Una ‘caldera computacional’ convierte el derroche calorífico de los centros de datos en calefacción
Hacia un futuro mejor por Ec Brands
La tecnología de Hotta aplica el concepto del reciclaje a la energía, transformando el calor que liberan los servidores en agua sanitaria o sistemas de climatización
Enviar un whatsapp, leer una noticia en un medio digital, dar un like en una red social, consultar el histórico de las rutas de una empresa logística o los libros de cuentas de la última década… Tal vez no lo hayas pensado pero las interacciones con los centros de datos son parte del día a día para empresas y particulares. Estos sistemas proporcionan recursos, datos y, en definitiva, servicios a sus clientes a través de una red conectada 24 horas al día, 365 días al año. En la era de las nuevas tecnologías, su correcto funcionamiento es esencial. Sin embargo, no está exento de retos, como el que supone la generación constante de calor residual -entre 20 y 35 grados-, que en la mayoría de los casos es disipado a través de sistemas de refrigeración o, sencillamente, expulsado al exterior.
“Actualmente lo que se hace con el calor que liberan los servidores es poner sistemas de climatización que gastan mucha energía mientras el calor simplemente se tira”, explica Gonzalo García Iranzo, CEO y cofundador de Hotta (antes Therminer), una startup valenciana especializada en buscar soluciones a este dispendio. Aunque el derroche calorífico podría tener los días contados.
La Directiva Europea 2023/1791 de Eficiencia Energética hace una referencia expresa a estos centros de datos, concretamente a los que tengan una potencia eléctrica superior a 1 MW, para que, a partir de 2025, reutilicen ese calor residual, salvo que técnica o económicamente no resulte viable. El informe TMT Predictions 2025: Bridging the gaps, por su parte, apunta a que el consumo energético de los centros de datos podría duplicarse para 2030 como consecuencia, principalmente, del uso y desarrollo de la IA generativa.
En este escenario, la fórmula de la startup de aplicar el reciclaje a la energía parece haber hecho match. “Nuestro concepto se materializa en lo que llamamos una smart heater o una caldera computacional, una cápsula dentro de la cual ponemos servidores”, afirma García. El funcionamiento es sencillo. Estos servidores producen calor que el sistema de Hotta aprovecha para generar agua caliente para calefacción y agua caliente sanitaria, al tiempo que les proporciona refrigeración suficiente para su correcto funcionamiento. De este modo, la energía eléctrica se aprovecha tanto para la climatización, como para el funcionamiento de los propios servidores.
Si tenemos en cuenta que las previsiones apuntan a que el consumo energético de los data centers podría alcanzar el 4% del consumo global en apenas un lustro, el futuro de la tecnología valenciana surgida en 2021 se antoja prometedor. Así lo creen sus máximos responsables que, hace poco más de un año -antes de su proceso de renovación de la imagen de marca de la compañía, que deja atrás sus orígenes como Therminer para convertirse en Hotta-, también recibían el respaldo de Banco Santander. “Ser reconocidos en los Santander X Spain Awards en 2023 nos dio un sello de calidad. Nos ayudó a captar más clientes y además nos dio la oportunidad de empezar a trabajar con la entidad a nivel operativo”. Santander X es la iniciativa global de emprendimiento del banco con el objetivo de apoyar a pymes, startups, scaleups y proyectos emprendedores de 11 países. Les ofrece formación, asesoramiento y los recursos necesarios para avanzar y escalar los negocios.
Las perspectivas, en todo caso, vienen acompañadas por cifras. Los datos que maneja la compañía apuntan a una recuperación del 90% de la energía consumida por un servidor informático en forma de calor, a la vez que se reduce un 95% sus necesidades energéticas de refrigeración. En palabras del cofundador de la tecnología valenciana: “Somos capaces de proporcionar un ahorro del 100% de los costes de calefacción y, lo que es más importante, que se eliminen el 100% de consumo alternativo (gas, gasoil…) para generar ese mismo calor”.
De la empresa al hogar y de ahí a la ciudad
La idea de utilizar el calor que disipan los servidores informáticos no es nueva. Sin embargo, sí lo es la fórmula aplicada por la empresa que, por poético que pueda parecer, surgió como lo hacen las grandes tecnológicas: en un garaje. Concretamente en el de Aaron Molina, natural de Soria y cofundador de Hotta, al comprobar “que hacía mucho más calor en el garaje con los servidores funcionando que en la habitación con la calefacción a tope”. Decididos a aprovechar la situación, ambos emprendedores empezaron a trabajar en un prototipo convertido hoy en una tecnología con proyección de futuro. ¿La clave? Un enfoque con aplicación práctica en empresas y viviendas basado en la creación de una “infraestructura de microcentros descentralizados” gracias al diseño de sus cápsulas modulares.
Aunque sus planes van más allá. Con la eficiencia y el ahorro como principales señas de identidad, uno de los retos que plantean a futuro es el de ser capaces de cubrir redes de calor de distrito -esto es, sistemas que suministran calor desde una fuente central a múltiples edificios a través de una red de tuberías- en ciudades.
Aunque la fórmula ya está implantada en países del norte de Europa -y seguro que la reconoces en el vapor que emana de las alcantarillas del metro neoyorkino en cualquier película de Hollywood-, en España aún es incipiente. “Llevamos un par de años trabajando en un modelo todavía mayor, un sistema listo para llegar y conectar con las redes de distrito pero aprovechando el calor de los servidores”.
La empresa, que cerró 2024 con una facturación de medio millón de euros, ha multiplicado por cinco la plantilla en apenas un lustro y “las perspectivas son muy buenas”. El rápido desarrollo de la IA y sus consecuencias para los centros de datos, así como la concienciación con objetivos de la Agenda 2030 -como el de apostar por una energía asequible y no contaminante (7), garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles, lo que implica el uso eficiente de los recursos y la energía (12) o adoptar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos (13)- jugarán un papel fundamental en el desarrollo de una tecnología que, en palabras de García Iranzo, esperan “sea algo totalmente adoptado, algo común como hoy en día lo son las placas solares”.