El grito de auxilio de cuatro pesqueros vascos en Senegal: "Necesitamos créditos para trabajar"
El pasado mes de noviembre terminó el último acuerdo pesquero suscrito entre Dakar y Bruselas. Fue el colofón a años de problemas para la flota española por las constantes trabas de Senegal
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Desde hace más de cuatro años no hay la normalidad laboral para Miguel Ángel Solana, presidente de Dakartuna, la asociación de atuneros españoles que faenan en Senegal. Tras más de veinticuatro meses de tensiones entre el país africano y la Unión Europea, el acuerdo pesquero entre ambas partes tocó a su fin el pasado mes de noviembre. En 1996 estos pescadores llegaron a Senegal y desde entonces capturan las presas a través de técnicas sostenibles como son las cañas y congelan el pescado a bordo. Sin embargo, en los últimos años han visto cómo su capacidad para trabajar se reducía sin poder hacer nada por ello.
Los problemas comenzaron a asomarse a las aguas de Dakar en 2020. Ese año, el Gobierno de Senegal redujo sustancialmente el número de licencias. Dos años después, la Unión Europea y el Gobierno del país africano se enzarzaron en un conflicto económico sobre los acuerdos pesqueros que llevó a Dakar a negar las licencias para los barcos europeos. Los pescadores vascos pasaron de capturar unas 1.300 toneladas de atún en el año 2019, a 1.000 en 2020, 900 en 2021 y se desplomaron hasta las 300 toneladas tanto en 2022, 2023 como en 2024.
El pasado mes de mayo, Bruselas contraatacó y sacó una tarjeta amarilla a Senegal, rompiendo por completo las negociaciones. Fue la respuesta a meses de trabas y obstáculos contra los pescadores europeos para que otras flotas como la china pudieran obtener un mayor rendimiento y menos competencia, explica Miren Garmendia, secretaria de la Federación de Pescadores de Guipúzcoa.
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El último capítulo de esta historia de tiras y aflojas ocurrió el pasado 16 de noviembre. Ese día finalizó el acuerdo pesquero entre Dakar y Bruselas. Unas semanas antes, los pescadores, alertados por la tarjeta amarilla que la UE impuso a Senegal en mayo, y ante la inminente finalización de los acuerdos, decidieron solicitar una reunión con la Secretaría de Pesca del Gobierno central, Isabel Artime, y con el director de Acuerdos Pesqueros de la Unión Europea, Luis Molledo, pero todo intento fue en vano: "Todo lo que nos indicaron fue que tardarían semestres en retomar las negociaciones", explica Solana. El pescador comenta que veinte días después de solicitar un encuentro, desde la UE les convocaron para una videoconferencia el pasado 9 de diciembre. "Aún estamos esperando a que nos manden el enlace a la reunión", lamenta.
En todo este tiempo han probado otras opciones, como buscar capturas similares en países cercanos, pero no encuentran la carnada viva que necesitan para pescar. Además, la idea de abandonar Senegal, y en general la costa africana, cobra cada vez más fuerza en las conversaciones de estos trabajadores, pero después de treinta años no es tan fácil tomar la decisión: "Conocemos a la perfección el lugar, dónde pescar y cómo, por eso quisiéramos quedarnos. Pero trabajar es nuestro objetivo y no podemos seguir esperando". Solana admite que tienen en mente otros sitios como Puerto Rico.
"No es tan simple como decir: 'nos vamos", indica Garmendia y específica: "Tienen que tener una salida digna y por eso estamos luchando. Detrás de las infraestructuras que son los barcos, hay personas". En total, son dos pesqueros de Guipúzcoa y dos de Vizcaya entre los que suman 12 trabajadores españoles y otros tantos senegaleses. "Lo normal es trabajar unos diez u once meses al año. Y desde que empezaron estos problemas trabajamos cinco o seis, pero tenemos que hacer frente a los gastos de doce meses", comenta con una mezcla de resignación e indignación Miguel Ángel Solana. Según calcula el pescador, cada mes pierden unos 50.000 euros entre el gasoil, la electricidad y los sueldos de la gente que está en el barco. Además, la cifra de negocio que están dejando de facturar asciende a 100.000 euros mensuales. Es decir, en total, alcanzan unas pérdidas de 150.000 euros cada mes, explica el vasco.
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Ante las mermas económicas, los trabajadores de Dakartuna solicitaron por los parones del año 2022 una ayuda europea de 250.000 euros que recibieron prácticamente dos años después. La situación es de bloqueo. "Hemos tenido que pedir créditos para trabajar", sostiene Solana, y reconoce que "les han puesto trabas para el desguace, pero que también les han negado ayudas temporales y para ir a otros caladeros".
Más allá de no poder trabajar, los pescadores tienen un fuerte sentimiento de soledad. "Nadie se digna a decirnos nada", lamenta Solana, quien reconoce que "han encontrado más apoyo en un extranjero, el italiano Emmanuel Berk, que en el español Luis Molledo". Además, Solana recalca que ante la situación han tenido que pedir préstamos para salir a trabajar. Pese a que el Ministerio de Agricultura responde a El Confidencial que "hay prevista una reunión en los próximos días entre la Secretaría General de Pesca, el Gobierno Vasco y Dakartuna para estudiar la situación y ver posibles soluciones", el pescador niega que a él se le haya informado de ninguna reunión en este sentido: "No sabemos qué soluciones hay sobre la mesa ni qué podemos hacer".
Desde hace más de cuatro años no hay la normalidad laboral para Miguel Ángel Solana, presidente de Dakartuna, la asociación de atuneros españoles que faenan en Senegal. Tras más de veinticuatro meses de tensiones entre el país africano y la Unión Europea, el acuerdo pesquero entre ambas partes tocó a su fin el pasado mes de noviembre. En 1996 estos pescadores llegaron a Senegal y desde entonces capturan las presas a través de técnicas sostenibles como son las cañas y congelan el pescado a bordo. Sin embargo, en los últimos años han visto cómo su capacidad para trabajar se reducía sin poder hacer nada por ello.