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Estos sorianos quieren acabar con el problema de la vivienda en la España rural
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"Las casas en ruinas te ahogan"

Estos sorianos quieren acabar con el problema de la vivienda en la España rural

En la comarca de Tierras del Burgo no hay apenas paro, pero en este enclave castellano tienen otro problema que les impide crecer: rodeados de casas vacías, no hay apenas vivienda disponible

Foto: Javier Martín, miembro de la Asociación Tierras Sorianas del Cid. (A. M. V.)
Javier Martín, miembro de la Asociación Tierras Sorianas del Cid. (A. M. V.)
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En la mañana de este jueves lluvioso de enero, Javier Martín aparece con papeles llenos de palabras como vivienda, alquiler, propiedades o habitabilidad. Su trabajo se ha centrado tanto últimamente en el sector inmobiliario, que se le podría confundir con un comercial. "Hemos analizado el parque inmobiliario de 9 localidades y tenemos más de 1.500 registros. A nivel comarcal hay unas 15.000 viviendas, nos toca a más de una por vecino empadronado", cuenta en un paseo con El Confidencial. Pero lo suyo es algo distinto. Viste botas de montaña y jersey de algodón en vez de traje con corbata de color estridente, y es el gerente de un Grupo de Acción Local del oeste de Soria. Aunque su obsesión por los hogares vacíos puede ser incluso mayor que la de un comercial de una gran agencia en el centro de Madrid.

La Asociación Tierras Sorianas del Cid, en la que trabaja Martín, busca mejorar la situación económica y social de la comarca de Tierra de Burgos y para ello cubren 32 municipios en el oeste y centro de Soria y dan servicio a unos 14.000 vecinos repartidos en 2.447 kilómetros cuadrados. Su enclave es a día de hoy uno de los espacios menos densamente poblados de todo el país, con 5,7 habitantes por kilómetro cuadrado (la media española es de 96 habitantes por km²). Sin embargo, teniendo tanto hueco, no tienen dónde cobijar a más vecinos. Sin apenas casas en buenas condiciones y un escasísimo mercado de vivienda nueva y en alquiler, la construcción se ha convertido en el gran problema de asociaciones como la de Martín.

"Durante los años posteriores a la pandemia empezamos a trabajar a conciencia en este problema. Nos juntamos con otras asociaciones de lugares con situaciones similares como Guadalajara y Teruel y vimos que el asunto de la vivienda se había convertido en troncal en toda la España rural", comenta Martín. "Hay varios factores comunes que han llevado a que sea algo crucial en los pueblos, aunque pueden ser algo diferentes a los que vemos en la ciudad y acostumbramos a ver en los medios. Puntos como el tema emocional que rodea las propiedades en los pueblos, la falta de retorno económico ante la inversión o el miedo al alquiler, están ahogando las posibilidades de muchas comarcas como esta", añade desde San Esteban de Gormaz, donde está la sede de su asociación.

Lugares como San Esteban de Gormaz viven en estos momentos una curiosa situación. Con el nuevo boom del sector primario, el paro es residual (en este municipio de 2.941 habitantes no llega al 6%) y los empresarios de la zona no paran de pedir más mano de obra, pero en una población con 19 núcleos y que ha perdido más de 1.000 vecinos desde 1970 no hay hueco para estos trabajadores. Como Tántalos malditos, rodeados de agua que no puede beber, estas localidades se ven rodeadas de construcciones vacías que no pueden llenar. La mayoría de posibles hogares no están en condiciones para ser habitados o no están en el mercado. Y tanto la nueva construcción como la rehabilitación suenan a odisea con demasiado riesgo. Una situación que, eso sí, suena similar en muchas partes del país.

Los últimos datos del INE muestran que los municipios de menos de 10.000 habitantes, en los que reside algo más del 20% de la población total, registran el 45% del parque de viviendas vacías. Por el contrario, las ciudades de más de 250.000 habitantes, donde reside el 24% de la población, solo contienen el 10% del total. Unos números que muestran una tendencia clara: cuanta menos población tiene un pueblo mayor índice de casas vacías. Pero vacías no significan disponibles, porque buena parte de ellas van camino de la ruina.

