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Rebeliones, pasiones y lujos de la mantilla española, el emblema de la Semana Santa
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TRADICIONES & MODA

Rebeliones, pasiones y lujos de la mantilla española, el emblema de la Semana Santa

De Grace Kelly a Carmen Ordoñez, de Isabel II a Victoria Federica, o de la Duquesa de Alba a la reina Letizia, analizamos un accesorio que nunca pasa de moda

Foto: Raquel Revuelta presenta colección trajes de mantilla. (EFE/Raúl Caro)
Raquel Revuelta presenta colección trajes de mantilla. (EFE/Raúl Caro)

La mantilla española es algo tan nuestro que a la reina Sofía le pasó como a Felipe V cuando puso un pie en nuestro país como monarca: alguien le debió aconsejar que vistiera 'a la española' para congraciarse con su pueblo. Y así, una princesa griega acabó siendo una de las mejores embajadoras de este accesorio de pelo 'tan nuestro'.

Grace Kelly y Jacqueline Kennedy también lucieron sobre sus cabezas una mantilla (negra la primera, blanca la segunda) prendida al cabello con su correspondiente broche y peineta para acudir a los toros durante la Feria de Abril de 1966. La duquesa de Alba, gran defensora de este complemento, ejerció de cicerone de la primera dama americana y, seguramente, le aconsejó cómo debía de lucirla. Porque, y aquí comienza nuestro tema, saber llevar una mantilla es algo imprescindible para poder defenderla con fuerza.

placeholder La duquesa de Alba, en el palco de la Maestranza. (EFE/Julio Muñoz)
La duquesa de Alba, en el palco de la Maestranza. (EFE/Julio Muñoz)

“Es una prenda difícil de llevar”, asegura Concha Herranz, conservadora del Museo del Traje. “La mantilla tiene su tipología según la ocasión. Puede ser de media luna, de toalla, de terno… Todas tienen su verticalidad y deben quedar montadas de una forma natural. Hay que tener en cuenta que, además, nos encontramos ante un trabajo de artesanía muy importante, ya que las buenas se confeccionan en seda con patrones que se realizan en encaje de bolillos”, añade.

El protocolo que rodea a la mantilla española, y que hace que por ejemplo se reserve el modelo negro para Semana Santa y el blanco para los toros, surge del tiempo que lleva acompañando a la indumentaria española: “Conocemos su existencia ya en las pinturas del siglo XVII y XVIII, pero será con Goya donde aparezcan de manera constante, como en el cuadro ‘Mujer con mantilla y basquiña’. A partir de ahí surgirá un boom de esta prenda, en parte como contestación a las modas y a las ideas llegadas de Francia y en parte también por la pasión que tendrá la reina Isabel II por esta prenda, que se convertirá en un elemento del traje romántico”. Y no será la única: la emperatriz Eugenia de Montijo, andaluza de pura cepa, conquistará París con una elegancia en la que también tenían cabida las mantillas.

placeholder Una mujer en 1930. (Getty)
Una mujer en 1930. (Getty)

El desarrollo de la imagen de lo español fuera de nuestras fronteras también configurará el estereotipo de mujeres con mantillas, si bien esta prenda abundará más en las clases privilegiadas que en las populares. Esto hace que, por ejemplo, la mantilla y los toros se hayan convertido en un todo en el que es difícil de encontrar la línea divisoria. Las mujeres de Romero de Torres, Gustavo de Maeztu o Zuoloaga bien lo saben, y así posan para estos pintores en unas obras que ahondan en lo más profundo del sentir español. En esto también tuvo mucho que ver la estrella del cuplé de aquel momento: Raquel Meller. La artista, que levantaba pasiones y que hasta Sorolla quiso retratar (por descontado, Zuloaga o Romero de Torres), revolucionó la canción española ataviada con peineta y mantilla y así conquistó, además, la portada de la revista 'Time' en 1926.

Los ejemplos de Carmen Ordoñez, que la lució azul en la boda de su hijo Francisco Rivera con Eugenia Martínez de Irujo, o de Victoria Federica de Marichalar, con un diseño beis en la exhibición de enganches de la Feria de Abril de 2019, demuestran además que la gama cromática permitida es muy amplia. “Hay de todos los colores”, explica Herranz. “Ahora mismo el mercado está inundado con modelos rojos o naranjas, en parte debido a que se ha puesto de moda como complemento para las bodas y en parte porque hay mujeres, como puede ser Naty Abascal, que tienen un estilo y una personalidad que les permiten atreverse con todo”, resume.

placeholder Victoria Federica, con unos manolos. (CP)
Victoria Federica, con unos manolos. (CP)

Los toros, las bodas y también el Vaticano son lugares donde se puede (y debe) llevar mantilla. Las reinas católicas tienen, además, el privilegio de poder lucirlas de color blanco. Nuestra actual reina, eso sí, lo ha experimentado poco. Doña Letizia tuvo un inicio algo desafortunado con esta prenda, pero poco a poco ha empezado a interiorizarla y a sentirse públicamente menos disfrazada al lucirla. Pero si doña Sofía, griega, o Victoria Eugenia, británica, supieron hacerla suya, a una asturiana no debería resultarle muy complicado.

placeholder Jacqeuline Bouvier Kennedy, en el Vaticano (Kennedy Library Archives/Newsmakers)
Jacqeuline Bouvier Kennedy, en el Vaticano (Kennedy Library Archives/Newsmakers)

Y hablando de reinas y mantillas... Si alguna lo tuvo difícil, esa fue Maria Victoria del Pozzo, la mujer de Amadeo de Saboya, víctima de la conocida como ‘Rebelión de las mantillas’. Tras la llegada a España de los nuevos reyes de origen italiano, las mujeres de la nobleza, encabezadas por la duquesa de Sesto, la princesa Sofia Troubetzkoy, pasearon los días 20, 21 y 22 de marzo por el Paseo del Prado ataviadas con mantillas mostrando su apoyo a los destronados Borbones en un claro desplante hacia la nueva consorte. El gesto no consiguió derrocar a la monarquía, solo que la nueva reina se llevara un gran disgusto (y eso que acabaría siendo amada por los españoles), pero con este gesto la mantilla se convirtió, más si cabe, en imagen e icono de lo que a día de hoy sigue siendo para muchos España.

placeholder Noble del año 1700. (Getty)
Noble del año 1700. (Getty)

La mantilla española es algo tan nuestro que a la reina Sofía le pasó como a Felipe V cuando puso un pie en nuestro país como monarca: alguien le debió aconsejar que vistiera 'a la española' para congraciarse con su pueblo. Y así, una princesa griega acabó siendo una de las mejores embajadoras de este accesorio de pelo 'tan nuestro'.

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