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Escisión en la Corporación Mondragón: Ulma y Orona salen del grupo y arrastran 1.700 M
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Perdería unos 10.000 trabajadores

Escisión en la Corporación Mondragón: Ulma y Orona salen del grupo y arrastran 1.700 M

Los socios de Ulma (80%) y Orona (70%) votan a favor de abandonar el grupo empresarial. La marcha de las dos compañías implicará una caída del 15% de las ventas, del 13% de los empleos y del 28% de los beneficios

Foto: Orona y Ulma votan si seguirán perteneciendo a la corporación o no. (EFE/Javier Etxezarreta)
Orona y Ulma votan si seguirán perteneciendo a la corporación o no. (EFE/Javier Etxezarreta)
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La Corporación Mondragón ha perdido este viernes dos de sus firmas. Los socios de Ulma y Orona han votado mayoritariamente a favor de abandonar el grupo. Un 80% de las cooperativistas y un 71%, respectivamente, se han decantado por esta opción, según publica El Diario Vasco. Con la salida de las dos firmas, Mondragón perderá 1.700 millones de facturación y unos 10.000 trabajadores. La ruptura se ha estado dirimiendo las últimas semanas con acusaciones cruzadas entre los que se quieren marchar y los que tratan de convencerles de que se queden.

Ulma cuenta con nueve áreas de negocio y Orona es una de las cinco fabricantes de ascensores más importantes de Europa. La salida de ambas empresas supone un duro golpe a la división industrial del Grupo Mondragón, puesto que suman el 25% del área. Según explicó hace una semana el presidente del grupo, Iñigo Ucín, si optaban por marcharse, como finalmente ha sucedido, el golpe se traducirá en una reducción del 15% de las ventas, del 13% de los empleos y la pérdida del 28% de los beneficios. Es un movimiento difícil de asumir y que explica las posturas enconadas que se han visto en las últimas semanas.

El modelo de gestión de la Corporación Mondragón es casi tan importante como sus resultados. Con él han sacado pecho no solo los responsables de la cooperativa, también el Gobierno vasco, que no ha querido tomar partido por ninguno de los dos bandos. El lehendakari, Iñigo Urkullu, defendía esta misma semana que no cree que “el modelo se vaya a resentir en modo alguno” con la marcha de Ulma y Orona. El presidente vasco intentó calmar los ánimos y en esa dirección fueron sus declaraciones, señalando que no tiene “preocupación especial por lo que pueda ser el futuro del Grupo Mondragón o de la economía social en Euskadi”. En la misma línea se expresó la consejera de Desarrollo Económico, Arantxa Tapia, quien manifestó su “respeto absoluto” a la decisión que puedan tomar las dos empresas.

La propuesta de las firmas díscolas es la creación de una nueva figura, la cooperativa convenida, que casi recuerda al Estado libre asociado. Con este nuevo estatus, Ulma y Orona podrían establecer convenios con Mondragón, pero no tendrían que atenerse a las decisiones del congreso de la corporación ni aportar al mecanismo de intercooperación y solidaridad que establece. Ambas empresas trataron de llevar esta propuesta al congreso celebrado en el mes de noviembre, pero la dirección echó por tierra esa posibilidad.

Las consecuencias de la crisis de Fagor

La importancia de la Corporación Mondragón en la economía y en la sociedad vascas se mide en los balances de resultados y en simbolismo. En la actualidad, está compuesta por 98 cooperativas, ocho fundaciones, una mutua, 10 entidades de cobertura y siete delegaciones internacionales. Es el principal grupo empresarial del País Vasco y el décimo de España, pero es mucho más. Su modelo cooperativo ha sido el orgullo de sus miembros y del Gobierno vasco. La entidad ha sido elogiada y promocionada en el exterior con el mismo ahínco que se reparten retoños del árbol de Gernika. Uno puede estudiar un grado en la universidad del grupo (Mondragón Unibertsitatea, que siempre se presenta como un agente innovador en la educación), incorporarse después a trabajar a una de las múltiples empresas, domiciliar su nómina en Laboral Kutxa, asegurar su casa con Seguros Lagun Aro y hacer la compra en Eroski, también parte de la cooperativa. En definitiva, una influencia tal, que se pueden construir vidas casi enteras sin salir del ámbito de la corporación.

Sin embargo, más allá de su importancia, no es la primera vez que se enfrenta a situaciones complicadas. En el año 2008, cuatro meses antes de que quebrase Lehman Brothers, Irizar, cooperativa dedicada a la fabricación de autobuses y que se encuentra entre las principales a nivel europeo, decidió desvincularse con el apoyo del 75% de sus socios. Fue una ruptura que, en términos de relato, se parece mucho a la que se está gestando estos días. Por aquel entonces, Irizar dejó la Corporación Mondragón afirmando que buscaba “mayor flexibilidad y agilidad en la toma de decisiones”. Declaraciones muy parecidas a lo que ha trascendido sobre las intenciones últimas de Ulma y Orona. Junto con Irizar, también salió Ampo, dedicada a la fabricación de válvulas y que en esa ocasión optó por la de escape.