Bien lo saben en Tierras Sorianas del Cid. Su estudio, realizado entre 2021 y 2022, muestra que en la comarca que cubren la cifra de casas vacías ronda el 18%, pero añaden otros datos que son clave. El 43% de todas las propiedades son viviendas de uso secundario, el 5,3% (760) de las casas están en estado de ruina y la cifra más llamativa es la de construcciones en mal estado, deterioradas o en precarias condiciones de habitabilidad. Son cerca del 50% del total, unas 7.519.

placeholder Paisaje de San Esteban de Gormaz y una de sus calles. (A. M. V.)
Paisaje de San Esteban de Gormaz y una de sus calles. (A. M. V.)

Esos datos los han recopilado durante los últimos años, pero no solo para mostrar la acuciante situación, sino para intentar atajar el problema. El último proyecto es un plan piloto apoyado por las entidades Vivaces y Future Policy Lab y la cofinanciación del Ministerio de Transición Ecológica con el objetivo de reducir la vivienda vacía en una de las zonas de España en riesgo severo de despoblación. Lo presentaron este mes de diciembre.

"Lo que hemos desarrollado es una guía para que cualquier municipio del país que tenga un problema similar pueda inspirarse y buscar soluciones. Hemos visto que es un problema generalizado con factores que son similares en todas las localidades pequeñas, pero también en ciudades medianas y que los ayuntamientos necesitan ideas para atajar la situación. En el texto damos ideas de acciones que se puedan implementar y que en sitios como San Esteban de Gormaz ya están abiertos a probar. Hablamos de bonificaciones impositivas, pero también de acompañamiento de expertos y financiero, medidas comunitarias e incluso campañas de publicidad para que los vecinos pierdan el miedo a reformar y alquilar", cuenta Iván Auciello-Estévez, coordinador del proyecto.

Intentar acabar con la maldición rural

El alcalde de la localidad, Daniel García Martínez, confirma la decisión de su municipio de sumarse a todo tipo de iniciativas que ayuden a acabar con el problema habitacional que viven. Su caso personal ya de por sí es particular y una señal de que algo está cambiando. Llegó al pueblo para teletrabajar y desde allí mantiene su puesto como Global Account Manager de Siemens. Tras unos años a caballo entre Madrid y San Esteban terminó por instalarse definitivamente en el pueblo y acabó entrando en política. Ahora, compagina el trabajo con la alcaldía y cree que puede atraer a mucha más gente a la zona. "Hay un potencial tremendo, pero necesitamos que el lugar haga por crecer y mejorar. No solo hablo de que haya trabajo, sino que tengamos servicios y oportunidades atractivas para alguien de fuera", comenta.

Para conseguirlo, han lanzado diferentes proyectos, se han sumado a multitud de iniciativas regionales y con subvenciones han doblado el presupuesto municipal hasta los 7 millones de euros. En el asunto de la vivienda, además del proyecto con Vivaces, están en proceso de atraer promoción privada y el propio consistorio está adquiriendo construcciones por todo el casco para ponerlas en funcionamiento. "Somos los primeros que tenemos que dar ejemplo, tenemos que consumir local, rehabilitar el casco urbano y mostrar a los vecinos que si todos ponemos nuestro granito de arena iremos para arriba", señala García.

placeholder El alcalde de San Esteban de Gormaz, Daniel García Martínez (PP). (A. M. V.)
El alcalde de San Esteban de Gormaz, Daniel García Martínez (PP). (A. M. V.)

La apuesta de la zona por una participación activa de las instituciones públicas en el mercado de la vivienda es clara. Todos los Ayuntamientos hacen cálculos para adquirir construcciones y ponerlas en el mercado o para evitar simplemente que se terminen de caer. Pero en el caso de García, sus decisiones chocan con su visión general. Cree que hay que poner facilidades a los dueños para que no dejen que sus edificios lleguen a la ruina y no penalizarlos por ello, pero es transparente: "Las casas en ruinas te ahogan. Porque, más allá de no tener cobijo para ofrecer, da la sensación de que el pueblo se cae, se muere, y pierdes el atractivo de todo el patrimonio histórico. Por eso es tan importante tomar cartas en el asunto".

