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Marisol cumple 70 años y Pepa Flores sigue guardando silencio
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este domingo

Marisol cumple 70 años y Pepa Flores sigue guardando silencio

Vanitatis entrevista a su amigo, el pintor malagueño Antonio Montiel, para celebrar su aniversario

Foto: Marisol. (Jate)
Marisol. (Jate)

Tenía 3 años cuando la vio en una revista y jamás olvidó su cara. Hasta la propia madre de aquel observador niño, llamado Antonio Montiel, se asombraba al ver cómo la dibujaba de manera obsesiva. Marisol, la inspiración de aquel niño precoz, era un ídolo de masas; la imagen especular de la España que quería sonreír en una época de tinieblas. Aquel pequeño acabaría conociendo a su ídolo, a esa Pepa Flores que, como la Garbo, un día se hartó de los faralaes y los focos y decidió guardar silencio para los restos.

Este domingo, ese mito esencial para entender la iconografía pop de este país cumple 70 años. Vanitatis se ha puesto en contacto con el Antonio Montiel que se quedó prendado de su imagen a corta edad y, con los años, la retrató en sus pinturas.

“Por supuesto que la felicitaré por su cumpleaños. Siempre lo hago. Lo que ocurre que a veces pasa largas temporadas en la Axarquía y es difícil contactar con ella”, nos dice Montiel, que acaba de ser objeto de una biografía, 'El pintor del alma', de María Jesús Pérez Ortiz. En dicho libro vuelve a dejar patente lo que ha significado Marisol en su vida.

placeholder Pepa Flores en los 70. (Gtres)
Pepa Flores en los 70. (Gtres)

En la suya y en la de todos los españoles que, a principios de los 60, vieron a aquella niña rubia de ojos azules en 'Un rayo de luz'. Descubierta para el cine por el productor Carlos Goyanes, la medida de su popularidad la dan la cantidad de muñecas y objetos de todo tipo que surgieron a raíz de su éxito. 'Merchandising' en una España, la de los 60, que apenas veinte años antes se moría de hambre. Marisol aportaba un destello de modernidad a los españolitos que, paradójicamente, la hacía infeliz. “Es normal que ella esté harta de esa etapa. Estaba 24 horas del día delante de los focos y de las cámaras”.

Y aunque muchas han sido las ocasiones en las que se ha acusado al todopoderoso Goyanes de explotación infantil, pocos saben que, antes de aquel culto de masas, la pequeña Pepa Flores había pertenecido a un grupo llamado Los Joselitos del Cante; una cuadrilla en la que tampoco la trataban con guante de seda. “Aquellos niños no estaban contratados en muy buenas condiciones. De hecho, había entre ellos un empresario que hasta le pegaba”, recuerda Montiel. Cuando la 'abuela Victoria' vio a su nieta de vuelta de aquella gira de niños cantores, “se cayó para atrás al ver el aspecto desmejorado que tenía”.

Montiel no solo justifica el silencio de su amiga a través del posible trauma que le provocan los nefastos recuerdos de haber sido una niña prodigio, sino por “el poco apego que tiene a las cosas materiales”; el mismo que ha hecho que, pese a ofrecerle millones y millones por una entrevista, ella siempre haya respondido de la misma forma: con un rotundo “no”. “Recuerdo que solía llevar una medallita de su hermana y había un chico que un día le preguntó por ella. Pepa se la quitó del cuello y se la dio”, nos cuenta Antonio.

Años antes de esa anécdota, a la niña mito la llevaron de gira por Nueva York para internacionalizar su fama. Cuando un ejecutivo yanqui de puro en mano le preguntó si prefería Málaga o la ciudad de los rascacielos, respondió que le gustaba la primera con la ingenuidad propia de su edad. La respuesta de los adultos que la paseaban como a un mono de feria fue una sonora bronca. Normal, pues, que Pepa Flores quisiese matar para siempre a Marisol.

placeholder Marisol en la portada de 'Interviú'.
Marisol en la portada de 'Interviú'.

Con los años, la niña mutó en la joven yeyé, la que cantaba el 'Corazón contento' y derrochaba energía por platós y escenarios. La que se casó con Antonio Gades, se desnudó para 'Interviú' y fue una militante comunista y sorprendentemente incómoda para el orden establecido. Por aquel entonces fue cuando un Antonio Montiel de 14 años se escapó de casa para ir a Altea y conocerla en persona. “Estuve poco tiempo en su casa, pero le hizo gracia que yo fuese a verla desde Málaga”. Esa ‘gracia’ dio lugar a una amistad que dura hasta el día de hoy.

placeholder Pepa Flores en una imagen de archivo.(Gtres)
Pepa Flores en una imagen de archivo.(Gtres)

Pese a que no hablen todos los días, Montiel la conoce tan bien como para saber que su silencio es sagrado, que jamás daría una entrevista por mucho que le pagasen y que nunca acudiría a recoger, por ejemplo, un Goya de honor. “Diría que no y probablemente lo recogerían sus hijas. Ella agradece que la gente se acuerde de ella, pero no iría. Me sorprendería si lo hiciera. En Málaga también le pusieron una calle y no fue”. Esa capacidad para dar negativas es la que Pepa Flores ha mantenido hasta el día de hoy, a las puertas de su 70 cumpleaños. Si Greta Garbo supo antes que nadie que el silencio es el mejor amigo del mito, Marisol descubrió que, gracias a él, también se puede alcanzar la paz. Y eso no hay cheque en el mundo que lo pueda pagar.

Tenía 3 años cuando la vio en una revista y jamás olvidó su cara. Hasta la propia madre de aquel observador niño, llamado Antonio Montiel, se asombraba al ver cómo la dibujaba de manera obsesiva. Marisol, la inspiración de aquel niño precoz, era un ídolo de masas; la imagen especular de la España que quería sonreír en una época de tinieblas. Aquel pequeño acabaría conociendo a su ídolo, a esa Pepa Flores que, como la Garbo, un día se hartó de los faralaes y los focos y decidió guardar silencio para los restos.

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