Ofrecido por
Carlos Otero

El frutero que comenzó a fabricar envases ecológicos en su trastienda (y hoy trabaja con el chef José Andrés)

Hacia un futuro mejor

Isabel Rodríguez

Envapro dio sus primeros pasos en 2006 gracias al ‘olfato’ emprendedor de su fundador. Actualmente estos getafenses distribuyen a organizaciones como Lew Brand, marca paraguas de Brasayleña y La Burratina

Dice el saber popular que ‘no hay mal que por bien no venga’. Y algo así ocurrió en la vida de Antonio Otero porque, poco podía imaginar este “frutero tradicional de mandil”, tal y como él mismo se define, la forma en la que cambiaría su vida cuando a finales de los 90 las tiendas que regentaba en distintos mercados de la capital comenzaron a flaquear. Fue precisamente ahí cuando surgió la oportunidad de ampliar sus ingresos con un trabajo extra como representante comercial para un amigo y cliente que vendía alveolos de galleta.

Esta primera incursión en el mundo de los envases le llevó a reinventar más adelante la presentación de las lechugas, apostando por una solución transparente que sustituyera las tradicionales bandejas de corcho. El éxito del negocio fue rotundo. Pero, con el tiempo, su alma emprendedora le llevó de nuevo a buscar su propio camino.

“Siempre he trabajado para mí, así que le di las gracias a mi amigo y me busqué la vida”. Así, en 2006 nació Envapro, una empresa que a día de hoy ya tiene clientes como Faborit, Food House o Lew Brand (marca paraguas de las cadenas de restauración Brasayleña, La Burratina y Pollo Criollo, entre otras). Y no solo ellas. La ONG del afamado chef José Andrés, World Central Kitchen, confía en la compañía getafense. Junto a él llegaron a dar cinco millones de comidas en la pandemia, aunque también les han acompañado en el incendio de Gredos, durante la borrasca Filomena y, más recientemente, en la frontera de Polonia cuando comenzó la crisis de los refugiados ucranianos. “Estamos creciendo a doble dígito todos los años. Los últimos cinco han sido estratosféricos”, confiesa el CEO y fundador orgulloso. Solo en 2021, el grupo facturó casi seis millones de euros y, si nada lo impide, terminará el presente ejercicio con un volumen de negocio de más de ocho millones.

“Empecé en mi casa, con mi fruta y poquito a poco, creyendo en los envases, yendo a visitar bares, restaurantes y comercio del mío… Creé una red bastante molona y buscamos un perfil de envase ecológico que nos encantaba. Nadie creía en él hace 16 años porque además costaba bastante dinero, pero yo aposté por él desde el principio y estamos orgullosos”, rememora el empresario. Su laboratorio de pruebas fueron los almacenes de su frutería que, poco a poco, se quedaron pequeños. “Al principio iba a visitar a los clientes; cuando me hacían un pedido tenía que ir a los almacenes de los distribuidores y llenaba una furgoneta con las cuatro cositas que más se vendían, pero al final era inviable. Cada vez tenía más clientes y necesitaba apostar por un local o una nave. Ahí tuvo mucho que ver el impulso financiero de Banco Santander, que creyó en mí desde el minuto uno”.

“Hemos añadido un plus a un envase de cartón con un laminado de polipropileno para que se pueda meter al microondas, a congelar”

El auge del ‘delivery’ -sobre todo durante la pandemia-, la creciente conciencia medioambiental o la defensa de la economía circular impulsada desde las administraciones -con el desarrollo de normativas que invitan a explorar nuevas fórmulas de ecodiseño-, han sido claves en el crecimiento de la compañía. También la energía que acompaña a Otero -compartida por todo el equipo- se contagia, haciendo de la atención al cliente y la calidad de sus propuestas dos de las principales señas de identidad de la casa: “Meternos en la piel de lo que necesita el cliente es uno de nuestros valores diferenciales (...). El envase al final es un traje que adorna y hace mejor a cualquier comida, eso es así, y nosotros buscamos el idóneo para cualquier producto”, explica el CEO.

En su búsqueda de soluciones sostenibles y atractivas para hostelería, restauración y catering, principalmente, la innovación juega un papel clave. “Hemos hecho una cosa muy buena con un envase de cartón -que tiene todo el mundo- pero hemos añadido un plus con un laminado de polipropileno y le hemos puesto una tapa especial para que valga para calor y para frío. Lo puedes meter al microondas, a congelar… Al final es muy atractivo y tiene todo para que sea un gran envase”.

Esa capacidad de personalizar e innovar en sus envases, así como de identificar y resolver las necesidades de sus clientes -concentrados principalmente entre España y Portugal- es lo que ha impulsado el éxito de Envapro. En menos de tres meses culminará la ampliación de sus almacenes y es que, como confiesa Otero: “Solo pienso en avanzar. Lo importante es tener el producto para ser eléctrico al servir que es lo que te da la diferencia y la potencia sobre los demás, que a ti te pidan algo y tenerlo”. ¿La clave del éxito? Ir paso a paso, no abarcar más de lo que uno puede atender y rodearse de un equipo que comparta la pasión por lo que hace la firma. “Mi empresa mola muchísimo, yo me duermo y me despierto feliz, aunque no sería nada sin el equipo humano, es lo mejor de la empresa”.

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