Un palacete, dos mexicanos, 14 M y un intento de reventa junto a los pisos más caros de Madrid
Este histórico inmueble fue adquirido hace unos meses por la sociedad de capital mexicano Los Príncipes de Castelló, administrada por Rafael Ramírez Ramírez y Pablo Álvarez Saiz
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Cuentan que en su interior aún se mantiene la habitación en la que hace no muchos años se impartían clases de danza clásica, con sus barras de ballet y su gran espejo. También comentan que visitar su interior y su espectacular jardín, en pleno barrio de Salamanca, supone un auténtico viaje en el tiempo. Hablamos de Castelló 43, uno de los escasos palacetes que aún siguen en pie en pleno centro de Madrid. Una obra de la arquitectura residencial madrileña de principios del siglo XX, construida por Joaquín Saldaña en 1910 para don Luis Redonet López-Dóriga, político, jurista e historiador español.
Este histórico inmueble fue adquirido hace aproximadamente un año por capital mexicano. En concreto, por la sociedad Los Príncipes de Castelló, constituida precisamente para realizar esta adquisición, y administrada por Rafael Ramírez Ramírez y Pablo Álvarez Saiz. Un activo por el que habrían pagado 14 millones de euros -y solicitado una hipoteca de más de 8,5 millones- y por el que ya estarían buscando comprador por 17 millones.
Los Príncipes de Castelló, de capital mexicano, compró el palacete a finales de 2024 por 14M y ya estaría intentando venderlo por 17M
El activo en cuestión se encuentra junto a las futuras Mandarin Oriental Residences Madrid y, según las fuentes consultadas, estos inversores mexicanos intentaron la venta de esta exclusiva propiedad para su incorporación al proyecto residencial de lujo de Blasson Properties y Pictet Alternative Advisors, bien como amenities bien como una gran suite de lujo. Sin embargo, según las mismas fuentes, el elevado precio de venta, unido a lo avanzado del proyecto —ya se han vendido sus 30 residences— y al elevado nivel de protección del inmueble, impidieron que la operación saliera adelante.
Este palacete, con un precioso jardín en su interior de unos 600 metros cuadrados y árboles centenarios, cuenta con una superficie construida de algo más de 1.000 metros cuadrados, unos 950 útiles, distribuidos en semisótano, primera planta y dos alturas, seis baños y un garaje con capacidad para diez vehículos.
De fachada clásica, cuenta con la máxima protección urbanística y se trata de uno de los escasos palacetes que aún se mantienen en pie en el barrio de Salamanca. De hecho, se da la casualidad de que, a apenas 600 metros, en el número 18 de la calle Villanueva, sobrevive la antigua Casa-Palacio de los Marqueses de Bolaños, otro de los escasos palacetes en pie en el centro de la zona más prime de la ciudad, un activo que lleva varios años a la venta y propiedad, curiosamente, de un importante inversor mexicano. En 2020, como adelantó El Confidencial, su propietario pedía por él 20 millones de euros, el doble de lo que habría pagado por él en 2014, cuando lo adquirió.
El acceso a Castelló 43 se realiza a través de un gran paso de carruajes que, junto a su fachada clásica, es una de las características más apreciadas por los compradores latinoamericanos en el centro de Madrid, así como sus grandes ventanales que dan tanto a la calle Castelló como al jardín. La propiedad también cuenta con altos techos de más de cuatro metros, así como con grandes salones y despachos de época.
Un viaje a principios del siglo XX
Uno de los aspectos más impresionantes del interior de la vivienda es su espectacular lucernario de la Casa Maumejean, fabricantes de las mejores vidrieras de Europa. La vivienda cuenta, asimismo, con un torreón con varios dormitorios y un baño. Esta parte de la vivienda se utilizó en el pasado como zona de servicio. En la planta semisótano se encuentran la cocina y la lavandería original, además de la vivienda del conserje, bodega, carboneras, etc.