Como Martín y el proyecto de Vivaces, el regidor considera que el acompañamiento puede ser clave y el ofrecer desde el consistorio cierta seguridad esencial. "La realidad es que muchos vecinos tienen miedo de alquilar sus casas. Sea por lo que sea, no se terminan de atrever, temen impagos y destrozos. Además, algo que pasa en los pueblos es que la gente no tiene necesidad de arriesgarse con inversiones y arrendamientos porque ni les va a dar mucho dinero ni tampoco les urge", señala. "Muchas de las propiedades en peores condiciones son herencias de familias que no viven aquí, vienen muy de vez en cuando y se apañan con lo que da la casa. No piensan en reformas, ni mucho menos en sacar dinero a la construcción. Es un espacio familiar amortizado que además no acarrea muchos gastos ni preocupaciones".

placeholder Una de las viviendas en ruinas de la comarca. (A. M. V.)
Una de las viviendas en ruinas de la comarca. (A. M. V.)

El problema con este tipo de vecinos en pueblos como estos, cuenta Martín, es que lo que realmente necesitan es gente que viva, aporte y genere comunidad a diario. Cómo casar eso con el mantenimiento de la propiedad familiar de naturales de la zona que no viven allí es uno de los grandes retos. "Hay que buscar soluciones que permitan que ambas partes estén contentos con lo que se haga. Es cierto que no es un asunto sencillo, pero estamos manos a la obra para conseguirlo", añade. "Además, necesitamos que la decisión de que haya más vivienda aquí no sea solo de una cosa casi filantrópica de una persona muy concreta que invierte y arregla con todo su dinero una casa. El coste de las obras también afecta mucho, porque no es más barato reformar aquí que en un piso de Madrid, quizá incluso sea más caro".

Más trabajo que gente

Además de la iniciativa pública, muchas empresas ya se han sumado también a buscar soluciones y dar alternativas. Son varias las compañías que se han lanzado a rehabilitar edificios y crear apartamentos en los que acoger a los trabajadores, ya sean temporales o fijos, que llegan a la zona. Decenas de espacios pagados por grandes empresas necesitadas tanto de mano de obra que toman la vivienda de sus trabajadores como parte de sus costes.

El caso más llamativo del lugar está en La Rasa, una pedanía de El Burgo de Osma, a pocos kilómetros de San Esteban. Este pueblo construido al albur de la línea de ferrocarril Valladolid-Ariza se convirtió en un lugar fantasma con el cierre de la línea en los 80 y ahora resucita gracias a otra gran industria, la de las manzanas. En el lugar en el que nació el sindicalista Marcelino Camacho tiene ahora una gran empresa catalana una de sus mayores fincas. Millones de manzanos que cubren el 10% del consumo de esta fruta en el país. ¿Y quién recoge todo este producto? Jornaleros extranjeros que, junto a algunos trabajadores de la zona, han dado una nueva vida al pueblo.

placeholder La finca y la planta de manzanos que domina La Rasa. (A. M. V.)
La finca y la planta de manzanos que domina La Rasa. (A. M. V.)

Juan Carlos Miranda, director de la planta, lo explica sin tapujos. "Necesitamos mucha mano de obra, en momentos pico llegamos a unos 1.000 trabajadores en la finca y aquí no hay gente. Tenemos muchos locales en diferentes puestos y fijamos población, pero una gran parte del personal lo tenemos que traer de fuera y para poder competir con nuestros rivales tenemos que darles facilidades. Así que hemos recuperado los edificios abandonados del pueblo y hemos convertido, por ejemplo, las escuelas en apartamentos", cuenta el ingeniero. "Es una situación curiosa porque parece que la historia va y viene. Este pueblo se construyó para los trabajadores que venían de distintas partes de España para trabajar en el tren. Se despobló con el tiempo y ahora se repuebla otra vez, no es algo tan distinto", añade.

El boom del sector primario es uno de los culpables y de los más damnificados por la falta de vivienda. En el campo español cada vez hay menos gente y necesitan mano de obra de fuera, pero sin casas no hay quien pueda traerla. "Tengo empresarios de la zona que me llaman a diario en busca de trabajadores, somos de las pocas compañías con músculo para tener algo así, aunque no la única, y me piden por favor ayuda. Pero claro a nosotros tampoco nos sobran, continuamente tenemos que ir en busca de trabajadores en origen", comenta. "Lo primero que hago por la mañana es mirar en Infojobs, si hay más ofertas del sector de la cuenta echo a temblar".

placeholder La alcaldesa de Castillejo de Robledo, María Isabel Pernía Ramírez, enseña uno de los pisos que tienen en alquiler. (A. M. V.)
La alcaldesa de Castillejo de Robledo, María Isabel Pernía Ramírez, enseña uno de los pisos que tienen en alquiler. (A. M. V.)

