces era su marido". La relación entre la propiedad y la posesión del décimo en el momento del sorteo puede quedar así invalidada, pero como recuerda el Colegio de Abogados de Madrid, para ello resulta necesario que el pacto de compartirlo "se acredite" de alguna forma.

¿Cómo se puede probar que el décimo es compartido? Entre las formas más habituales se encuentra la constancia escrita en algún tipo de documento físico (por ejemplo, un contrato o una fotocopia) o en algún formato digital, como una fotografía enviada a un grupo de WhatsApp o a través de un 'e-mail'. Resulta importante, para evitar problemas 'a posteriori', que se precisen todos los detalles de cómo se comparte boleto. No solo el porcentaje de participación en el premio de cada uno, sino también qué sucede, por ejemplo, si toca el premio extraordinario a la fracción.

Foto: Fuente: iStock

En este sentido, es relevante destacar cómo en 2019 el Supremo dio la razón a una mujer que no repartió el dinero de un premio de casi 1.200.000 euros con sus cinco compañeras. Habían compartido cinco décimos de un número, pero lo que había tocado era el premio extraordinario a la fracción. La sentencia señaló que como no se había plasmado por escrito el alcance de lo que compartían, quedaba claro que compartían número, pero no si lo premiado era la fracción. Este argumento valió a la mujer de quedar absuelta de un delito de apropiación indebida.

Además de los documentos físicos o digitales, como se ha visto en alguno de los casos descritos, cabe demostrar que el décimo es compartido a través de testimonios, aunque en estos casos se requerirá un nivel de acreditación superior.

Justo al contrario de lo que rezan las campañas publicitarias de la Lotería de Navidad, que año tras año juegan con el término 'compartir' como reclamo, adquirir entre dos o más personas uno o varios décimos del sorteo supone comprar muchos números para acabar, no en el banco ingresando una millonada, sino en el juzgado exigiendo lo que a uno le pertenece. ¿De qué depende? De tener la enorme (mala) suerte de que toque el boleto al que se juega de forma compartida. Una muestra más de que el dinero es capaz de sacar lo peor de nosotros mismos y que la vileza es directamente proporcional al número de ceros de la cuantía.

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