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Este edificio histórico del siglo XVIII abre de nuevo sus puertas como hotel de lujo

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Castilla Termal Brihuega fue inaugurado a principios de septiembre y es el quinto de esta cadena de hoteles ubicados en entornos naturales de Castilla y León, Cantabria y Castilla-La Mancha

Han pasado más de 250 años desde que Fernando VI ordenó construir en lo más alto de Brihuega (Guadalajara) uno de los iconos más representativos de la arquitectura industrial española del siglo XVIII. Más que una gran fábrica, parecía una diminuta ciudad, con extensos jardines versallescos cubiertos de miradores, farolas y fuentes rodeando al edificio principal. La Real Fábrica de Paños fue, durante más de 100 años, una de las instalaciones más prestigiosas del país. Se destinó a otros usos privados tras el fin de la actividad textil en 1835, hasta que en 1936 cerró definitivamente sus puertas. Hoy, casi un siglo después, vuelve a encender sus luces, aunque con un sello muy diferente: ahora es un hotel termal de lujo.

Castilla Termal Brihuega fue inaugurado a principios de septiembre y es el quinto de esta cadena de hoteles de cuatro y cinco estrellas ubicados en entornos naturales de Castilla y León y Cantabria. Cuentan con arquitecturas muy diferentes entre sí, aunque con una particularidad común: todos son gigantescos edificios históricos de la España vaciada. Algunos son en propiedad y otros, cesiones con derechos de explotación que en la mayoría de casos rondan los 50 años. “Trabajamos muy estrechamente con la Dirección General del Patrimonio para rehabilitar estos bienes culturales de forma sostenible, darles una segunda vida y encargarnos de su conservación. Todo, por supuesto, respetando su arquitectura natural”, afirma Roberto García, fundador y CEO de la hotelera.

La rehabilitación de la Real Fábrica de Paños supuso una inversión de 19 millones de euros. Las obras arrancaron en otoño de 2021, y desde el principio fueron dirigidas a conservar los antiguos muros del edificio, sacando todos los paños de piedra y reutilizando los materiales existentes. Las puertas se retiraron y restauraron para ser utilizadas en el hotel, al igual que las vigas y otros elementos recuperables. Cada paso, además, se cuidó al dedillo para minimizar las emisiones: desde el uso de fuentes de energías renovables hasta la monitorización de los consumos térmicos, eléctricos e hidráulicos. También se han instalado calderas de biomasa y programas inteligentes para la climatización y la iluminación.

El agua es otra de las prioridades. Tanto las pluviales acumuladas en las cubiertas del edificio como las de las piscinas y el balneario se recuperarán y reutilizarán en el sistema de inodoros y en el riego de los jardines. Aunque también se han aplicado otras medidas comunes en todos los establecimientos: “Hemos eliminado los plásticos de un solo uso, digitalizado muchos procesos, instalando contadores individualizados por áreas, apostando por la movilidad sostenible, habilitando estaciones de carga de vehículos eléctricos e impulsando el uso de la bicicleta. Tenemos muy claro que la base de este proyecto es la sostenibilidad, somos consciente de ello desde la apertura de nuestro primer hotel hace casi 20 años”, recuerda.

El origen del proyecto: un monasterio del siglo XII

Además de la nueva apertura, la cadena hotelera, con 450 empleados y una facturación total que rondará los 40 millones de euros a cierre de 2023, según sus previsiones, cuenta con cuatro hoteles más: Castilla Termal Olmedo en los muros del antiguo convento del siglo XII de Sancti Spíritus (Castilla y León); Castilla Termal Burgo de Osma en la antigua universidad renacentista de Santa Catalina (Castilla y León); Castilla Termal Solares cuyo legado termal proviene de la Belle Époque (Cantabria); y la primera apertura de todas: Castilla Termal Monasterio de Valbuena (Castilla y León).

El proyecto nació en Valbuena del Duero, una pequeña localidad de la comarca de Campo de Peñafiel a casi 40 kilómetros de Valladolid. Tras haber dirigido durante años los balnearios de Mondariz y la Toja, Roberto volvió a su localidad natal con la idea de convertir el antiguo Monasterio de Santa María de Valbuena del Siglo XII en un balneario de aguas termales.

“Mi familia compró este edificio a las monjas bernardas de Sancti Spiritus de Olmedo en 1956, así que decidimos darle una segunda vida e inauguramos el hotel en 2005. Teníamos muy clara la idea de ser respetuosos con el medio ambiente. En 2007, de hecho, ya pusimos en marcha la primera planta de biomasa. Pero también teníamos el firme objetivo de dinamizar la economía de la zona, y no tardamos en hacerlo”, recuerda Roberto. Y es que, a día de hoy, en este balneario trabajan 115 personas. Un dato que contrasta con el total de habitantes de la localidad: en enero de 2022, Valbuena del Duero tenía una población censada de 411 habitantes, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.

Estamos plantando nuestros propios huertos ecológicos dentro de los recintos y produciendo vino en la Ribera del Duero

Más allá de los empleos directos, “tratamos de generar riqueza en todo nuestro alrededor”, dice el CEO. Las acciones van desde la elaboración de los menús con productos de la zona, hasta la plantación de sus propios huertos ecológicos, la producción de vino en la Ribera del Duero e, incluso, de miel. La llegada del hotel, además, impulsó la apertura de otros comercios. “Uno de los problemas cuando empezamos es que no había oferta gastronómica cerca. Justo enfrente había una casa señorial de un conocido mío, y recuerdo que le dije, ‘o montas tú un restaurante, o lo monto yo al lado’. Así que lo hizo. Hoy día sigue funcionando”.

Pero arrancar el proyecto no fue fácil. La inversión que necesitaban para reformar el Monasterio de Santa María de Valbuena superaba los 12 millones de euros. “Vendimos todo lo que teníamos”, recuerda el fundador. Aunque no fue suficiente: “Tuvimos que apoyarnos en grupos del sector que se quisieran unir al proyecto y en el capital riesgo de Castilla y León. También conseguimos financiación bancaria de Banco Pastor (ahora Banco Santander), que nos ha seguido acompañando durante todos estos años y lo seguirá haciendo en los próximos proyectos”.

En los próximos meses, Castilla Termal comenzará la rehabilitación del Palacio de Avellaneda de Peñaranda de Duero, otro pueblecito de la provincia de Burgos de 200 habitantes. Fue a comienzos de este año cuando la Junta de Castilla y León aprobó la concesión del inmueble para finalidad hotelera. La explotación tendrá una vigencia de 50 años con prórrogas hasta los 75. La hotelera invertirá 12 millones en las obras y dará empleo a cerca de 80 personas, “la mayoría de ellas procedentes del entorno”. Y el objetivo es seguir creciendo. De aquí a 2030, la compañía prevé sumar un total de 14 hoteles, con una inversión que rondaría los 150 millones, según sus previsiones.

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