La solución de convertir estos enclaves privados en pueblos que den cobijo a estos nuevos vecinos, comenta Martín, se está estudiando con diferentes iniciativas, y se ve como una forma de integración de nuevas poblaciones que son los interesados en estos trabajos. "La mayoría es gente de países como Senegal, con una cultura propia muy marcada y que hay que entender para que la integración funcione. Estas soluciones ofrecen al menos una oportunidad para que se queden. Porque lo que dice Juan Carlos es que si una vez aquí sienten que pueden progresar se quedan y hacen del lugar su hogar, que es lo que necesitamos. Hay gente que incluso ha pasado de estos apartamentos de la explotación a comprar alguna propiedad en un pueblo de alrededor".

¿Qué puede hacer un ayuntamiento?

En lo que incide el gerente de Tierras Sorianas del Cid durante toda la visita es en que, aunque el problema existe, al menos su zona intenta acabar con él, y la realidad es que por iniciativas no va a faltar. Ni siquiera en los pueblos de la comarca más abocados al abandono se resignan a dejar de intentarlo.

En Castillejo de Robledo, un pequeñísimo pueblo de 95 habitantes (llegó a tener más de 1.000 en los 50), el consistorio está haciendo un esfuerzo gigante por sacar hasta 7 apartamentos en alquiler. Buscan dar un primer hogar a alguien que quiera probar la vida en el pueblo. ¿Dónde han montado esos pisos? En las antiguas casas municipales como las que se dedicaban a los médicos o a los profesores. "Son espacios municipales que en muchos casos no se utilizan y que pueden ser clave para la supervivencia del municipio", cuenta su alcaldesa, Maria Isabel Pernia Ramírez. Ella misma es una de esas nuevas vecinas que llegó hace unas décadas huyendo de la capital nacional.

placeholder Imágenes de la iglesia de Castillejo de Robledo, de estilo románico. (A. M. V.)
Imágenes de la iglesia de Castillejo de Robledo, de estilo románico. (A. M. V.)

De momento tienen algunos apartamentos alquilados y otros a la espera de pasar todos los trámites, pero no se quedan ahí. "Necesitamos hacer más cosas, porque no podemos permitir que se nos caiga todo el patrimonio. Solo el año pasado se cayeron tres casas en el pueblo. Hay que pensar que al ser un municipio con entramado urbano para más de 1.000 vecinos y quedando no más de 100, la situación de la vivienda es complicada", añade.

Por último, Pernía y Martín hacen un llamamiento a vecinos, medios de comunicación e interesados en su zona. "No hay una sola ocupación ilegal de viviendas de protección en toda Soria. Pero la gente sigue teniendo miedo a alquilar sus propiedades. Tenemos que tratar ese asunto". En cuanto a hechos conocidos de infracciones penales por allanamiento o usurpación de inmuebles, los últimos datos del Ministerio del Interior, de 2023, notifican 8 casos en Soria en 2023. Es la segunda provincia con menos casos, solo por detrás de Ávila y empatada con Palencia.

En la mañana de este jueves lluvioso de enero, Javier Martín aparece con papeles llenos de palabras como vivienda, alquiler, propiedades o habitabilidad. Su trabajo se ha centrado tanto últimamente en el sector inmobiliario, que se le podría confundir con un comercial. "Hemos analizado el parque inmobiliario de 9 localidades y tenemos más de 1.500 registros. A nivel comarcal hay unas 15.000 viviendas, nos toca a más de una por vecino empadronado", cuenta en un paseo con El Confidencial. Pero lo suyo es algo distinto. Viste botas de montaña y jersey de algodón en vez de traje con corbata de color estridente, y es el gerente de un Grupo de Acción Local del oeste de Soria. Aunque su obsesión por los hogares vacíos puede ser incluso mayor que la de un comercial de una gran agencia en el centro de Madrid.

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