Pero eso iba a quedar en juego de niños en 2013, cuando cayó Fagor, el auténtico buque insignia de Mondragón. La quiebra de la empresa de electrodomésticos puso en cuestión el modelo cooperativista vasco y abrió serias brechas en el seno de la corporación. Orona fue una de las cooperativas más críticas y que con más vehemencia se opusieron a aportar liquidez a la firma. Su caída supuso un duro golpe, no solo en el plano empresarial, sino también en términos de imagen. Todavía hoy, la caída de Fagor está pendiente de escribir su último capítulo judicial. El pasado mes de junio, el Tribunal Supremo admitió a trámite el recurso de casación presentado por los más de 900 antiguos socios de Fagor Electrodomésticos y Edesa contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Guipúzcoa, que desestimó su demanda contra el Grupo Mondragón. Los demandantes, en su mayoría jubilados, decían haber sido engañados por la dirección, que les convenció para renunciar a retirar sus aportaciones. Reclaman 47,8 millones de euros en indemnizaciones.

¿Un modelo cuestionado?

La historia de Mondragón es una que encaja a la perfección con la imagen de gestión a la vasca que siempre trata de proyectar el Gobierno autonómico. Los orígenes de la actual corporación se remontan a la década de los cuarenta, cuando el sacerdote José María Arizmendiarrieta fundó en Mondragón una escuela de aprendices. En 1956, se fundó Ulgor (posteriormente Fagor), inicio de la actual Corporación Mondragón. Solidaridad es una de las palabras más repetidas cuando se habla del conglomerado de cooperativas. Solidaridad en el seno de cada una de las empresas, solidaridad intercooperativa y solidaridad con el conjunto de la sociedad. En la actualidad, el principal exponente de ese espíritu es el 10% de los beneficios que las compañías aportan por si fuera necesario ayudar a otras empresas que pasen por una situación complicada. Cuestionado ya por la crisis de Fagor, el modelo ahora puede recibir un duro batacazo con la marcha de Orona y Ulma.

Foto: Leire Mugerza. (Eroski)

La semana ha estado marcada por un endurecimiento del tono. Más allá de las llamadas al respeto por la decisión que han tomado los socios, las partes se han movido para decantar el voto. Mondragón ha lanzado un vídeo destacando las virtudes y las fortalezas del sistema actual. Solidaridad, corresponsabilidad, herramientas para hacer frente a las situaciones difíciles, emprendimiento… Son las claves de una campaña que reproduce la narrativa tradicional en torno a la corporación. Por su parte, una de las cooperativas que quieren separar sus caminos, Ulma, ha cargado contra la matriz en un mensaje enviado a sus socios. Acusaba a la corporación de “faltar a la verdad” sobre las motivaciones de la firma y criticaba “las injerencias públicas por parte de los directivos” del grupo.

Y aunque el Gobierno vasco no se ha posicionado de forma explícita por ninguna de las dos partes, Mondragón ha contado con un gran escaparate para enviar su mensaje a través de la radiotelevisión pública vasca. El presidente, Iñigo Ucín, fue entrevistado en prime time en ETB-2, el canal en castellano del ente audiovisual, la noche del martes. En esa entrevista, que arrancaba poniendo en valor la historia de la cooperativa, señaló que las solicitudes de las dos empresas son “inasumibles en el corto plazo”. Para Ucín, la propuesta de convertirse en cooperativas es algo que “rompe la esencia de la corporación” y mostró su convencimiento de que al proponerlo “ya sabían que se les diría que no”. Para explicar la salida de las dos compañías, Ucín recordó que este tipo de situaciones “no se dan nunca en cooperativas con problemas” y destacó que este tipo de movimientos suelen deberse a “liderazgos fuertes”. El mensaje desde la corporación ha sido en estas semanas el mismo, que las empresas “entran cuando quieren y salen cuando quieren”, con constantes llamamientos a la tranquilidad. Eso sí, en su entrevista televisiva, Ucín lamentó las “filtraciones” y las “respuestas agresivas” por parte de Ulma y Orona. Además, también dejó claro que “el daño ya está hecho”. Y es que las semanas en las que se ha hablado día sí día también sobre la corporación han pasado factura a su imagen. Si bien desde el grupo se muestran confiados en que seguirán manteniendo una unión fuerte y cohesionada, la votación podría marcar un antes y un después en el orgullo del cooperativismo vasco.

La Corporación Mondragón ha perdido este viernes dos de sus firmas. Los socios de Ulma y Orona han votado mayoritariamente a favor de abandonar el grupo. Un 80% de las cooperativistas y un 71%, respectivamente, se han decantado por esta opción, según publica El Diario Vasco. Con la salida de las dos firmas, Mondragón perderá 1.700 millones de facturación y unos 10.000 trabajadores. La ruptura se ha estado dirimiendo las últimas semanas con acusaciones cruzadas entre los que se quieren marchar y los que tratan de convencerles de que se queden.

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