La escisión juvenil de la izquierda abertzale pone a prueba la nueva estrategia de Bildu
El giro posibilista de la formación les ha otorgado influencia en Madrid, pero también ha generado tensiones y las críticas feroces de una pujante organización en su espacio tradicional
La última legislatura ha dejado a las claras un cambio en la estrategia de EH Bildu. La coalición ha optado por una actitud más posibilista en Madrid, convirtiéndose en uno de los socios más fiables del Gobierno de Pedro Sánchez. Una postura que rompe con la actitud tradicional de la izquierda abertzale con las instituciones estatales y que será puesta a prueba en las elecciones del próximo 28 de mayo. Pero no todo el mundo está contento con este giro. Así lo demuestra el surgimiento de un grupo juvenil en lo que podría considerarse su espacio político. Esta será la primera contienda electoral en la que se calibre el impacto que puede tener GKS, Gazte Koordinadora Sozialista (Coordinadora Juvenil Socialista).
GKS es uno de los grandes quebraderos de cabeza para EH Bildu, un movimiento cuyo impacto en la política vasca aún no está claro, pero que ha generado un cisma que ha llegado a protagonizar enfrentamientos con la juventud "oficial", Ernai. La organización juvenil, siempre importante para la estrategia de la izquierda abertzale, tanto en las urnas como en las calles, está ahora dividida. Y los calificativos son contundentes. Para entender este enfrentamiento hay que remontarse al año 2019, cuando comenzó la actividad pública de GKS.
La organización saltó a la palestra en un espacio tradicionalmente dominado por las juventudes "oficiales". Aunque en muchas ocasiones se les ha presentado como una escisión en el seno de la Izquierda Abertzale, lo cierto es que no tiene ningún vínculo ni con la coalición EH Bildu, ni con Sortu, el partido mayoritario de la coalición y heredero de las formaciones históricas de este espacio. Tampoco con Ernai, heredera de las ilegalizadas Segi y Jarrai.
La génesis de GKS se encuentra en Ikasle Abertzaleak, el principal sindicato estudiantil del País Vasco. De ideología comunista, ha sido una palanca de movilización política en las universidades vascas, con gran presencia en sus campus, bien sea con la organización de actos o directamente con las pintadas en las paredes. La apuesta de Sortu por la política institucional a través de EH Bildu rompió la unidad de acción de Ernai e Ikasle Abertzaleak. La ruptura es clave para entender el descontento que dio lugar a la creación de GKS, que nacía con el objetivo de superar "la dominación burguesa y las distintas formas de opresión". Esa ha sido desde entonces la tónica habitual en los cruces de declaraciones entre ambos sectores. Desde GKS se tacha de "burgués" a Sortu y Bildu y desde la formación política tildan a los jóvenes díscolos de "antiabertzales".
Más allá de esos enfrentamientos, el crecimiento de GKS es una realidad. El verano vasco, lleno de fiestas populares, fue un claro ejemplo del aumento de estas tensiones. La guerra de carteles y la disputa por el control de las txoznas (carpas que se montan en las fiestas) ha escalado hasta episodios de enfrentamiento físico. Su capacidad de movilización es considerable. Ya entonces fueron capaces de reunir a 2.000 jóvenes en Durango (Bizkaia). Y más recientemente, las convocatorias en Bilbao y Pamplona reunieron a 7.000 jóvenes. El cambio entre estas manifestaciones y las habituales de la izquierda abertzale es evidente. Donde solían verse ikurriñas o pancartas por los presos, aparecía un mar de banderas rojas. Y es que el cambio, la diferencia ideológica, va más allá de la apuesta por lo institucional. En GKS pesa más la ideología comunista que la identidad nacionalista.
En consonancia con su nueva estrategia política, EH Bildu ha hecho todo lo posible por marcar distancias con GKS
La posición de EH Bildu no es sencilla. En consonancia con su nueva estrategia política, ha hecho todo lo posible por marcar distancias con GKS. "Tiene lo mismo que ver con Bildu que con PNV y PSOE", llegó a decir Arnaldo Otegi sobre esta organización. También ha sido contundente Arkaitz Rodríguez, secretario general de Sortu, que los calificó de "reaccionarios, sectarios y agresivos". Si bien es una organización juvenil y nada hace indicar que, al menos en el corto plazo, vaya a lanzarse a la contienda electoral, su presencia puede disuadir a algunos jóvenes (y no tan jóvenes) de depositar su confianza en Bildu. Y en año electoral esa es una preocupación a considerar.
Recientemente, Sortu se ha dirigido a su militancia para clarificar su opinión sobre GKS. Un documento en el que recalcan que no se trata de una escisión sino de una organización que está "fuera". En esa misma comunicación niegan cualquier posibilidad de colaboración y señalan que no aporta al camino hacia una "Euskal Herria unificada, independiente, socialista, feminista y euskaldun". Es más, lamentan que la organización esté llevando a parte de la juventud vasca a una estrategia "antiabertzale y estéril".
