El restaurante favorito de pintxos en San Sebastián con platos por menos de 5 euros
Su local de toda la vida, abierto en el barrio de Gros desde 1928, mantiene intacto el alma de la cocina popular donostiarra
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San Sebastián no solo presume de estrellas Michelin. También es una ciudad donde el bar de confianza, el mostrador bien surtido y el pintxo preparado al momento siguen marcando la pauta del día a día. En una capital que vive la gastronomía con intensidad, hay establecimientos que han sabido mantener su esencia a lo largo de los años. Entre ellos, uno en el barrio de Gros conserva su lugar como referente para locales y visitantes con hambre de tradición y autenticidad.
Se trata de La Bodega Donostiarra, abierta en 1928 y revitalizada en 1975, cuando empezó a ofrecer sus primeros pintxos. Su oferta recorre desde los desayunos hasta las brasas, pasando por una barra de pintxos que sigue siendo punto de encuentro en uno de los barrios más vivos de la ciudad. Su cocina funciona sin interrupciones, con platos que no necesitan artificios para convencer.
Muchos de sus pintxos más icónicos no superan los cinco euros. Es el caso de clásicos como la ensaladilla rusa (3,60 euros), las sardinillas (3,20 euros), el boquerón en vinagreta (3,60 euros) o el chorizo a la brasa (3,60 euros). Entre los más representativos se encuentra el Indurain, elaborado con taco de bonito escabechado, antxoa, piparra, cebolleta y aceituna (3,60 euros), y el huevo gamba, una combinación tan sencilla como efectiva por solo 2,60 euros. La calidad del producto y el respeto por la receta convierten cada bocado en una declaración de principios.
Tres clásicos que definen la barra
Hay tres propuestas que resumen la personalidad del local. El primero es el mini completo de bonito, una mezcla de bonito del norte, antxoa en salazón y guindilla encurtida de Usurbil (4,90 euros). Le sigue el ya citado Indurain, uno de los más pedidos. El tercero es su ensaladilla rusa, servida sin florituras pero con la textura y el sabor que los clientes habituales reconocen desde hace décadas. Todos ellos pueden acompañarse con una caña, un vermut o una copa de txakoli, en barra o en terraza.
La Bodega Donostiarra dispone también de otro local, en el número 16 de la misma calle (Peña y Goñi), que ha introducido un ambiente más contemporáneo y platos con guiños creativos, mientras que es el del número 13 el que conserva ese carácter de bodeguilla con fondo popular.
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