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Fundador de AGQ Labs

Esta empresa española nació en un almacén de 30 m2 y hoy factura millones analizando cultivos y minerales

Hacia un futuro mejor

Rocío Romero

El fundador de los laboratorios AGQ Lab emprendió a los 24 años con escasos recursos; hoy ya están presentes en más de 20 países y facturan 50 millones de euros

Todavía no había cumplido 25 años cuando Estanislao Martínez puso la primera piedra de los laboratorios AGQ Labs. Siempre lo tuvo claro: quería emprender. Afincado en Villaverde del Río, un pueblo de Sevilla de apenas 7.000 habitantes, creció entre los cultivos y fertilizantes que vendía la empresa de su padre. Un escenario que, quizás, le ayudó a dar forma a lo que hoy es una multinacional presente en más de 20 países de todo el mundo y que factura 50 millones de euros.

AGQ Labs se apoya en dos pilares: el análisis y el asesoramiento. Analizan los productos de cada cliente en sus laboratorios y, examinando los resultados, le orientan en su camino. Hoy, ya trabajan en las áreas de medio ambiente, minería, salud y seguridad, desde algunos minerales o metales hasta la comida vendida en grandes supermercados pasan por sus instalaciones: “Trabajamos con proveedores en países como Guatemala, Honduras o Salvador. Analizamos sus cultivos para que el café que se vende en esta grandes cadenas de cafeterías, por ejemplo, se extraiga con la mejor calidad posible y respetando el medio ambiente”, cuenta el presidente ejecutivo.

Pero para llegar hasta aquí, el camino no ha sido fácil. “Desde pequeño estaba muy familiarizado con todo lo que rodea la agricultura y el cuidado de la tierra. Así que, convencido de que podía aportar mucho, opté por especializarme en química agrícola y medioambiental”, relata. Tras poner un pie fuera de la facultad a comienzos de los años 90, se instaló en un pequeño almacén de la finca familiar de apenas 30 metros cuadrados; comenzó con 12.000 euros y un préstamo avalado por su padre: “Con ese dinero compré la maquinaria necesaria para los análisis, pero lo que verdaderamente me hizo despegar fueron los conocimientos especializados que había adquirido en la carrera”.

Día tras día, recorrió los caminos de Villaverde del Río tratando de ayudar a los agricultores de la zona. “Por aquel entonces las empresas de fertilizantes y el propio Gobierno eran mis competidores. La Administración regalaba los análisis, no podía luchar contra eso. Pero yo ofrecía algo diferente, porque esos análisis eran muy tradicionales, una simple fotografía; yo me obsesioné con ver lo que nadie había visto antes”, afirma. De este modo, Estanislao desarrolló una tecnología para extraer muestras del suelo. Con ellas obtenía información, veía la respuesta de los cultivos a cada uno de los productos aplicados y podía transmitir a los agricultores el tipo de fertilizante y la cantidad exacta que tenían que añadir.

“Empecé a ofrecer algo diferente, me obsesioné con ver en los cultivos lo que nadie había visto antes”

Era, a la vez, laboratorio y consultora. Y los resultados no tardaron en llegar. “Mis primeros clientes, casi todos vendedores de productos agrícolas y exportadores, fueron fruto del boca a boca. Los beneficios eran evidentes. Optimizaban gastos, mejoraban el manejo del riego y la calidad de sus cultivos”, recuerda. Así, mediante recomendaciones que saltaban de un agricultor a otro, durante los tres primeros años AGQ fue extendiéndose poco a poco por Sevilla, Extremadura y la zona del Levante, hasta 1996, cuando hubo un cambio de paradigma, según relata Estanislao: “Comenzó a haber una obsesión por la seguridad alimentaria. Los clientes de nuestros clientes les exigían cada vez más que, aparte de la calidad, el producto fuera inocuo, seguro y saludable”.

El salto a otros sectores y países

Ante este nuevo escenario, Estanislao y su equipo, entre los que se encontraba su socia hasta día de hoy, Coral Zamora de la Cruz, siguieron desarrollando nuevos métodos analíticos y tecnologías de ensayo para dar el salto al área de la alimentación. “En el año 2000 ya abordábamos los dos campos. Éramos una pyme con 30 empleados, seguíamos creciendo e invirtiendo en investigación”. Pero había un problema: estaban sujetos al ritmo de las estaciones, y de octubre a febrero permanecían, prácticamente, con los brazos cruzados. Por eso tomaron la decisión de expandirse más allá de la península siguiendo el mismo modelo de negocio: “Queríamos lanzarnos a una agricultura más global. España era potencia alimentaria para Europa, y descubrimos que Chile también lo era para América”.

Los primeros años fueron duros. “Tenemos cicatrices de guerra. Llegar a un país nuevo no es sencillo: la burocracia, elegir a las personas adecuadas… Nos han robado coches, conocimiento y personas; hemos superado muchos obstáculos”, relata Estanislao. Poco a poco, fueron adquiriendo experiencia y consiguieron despegar en este país pasados tres años. A partir de ahí, dieron el verdadero salto: su campo de acción se amplió al resto de áreas de actividad. “De España cruzamos a Marruecos, Italia y Sudáfrica; y desde Chile a muchas partes de Sudamérica”, cuenta. A día de hoy, AGQ, con más de 1.000 empleados, tiene laboratorios propios en 16 países y es ‘partner’ en otros ocho.

Ahora su objetivo es facturar 60 millones de euros en 2022, seguir desarrollando tecnología, invirtiendo en I+D y expandiéndose por otras zonas geográficas. “Por el momento, para seguir creciendo contamos con el apoyo de varias entidades financieras, entre ellas se encuentra Banco Santander y su Fondo Smart, que hemos utilizado para llegar hasta aquí”, aunque cuenta que tampoco descarta cotizar en bolsa en un futuro. “Creo que el éxito ha sido, en parte, gracias a esta gran diversificación, tanto sectorial como geográfica, seguiremos dando pasos en esta dirección”, ultima.

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