Cambio de estrategia
El desencanto de parte de sus potenciales votantes con Bildu se explica también por su cambio de estrategia política. La formación ha adoptado una postura mucho más implicada que las anteriores encarnaciones de la Izquierda Abertzale en el Congreso de los Diputados. De rechazar la participación en las instituciones españolas han pasado a convertirse en "socio prioritario" de Pedro Sánchez. Un giro que contrasta con las críticas durante años vertidas al Partido Nacionalista Vasco. Los jeltzales han sido fieles a una hoja de ruta pragmática de negociación con aquel que ocupara la Moncloa en ese momento. Y han logrado acuerdos que tienen su máxima expresión en las omnipresentes transferencias, tanto con gobiernos populares como socialistas. Algo con lo que la izquierda abertzale siempre se había mostrado muy crítica, pero que cambió con la llegada de Sánchez al poder.
De acusar al PNV de "venderse por un plato de lentejas" a aprobar los Presupuestos Generales del Estado "por responsabilidad". Una evolución notable. "El PNV se vendía en Madrid por un plato de lentejas, según Bildu; pues ellos, ni plato de lentejas", llegó a ironizar el presidente del EBB del PNV, Andoni Ortuzar. Sin embargo, el apoyo de Bildu al Ejecutivo de coalición PSOE- Podemos ha sido de los más sólidos entre el "bloque de investidura". Y por más que le hayan supuesto críticas al presidente del Gobierno, este se ha conformado con saber que iban a estar ahí para la siguiente votación. Esta misma semana, han sido el único apoyo del PSOE en el Senado con parte de los cambios de la ley de bienestar animal. Los acuerdos con Bildu resultan hoy más sencillos en Madrid que en Vitoria.
Una estrategia a examen
Esta nueva estrategia y el impacto que pueda tener la irrupción (extraparlamentaria) de GKS se pondrá a prueba en las elecciones del próximo 28 de mayo. Por el momento, los sondeos apuntan a unos resultados muy similares a los de 2019, con un PNV cerca de ganarlo todo. Según el último Sociómetro del Gobierno Vasco, apunta a una subida de Bildu a costa del descenso de Podemos. Pero no como para cambiar de forma sustancial la correlación de fuerzas. La coalición ha puesto a una de sus figuras más relevantes, la portavoz en el Parlamento Vasco y candidata a lendakari en los dos últimos comicios, Maddalen Iriarte, como aspirante a diputada general de Gipuzkoa. Un extremo que encierra incógnitas sobre quién será la máxima figura de la coalición en el Parlamento Vasco. En el caso de Bizkaia, han optado por Iker Casanova, parlamentario vasco que fue condenado a 11 años de prisión en el sumario 18/98 por ser uno de los principales responsables de la organización Ekin, ilegalizada por el juez Garzón.
El surgimiento de GKS escenifica la existencia de divisiones en un espacio tradicionalmente dominado por la izquierda abertzale tradicional
En este contexto, si algo puede afectar a Bildu sería la abstención. Y es que no parece que sus votantes manejen muchas más alternativas. Y, como señalan los sondeos, quizá pueda hasta beneficiarse del descenso de los morados. Como ha sucedido en otras ocasiones, la clave para la izquierda abertzale no es tanto evitar que sus potenciales votantes se marchen a otros partidos, sino que no se queden en casa.
El surgimiento de GKS escenifica la existencia de divisiones en un espacio tradicionalmente dominado por la izquierda abertzale tradicional, pero su impacto en la próxima contienda electoral es todavía cuestionable. Bildu ha logrado en el Congreso convertirse en socio del Gobierno y trata de transformar ese recién estrenado reconocimiento en impulso que les permita cumplir su principal objetivo: ser alternativa al PNV en Euskadi. Pero tendrá que manejar las contradicciones de su pasado y las amenazas que se ciernen sobre su futuro.
La última legislatura ha dejado a las claras un cambio en la estrategia de EH Bildu. La coalición ha optado por una actitud más posibilista en Madrid, convirtiéndose en uno de los socios más fiables del Gobierno de Pedro Sánchez. Una postura que rompe con la actitud tradicional de la izquierda abertzale con las instituciones estatales y que será puesta a prueba en las elecciones del próximo 28 de mayo. Pero no todo el mundo está contento con este giro. Así lo demuestra el surgimiento de un grupo juvenil en lo que podría considerarse su espacio político. Esta será la primera contienda electoral en la que se calibre el impacto que puede tener GKS, Gazte Koordinadora Sozialista (Coordinadora Juvenil Socialista).
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