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CEO Verdecora

Cómo este negocio de jardinería alcanzó el éxito gracias al ‘boom’ inmobiliario

Hacia un futuro mejor

Isabel Rodríguez

Verdecora importó un concepto arraigado entonces en otros países europeos y hoy cuenta con cerca de una veintena de establecimientos que facturan anualmente 60 millones

La exposición a la naturaleza está estrechamente relacionada con una mayor felicidad. Esa es una de las conclusiones del estudio The relationship between nature connectedness and happiness: a meta-analysis que, por otro lado, reconoce que la desconexión física de la misma puede tener un impacto perjudicial en nuestro bienestar emocional. Y no solo eso. Organismos como la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Instituto para la Política Ambiental Europea (IPAE) o la Agencia Europea del Medio Ambiente hacen referencia, en sendos informes, a los beneficios que el medio natural imprime a la salud física y mental de las personas. Aumenta la concentración, reduce el estrés, despierta la curiosidad… A tenor de los datos, parece que sobran los motivos para potenciar el contacto con la naturaleza.

Facilitar ese diálogo, sobre todo, en las grandes ciudades donde resulta complicado pasear entre encinas y robles, deleitar a los sentidos con el aroma de las flores silvestres en una mañana dominical o el sonido de los pájaros, fue uno de los objetivos con los que, hace ahora 30 años, Verdecora abrió sus puertas por primera vez. Fue en 1992 cuando acercar un trocito de naturaleza a cada uno de los hogares de sus clientes sirvió de leitmotiv para que, el afán emprendedor de Louis Mulliez y la pasión por las plantas de Phillipe Lefebvre, dieran vida al primer garden center en España. “Existía esta tipología de negocios en otros países europeos pero en nuestro país no había nada parecido”, cuenta su CEO, Fernando de Ángel Gimeno.

La incertidumbre ante lo desconocido fue el principal hándicap en aquellos primeros momentos. Aunque la respuesta del público -muy por encima de las expectativas en la apertura del primer establecimiento en Torrelodones- fue solo un anticipo de la época dorada que vivió la empresa prácticamente hasta 2006. Acompañados por el boom que vivieron entonces los centros de jardinería e impulsados por el auge de la decoración al albor de un sector inmobiliario en plena ebullición, la firma abriría dos tiendas más en Majadahonda (Madrid, 1995) y Paterna (Valencia, 1998). A ellas les seguirían otras tantas más repartidas por toda la geografía española en distintos formatos, hasta sumar los cerca de 20 centros con los que cuenta hoy.

Más de 2.000 referencias de plantas, mascotas y decoración, una plantilla de alrededor de medio centenar de trabajadores y una facturación anual de 60 millones de euros son las cifras detrás de la marca. Pero el camino hasta la conquista del éxito también ha tenido momentos complicados. Durante todo un lustro -desde 2008 hasta 2013-, la compañía formada por los dos amigos franceses tuvo que reinventarse. “Fue un período complejo en el que tuvimos que volver a centrarnos en lo que realmente éramos especialistas: la planta y el bienestar animal, aunque sin olvidarnos de trabajar también la decoración; siempre siendo diferentes”, comenta Fernando de Ángel.

Esa búsqueda de la singularidad y del encuentro con la naturaleza les ha convertido en referentes tanto del cuidado y el mantenimiento, como de las propias plantas. Para el CEO de la compañía: “Es muy fácil tener pocas referencias pero mucha cantidad. En cambio, nosotros tenemos un número de referencias enorme y eso es lo que creo que podemos aportar, además de la pasión de las personas que trabajan con nosotros”.

Los nuevos retos de Verdecora pasan por seguir creciendo sin perder su esencia. En este sentido, la consolidación del canal online -que, si bien se vio impulsado por la pandemia, apenas representa el 5% del volumen de negocio- así como de su plan de expansión son sus principales objetivos a medio plazo. “Nos quedan muchas ciudades donde nos gustaría estar y hoy solo podemos llegar a través del canal digital”, explica el máximo responsable de la firma; una expansión para la que cuentan con el apoyo de Banco Santander a través de su Fondo Smart: “Nos gustaría llegar a las principales capitales de provincia en las que aún no estamos y seguir sumando centros en las grandes ciudades. Es precisamente en esos planes de crecimiento en los que la entidad nos está empujando”.

Una segunda oportunidad a las mascotas

El compromiso medioambiental está muy presente en el día a día de la firma. “Medimos la huella de carbono que estamos dejando como empresa para saber de dónde partimos y, a partir de ahí, saber qué acciones poner en marcha para reducirla”. Cargadores para coches eléctricos en sus establecimientos, centros construidos de manera sostenible -con sistemas de recuperación de agua para el riego y placas fotovoltaicas-, productos de decoración de materiales naturales o reciclados y hasta un proyecto incipiente que, bajo el nombre de El refugio, pretende servir para dar una segunda oportunidad a las mascotas -sobre todo para la adopción de perros y gastos, son solo algunas de las actividades para hacer efectivo su connivencia con la responsabilidad con el medio natural.

En todo caso, según Fernando de Ángel, la gente, su gente, es la que impulsa esta empresa. “Las personas que contratamos para la apertura de la primera tienda aportaron ese plus de energía al local”. El máximo responsable confiesa, además, que trabajan sobre los valores de responsabilidad y autonomía, una combinación que, sumada al hecho de tener muy presente que son una empresa familiar, ha hecho que coloquen a las personas en el centro de su actividad. “Al final somos apasionados de la naturaleza, de las plantas y el bienestar animal. Creo que esa pasión con la que arrancó el negocio sigue estando muy vigente e, igual que funcionaba en el 92, lo hace ahora”.

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