Mónica García, la nueva musa de la izquierda: jabalina, heptatlón y 100 metros vallas

Hace seis años, Mónica García se convirtió en la protagonista de la Asamblea de Madrid por cuestiones familiares. Tenía 41 años, había sido madre de su tercer hijo, la pequeña Rosa, y había decidido no despegarse del bebé ni para ir al trabajo. Así que como diputada, entonces todavía de Podemos, pasaba las horas en su escaño con la cunita de Rosa al lado. Solo la dejaba en casa, con ayuda, cuando tocaba pleno, porque con el timbre no podía dormir y entonces sí que montaba escándalo.

Ha pasado tiempo de aquello y, como hemos visto, Mónica García sigue tan apegada a sus convicciones como entonces. Ni se separó aquellos días de su bebé, ni se unirá estos días a Podemos para darle más votos a su exlíder, Pablo Iglesias. Puede que ese espíritu guerrero lo conserve de sus años en el atletismo, donde despuntó en varias disciplinas, desde jabalina a heptatlón. Aunque fue en 100 metros vallas donde ganó más carreras.

La candidata García mantiene de su juventud el espíritu atlético que la llevó a una semifinal española de 100 metros vallas, un hito en su carrera que recuerda con orgullo cuando le preguntan. Tenía buenas marcas, dicen quienes la conocen de aquellos tiempos. En esa época entrenaba con el Club Marathon de Madrid, uno de los más importantes de España. Sus marcas aparecen todavía en internet y para los curiosos, les contaremos que el 11 de febrero de 1991 terminó una carrera de 60 metros vallas en pista cubierta con un tiempo de 10s23.

Buenas marcas

Da la causalidad de que el club en el que entrenaba, el más antiguo de Madrid, era el mismo al que acudían dirigentes del Partido Comunista madrileño de la época, nacido en el barrio de Orcasitas, según revelan a Vanitatis atletas que coincidieron con ella. La presencia de García en el mundo del atletismo, en el que todos se conocen, no fue efímera y sus marcas son bastante buenas. En 100 metros vallas logró 14s77 en Madrid, el 13 de julio de 1999, su mejor marca.

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Su trayectoria deportiva es prolífera porque practicó muchas disciplinas, desde jabalina (con 24,86 m en Madrid en el 91), altura (1,51 m en Madrid en 1991) y heptatlón (3.566 puntos en Madrid en 1991). Todas estas marcas, nos matizan expertos en atletismo consultados, las registró cuando era sub-18. García despuntó más tarde y logró su gran marca, los 14s77 en 100 metros vallas, ya en 1999. Es este resultado el que la llevó a las semifinales españolas.

Con entrenamientos duros durante tantos años no es de extrañar que esta médica metida a política tenga la fuerza para enfrentarse a todos, incluso a su exjefe de partido. “Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos”, le espetó al ahora candidato Iglesias cuando anunció su candidatura para las elecciones del 4 de mayo.

Dos propiedades y un Renault Trafic

Para conocer mejor a la candidata de Más Madrid, podríamos añadir también que es madre de tres hijos. Está casada, según el Portal de Transparencia de la Asamblea de Madrid, en régimen de separación de bienes. En la misma declaración se informa de que tiene dos propiedades, un piso en Madrid recibido, dice, en 2006 a través de una herencia y un vivienda en el campo. La última vez que presentó sus bienes, que fue en junio de 2019, García tenía 111.900 euros en sus cuentas corrientes, dos de ellas compartidas. Tiene un solo vehículo, un coche Renault Trafic comprado en 2009.

En la página de Más Madrid, García se define a sí misma y nos cuenta parte de su vida: “Nací en Madrid en 1974. Soy licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid con doctorado y máster en gestión clínica (de los de verdad). Desde hace tres años compagino mi labor en la Asamblea de Madrid como Portavoz de Sanidad, y más recientemente como Presidenta del Grupo Parlamentario de Podemos [parece que deberían actualizarlo], con mi trabajo como médico anestesista en mi verdadera casa que es el Hospital 12 de Octubre”.

Ese carácter y su fuerza al hablar le han dado algún problema, como cuando hace unos meses algunos la acusaron de haber simulado una pistola con sus manos para dirigirse a un compañero del PP en un debate parlamentario. Fue un gesto acusador, un dedo que señalaba, que las cámaras captaron de forma equívoca y confundieron con un gesto amenazador. Pasó la tormenta rápido, pero en Google todavía aparece la palabra pistola asociada a su nombre. Es lo que tiene internet.