Ruta imprescindible por Budva, la Riviera de Montenegro

Cada viaje que realizamos es una experiencia nueva, un aprendizaje que nos invita a conocernos un poco mejor, a través de los lugares que caminamos, las gentes que conocemos y los espacios que dejan en nosotros una huella única, imborrable. Podemos escoger destinos cercanos, como la impresionante Ribeira Sacra, pero también otros un poco más lejanos, como la Riviera Albanesa. Rincones más conocidos, como la Costa Brava, y otros que todavía tenemos pendientes, como Budva, la Riviera de Montenegro.

Un lugar que los viajeros más experimentados seguramente conocen, pero del que no todo el mundo ha tenido la suerte de haber oído hablar. Un rincón en el que todavía se puede apreciar la belleza de un casco histórico medieval, pero sin renunciar a las maravillosas playas de aguas turquesas propias de Montenegro. Paisajes para desconectar, descubrir, recorrer y disfrutar, y que recibe al turista con los brazos abiertos.

Budva es una de las ciudades más antiguas de la zona y está dividida en dos zonas, la nueva y la antigua. En la zona más moderna es donde se pueden encontrar los hoteles, la mayor parte de restaurantes y los centros comerciales y tiendas. La zona antigua es un viaje al pasado, una máquina del tiempo que nos lleva, una vez traspasada la muralla, a una ciudad medieval donde predomina la arquitectura veneciana.

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Un casco histórico dañado por el terremoto de 1979, como buena parte de Montenegro, y que fue restaurado posteriormente hasta apenas dejar rastro del suceso. Gracias a ello se pueden disfrutar sus estrechas calles empedradas, sus edificios cargados de historia y sus monumentos.

Qué ver en Budva

No sorprenderá a nadie que su centro histórico o Stari Grad sea uno de los imprescindibles, pues es donde se encuentran la mayor parte de las joyas de la ciudad. Se puede acceder desde diferentes puertas y un paseo por el interior de las murallas es fundamental, pues es así como se descubre la belleza escondida de las ciudades, se conocen sus secretos y se disfrutan sus lugares, de otra forma ocultos.

Además de visitar la Ciudadela, el que fuera el principal bastión defensivo de la ciudad ante los ataques marítimos, merece la pena entrar en sus templos, la iglesia de San Iván, la iglesia de la Santísima Trinidad o la iglesia de Santa María en Punta. Sin olvidarnos del resto de monumentos de la zona, como la estatua de la bailarina, una de las más famosas. En las afueras espera el monasterio de Podmaine, que bien merece una visita, igual que algunas ciudades cercanas, como Dubrovnik o Kotor, que también merecen la pena.

Otro de los atractivos de la zona son sus playas, en plural, pues hay varias para elegir, todas ellas rodeadas de paisajes espectaculares. Algunas de arena fina, otras de guijarros, pero siempre de aguas cristalinas. Las más famosas son Jaz, al norte, la más popular, y Bečići, al sur.

Para los más aventureros

Pasear por sus calles, disfrutar de su gastronomía y dorarse bajo el sol, tumbados en sus playas, no son los únicos planes que se pueden hacer en Budva. Por ejemplo, es casi imprescindible ir hasta la isla de San Nicolás, también conocida como Hawaii, a la que se puede acudir en barco, es la más grande de Montenegro y se llega en apenas unos minutos. También se puede visitar Sveti Stefan, un antiguo pueblo de pescadores reconvertido en resort de lujo.

Se puede disfrutar de las pequeñas calas cercanas a la ciudad o visitar la costa en barco, y los más aventureros seguro que se apuntan a una excursión en kayak o paddle surf a lo largo de la bahía, con la que se pueden descubrir las hermosas cuevas costeras que esconde la zona.

Esta es una zona turística, por lo que en temporada alta será necesario planificar el viaje con tiempo, reservando los hoteles y asegurándonos de que el viaje se ajusta a nuestras expectativas. Por ejemplo, destacan sus lugares de ocio, bares y restaurantes que reciben al turista con ganas de pasarlo bien. A pesar de la importancia de su casco histórico, Budva es una ciudad llena de vida, con una energía desbordante y con muchas ganas de hacer sentir a todo el mundo como en casa.