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Ni Deià ni Sóller: nos vamos a Portocolom, el pueblo de pescadores de Mallorca
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VIAJES DE VERANO

Ni Deià ni Sóller: nos vamos a Portocolom, el pueblo de pescadores de Mallorca

Este es un rincón encantador con barcos y varaderos que dibujan la estampa perfecta, rodeado de calas con las que soñar y un faro mayúsculo. Nos vamos volando

Foto: Portocolom te sorprenderá. (Cortesía Turismo Islas Baleares)
Portocolom te sorprenderá. (Cortesía Turismo Islas Baleares)

Sóller, Valldemosa, Deià… Decimos pueblos bonitos y se nos queda corto, porque nos parece que son mucho más. En Mallorca, entre tanta belleza, solo se puede ser feliz. Uno cae en la cuenta cuando coge el viejo tren de Sóller, cuando piensa en Chopin o George Sand mientras contempla la cartuja de Valldemosa o cuando se pierde por las callejuelas de Deià mientras repasa los mitos griegos con Robert Graves en la cabeza. Pero esta vez, los pies se nos han ido a Portocolom, que es territorio de Felanitx, la patria de ese gran artista que es Miquel Barceló (con permiso de Malí y París), y el mayor puerto natural de la isla. Te contamos por qué.

Portocolom, el pueblo de pescadores de Mallorca

Bueno, en vez de Portocolom, tal vez habría que decir Es Riuetó, que es como se conoce su casco antiguo, un refugio de pescadores en toda regla, como lo es Es Caló, en la vecina Formentera, salvado casi milagrosamente del turismo de masas. Este es un puerto de los de antaño, con sus varaderos y sus barraques o escars (cobertizos con rampas cubiertas), que datan del siglo XIX y que son patrimonio histórico-cultural al igual que los de las zonas de Can Cordellina y Sa Bassa Nova. Si buscas encanto marinero, aquí lo vas a encontrar: típicas casas de colores, barcos de siempre, pantalán con estructura histórico de puerto y llaüts amarrados. No podía ser más auténtico. Estamos al sureste de la isla, a casi 70 kilómetros de Palma.

De Portocolom a Sète

La historia tiene estas cosas. Y resulta que en el siglo XIX se exportó vino desde su puerto (antes de los estragos de la filoxera), que llegó a tener aduana, hasta la ciudad francesa de Sète, otro enclave marinero que no hay que perderse (y poético a su manera, aquí escribió Paul Valéry 'El cementerio marino'). Fue en la época en la que se construyeron estas casas de pescadores que hoy nos resultan tan pintorescas y se las dotó de los escars para dar cobijo a las embarcaciones y los aparejos de pesca. A su lado, alguna que otra casa señorial y un paseo marítimo por el que sacar a pasear tu mejor verano. Y el faro, claro, que se encendió por vez primera en 1863, en blanco y azul, coronando el acantilado de Sa Punta, y santo y seña del lugar. Sin olvidar la iglesia parroquial de la Mare de Deu del Carme, de estilo neogótico. Aquí todo tiene que ver con el mar.

Las calas y playas con las que soñar

El propio Portocolom está a la orilla del mar, alzándose a lo largo de una bahía de forma irregular, adornada por los barcos, los de pesca pero también los de echarse por ocio a la mar (aviso a navegantes). Vamos a esquivar los rincones turísticos, que Portocolom también los tiene -con puerto tradicional de pescadores pero también con eminente Club Náutico-. Llegamos así a S’Algar, la primera cala fuera de la bahía de Portocolom, en la vertiente oriental de Punta de ses Crestes.

Para playas, Es Babó, una de las naturales dentro del puerto, con el Club Náutico y vistas muy pero que muy marineras, estrecha, de arena dorada y con pinos por si nos apetece ir de pícnic; S’Arenal Gran, a continuación, esta protegida de los vientos y con tamarindos; S’Arenal Petit, al ladito y más pequeña, claro, pero también con rocas y árboles; y Cala Marçal, que es de arena fina y blanca y ya está localizada en el área residencial de Portocolom, envuelta en acantilados de baja altura. No nos podemos olvidar de Casa Sa Nau, perfecta para los amantes del buceo, y los Baños de Cleo, para los aventureros; hay que ganárselo.

Dónde comer en Portocolom

Por supuesto, el restaurante del Monasterio de Sant Salvador tiene que estar en esta guía, Can Calco 510, la altitud a la que se encuentra, con una sala abovedada y una terraza panorámica casi obligada. Abajo, es decir, a nivel del mar, el restaurante Colón (al fin y al cabo esto es el puerto de Cristóbal Colón) ofrece cocina de autor con sabor a mar (prueba su lenguado atlántico con salteado mediterráneo), la del chef Dieter Sögner, el patrón, y mucho arte. El HPC (C/ Cristòfol Colom, 5) también es un buen sitio para darse un homenaje con pescado fresco (pulpo grillé con picado de ajo y perejil) y algún que otro arroz (marinera, de pulpo y nécoras…). En estos otros fondeaderos gastro también podremos echar el ancla y comer en tierra: La Costa (C/ Ses Sivines, 5), solo para cenas, con una terraza inmensa y coctelería; Celler Sa Sinia (C/ Pescadors, 28) y Florian (C/ Cristòfor Colom, 11).

Dónde dormir en Portocolom

El hotel JS Corso Suites esta muy cerquita del mar, tiene vistas al puerto y cuenta con piscina, snack bar y restaurante bufé. Orange Colom (C/ Assumpciòn, 22) es un aparthotel sobre un acantilado con piscina, distintas posibilidades de alojamiento y lounge abierto al mar. Otra opción es el ya mencionado Monasterio de Sant Salvador, en Felanitx, una hostería que es un lujo en medio de un paisaje abrumador, en la montaña pero asomado al mar.

placeholder En este lugar tan espectacular está el Monasterio de Sant Salvador. (Cortesía)
En este lugar tan espectacular está el Monasterio de Sant Salvador. (Cortesía)

Qué ver en los alrededores de Portocolom

No te pierdas precisamente el Santuari de Sant Salvador, que está en la cima del Puig Sant Salvador, donde, como ya has visto, te podrás alojar, pues ya no viven monjes, y resulta emocionante y encantador. Tampoco puedes dejar de ver el pueblo de Santanyí, rumbo al sur, que es precioso y de nuevo nos quedamos cortos. Ni las proverbiales cuevas del Hams y del Drach, en pie o en barco.

Sóller, Valldemosa, Deià… Decimos pueblos bonitos y se nos queda corto, porque nos parece que son mucho más. En Mallorca, entre tanta belleza, solo se puede ser feliz. Uno cae en la cuenta cuando coge el viejo tren de Sóller, cuando piensa en Chopin o George Sand mientras contempla la cartuja de Valldemosa o cuando se pierde por las callejuelas de Deià mientras repasa los mitos griegos con Robert Graves en la cabeza. Pero esta vez, los pies se nos han ido a Portocolom, que es territorio de Felanitx, la patria de ese gran artista que es Miquel Barceló (con permiso de Malí y París), y el mayor puerto natural de la isla. Te contamos por qué.

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