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Sebastien Renouard

Por qué ha terminado en España la primera aeronave que dio la vuelta al mundo con energía fotovoltaica

Hacia un futuro mejor

Tomás Muñoz

La compañía Skydweller ha perfeccionado una aeronave totalmente sostenible, cuyas aplicaciones prácticas van desde la seguridad y vigilancia, hasta los servicios de telecomunicaciones

En Albacete lo han visto volar y más de un testigo, probablemente, ha creído estar en presencia de un ovni. Sin embargo, este objeto sí está identificado: se trata del prototipo en fase de pruebas de Skydweller, compañía que adquirió la tecnología de la primera aeronave que dio la vuelta al mundo empleando únicamente energía solar fotovoltaica. La hazaña tuvo lugar en 2016, cuando el Solar Impulse circunnavegó el planeta surcando los cielos durante 17 etapas sin utilizar combustibles fósiles. Hoy, este prodigio de la ingeniería aeronáutica se encuentra en nuestro país, donde ha alcanzado otros hitos y se le han asignado nuevas misiones en base a su potencial.

“Será útil en operaciones de rescate ante una catástrofe natural o para controlar un incendio, pero también permitirá localizar a personas secuestradas o vigilar áreas problemáticas del planeta como el Estrecho de Gibraltar, con el fin de evitar tráfico de drogas, inmigración clandestina, pesca ilegal o vertidos contaminantes”, enumera Sebastien Renouard, Chief Commercial Officer de Skydweller, para ilustrar las aplicaciones de la aeronave. Ante la pregunta de si se trata de un avión o un dron, aclara que “tiene el aspecto del primero y funciona de una forma parecida al segundo, pero realmente sus otras características nos llevan a llamarlo seudosatélite”. Esto es debido a que “vuela por encima del tráfico aéreo, situándose en torno a los 45.000 pies —casi 14.000 metros de altitud— y se mantiene en movimiento perpetuo en torno a una misma área geográfica”.

El origen de la compañía se remonta a la confluencia de ideas y necesidades del propio Sebastien Renouard y su compañero Robert Miller, actual CEO de Skydweller. “Él investigaba para el Pentágono cómo acceder a un grupo terrorista que operaba en extensas y recónditas áreas de África sin que estos detectaran la actividad y yo trabajaba para grandes empresas del sector aeronáutico que patrocinaron la hazaña del Solar Impulse. Cuando pusimos en común la necesidad y la tecnología, la idea surgió fácilmente”.

Pero, ¿cómo ha terminado la tecnología de Solar Impulse en nuestro país? Renouard ofrece la respuesta obvia: “Porque España es el país del sol”. Sin embargo, hay más factores. “Queríamos comenzar a operar en Europa en paralelo a nuestra oficina de Oklahoma porque en Estados Unidos etiquetan nuestro aparato como dispositivo militar y aquí no. Nos decidimos por España porque tiene una importante industria aeronáutica y de defensa, es la cuna del helicóptero y ofrece una mano de obra muy cualificada y competitiva. Asimismo, si bien nuestro principal objetivo es trabajar con países de la OTAN, igualmente queremos operar en otras áreas geográficas cercanas al Viejo Continente”, asegura.

Para llegar al modelo actual, con el que la empresa ha generado 130 puestos de trabajo de 21 nacionalidades, Miller y Renouard tuvieron que llamar a algunas puertas en busca de apoyo: “Conseguimos levantar una primera ronda de inversión de 40 millones, pero uno de los aspectos más determinantes en nuestro crecimiento vino de la mano de dos actores muy diferentes: la Junta de Castilla-La Mancha y el Banco Santander. La Administración regional ha resultado fundamental porque nos interesaba volar en esta zona de España, ya que cuenta con numerosos aeródromos y está muy bien ubicada. Por su parte, la entidad bancaria ha tenido mucha visión estratégica a medio plazo y además nos asesoraron para conseguir las ayudas del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial). Tanto es así que, en estos momentos, continúan siendo un importante partner y están valorando cómo continuar apoyándonos, esta vez a través de Tresmares Capital”.

Despega y aterriza sin intervención humana

Las dimensiones del prototipo de Skydweller lo alejan del concepto habitual de dron, ya que tiene 72 metros de envergadura y una superficie con 300 metros cuadrados de paneles solares, que albergan 17.000 células fotovoltaicas. Con semejantes características consigue generar la suficiente energía para volar durante 24 horas diarias, sin detenerse en ningún momento. “Por el día recibe directamente los rayos solares y por la noche planea descendiendo en altitud para, cuando llega el amanecer, regresar a las capas superiores con la carga almacenada en sus baterías. Así conseguimos que no pare nunca y tenga un vuelo perpetuo con velocidad baja (entre 45 y 90 kilómetros por hora) en torno a una zona concreta, aunque puede incorporarse al tráfico aéreo si fuera necesario o aterrizar en un aeropuerto internacional”, precisa Renouard.

Pero quizá sus particularidades más sorprendentes son, por un lado, el peso y, por otro, la autonomía: “Pese a tener el tamaño de un Boeing 747 o de un Airbus A340, solo pesa 2,5 toneladas, cifra que garantiza su total independencia energética. Para conseguir este peso equivalente al de un todoterreno, investigamos mucho en torno a la fibra de carbono y los materiales compuestos”, especifica, para reconocer después que hay muchos otros campos de la ciencia involucrados en el prototipo, tales como “la tecnología de las baterías o el software que permite su autonomía en el pilotaje”. Sobre este aspecto, el Chief Commercial Officer de Skydweller subraya que el último gran hito del que antaño fue el Solar Impulse ha sido “lograr un vuelo de más de dos horas, en el que la aeronave ha despegado, navegado y aterrizado sola, sin intervención humana en ningún momento, ni siquiera a distancia”.

“Nuestro avión puede actuar como una torre de telecomunicaciones volante que proporciona conexión 5G en un radio de 200 kilómetros”

Por si estos avances no fueran lo suficientemente impactantes, Renouard presume de que el prototipo cuenta con la mayor capacidad existente para este tipo de aeronaves. “Su enorme tamaño ofrece una posibilidad de carga de 400 kilos o, lo que es lo mismo, puede portar a la vez un radar, una cámara electroóptica y una antena de telecomunicaciones, así como otros muchos dispositivos con infinidad de utilidades”. Esto abre todo un mundo de posibilidades, ya que el hecho de incorporar tecnología de comunicación ha despertado el interés de los operadores: “Nuestro avión puede actuar como una torre de telecomunicaciones volante que proporciona conexión 5G en un radio de 200 kilómetros a la redonda. Esto en una gran ciudad es irrelevante, pero en zonas despobladas de África, Oriente Medio o Asia puede resultar determinante porque cada unidad sustituiría a unas 80 torres terrestres”, puntualiza.

Este 2023 será determinante para Skydweller: “El año ha empezado con fuerza debido a la consecución del hito que supone el vuelo 100% autónomo, pero, al mismo tiempo, está en nuestros planes comenzar a demostrar a los primeros clientes lo que podemos hacer”. Renouard destaca que la compañía ya tiene contratos firmados con gobiernos tan importantes como el de Estados Unido o el de Francia. “El Ejecutivo español nos ha confirmado sus intenciones de contar con nosotros, más allá del apoyo que nos ha brindado en todo momento para llegar hasta aquí. También la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (conocida como Frontex) ha requerido nuestros servicios”. “Después de la fase de demostración —continúa— pondremos en marcha el proyecto industrial y, al menos el ensamblaje de las aeronaves, se llevará a cabo en nuestra sede de Valdepeñas (Ciudad Real)”.

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