Hay que recordar que en este tipo de construcciones, la cocina, la despensa y otras dependencias se encontraban en el sótano, mientras que en la planta baja se desarrollaba la vida social, por lo que este tipo de viviendas solían contar con salón, comedor y gabinete. La planta principal y segunda se destinaban normalmente a los dormitorios, mientras que el sotabanco —la planta más alta— estaba destinada a las dependencias del servicio doméstico.
Otra de las joyas de esta propiedad es su inmenso jardín, un pulmón verde en medio de la ciudad, con árboles centenarios y un cobertizo para fiestas y celebraciones, típico, por otra parte, de este tipo de construcciones palaciegas.
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Castelló 43 es una propiedad centenaria que pertenecía a un matrimonio de avanzada edad que decidió desprenderse de ella hace varios años. De hecho, varias agencias inmobiliarias de lujo lo tuvieron a la venta. Asimismo, parte del palacete estuvo alquilado durante varios años a una escuela de danza clásica. Finalmente, la propiedad encontró hace un año a un comprador nacional que llegó a aportar las arras, pero que no llegó a cerrar la transacción, ya que, al elevado importe de la compra, se sumaba un desembolso económico importante para realizar su reforma.
Y es que, según las fuentes consultadas, a pesar de que el inmueble mantiene un buen estado de conservación, no está actualizado. Por poner un ejemplo, no cuenta con aire acondicionado. Según esas mismas fuentes, el palacete necesitaría una reforma de no menos de 2 millones de euros. Tras desistir este comprador nacional de su compra y tras un tortuoso proceso de negociaciones, entraron en escena dos jóvenes inversores mexicanos que pusieron sobre la mesa 14 millones de euros.
Un poco de historia
Según la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid, este edificio pertenece a la tipología de arquitectura residencial casa palacio. Fue construido por el arquitecto Joaquín Saldaña López en 1910 (si bien el Catastro fecha su construcción en 1905), autor de obras similares como la casa palacio del marqués de Portago (Serrano 9), el Palacio de Saldaña (Castelló 75) o el Palacio de Juan March (Castelló 69), entre muchos otros. Un tipo de arquitectura mucho más prolífica en el entorno del Paseo de la Castellana que en el distrito de Salamanca.
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De hecho, cuando el ingeniero Carlos María de Castro diseñó el Ensanche de Madrid (que incluye el barrio de Salamanca) se encontró con poco interés por parte de los propietarios de los terrenos de levantar este tipo de construcciones, ya que resultaban demasiado caras para la clase media. En cambio, el Paseo de la Castellana sí se fue llenando de palacetes o casas de cierta categoría, ya que fue la zona elegida por los nuevos ricos —banqueros y empresarios— para establecer su residencia y emular, en la medida de sus posibilidades, las construcciones palaciegas de la nobleza que se instaló en torno a la corte real cuando Madrid se convirtió en la capital del reino de España.
La primera zona construida del Ensanche fue iniciada y promovida por el Marqués de Salamanca, quien adquirió gran cantidad de terreno urbanizable junto a la calle Serrano. El Marqués pretendía construir 350 edificios repartidos en manzanas de 8 o 12 edificios, pero de nuevo, su iniciativa se encontró con algunos problemas, ya que tanto la compra como el alquiler de este tipo de viviendas solamente estaba al alcance de las clases más pudientes.
Cuentan que en su interior aún se mantiene la habitación en la que hace no muchos años se impartían clases de danza clásica, con sus barras de ballet y su gran espejo. También comentan que visitar su interior y su espectacular jardín, en pleno barrio de Salamanca, supone un auténtico viaje en el tiempo. Hablamos de Castelló 43, uno de los escasos palacetes que aún siguen en pie en pleno centro de Madrid. Una obra de la arquitectura residencial madrileña de principios del siglo XX, construida por Joaquín Saldaña en 1910 para don Luis Redonet López-Dóriga, político, jurista e historiador español.