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Dura carta del estudiante agredido en la UPV a la rectora: "Tengo miedo en la universidad"
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Dura carta del estudiante agredido en la UPV a la rectora: "Tengo miedo en la universidad"

El estudiante agredido denuncia la "impunidad" que gozan los radicales en la universidad pública vasca y reprocha a Nekane Balluerka que "eluda sus responsabilidades" ante los hechos

Foto: Concentración el pasado 10 de diciembre ante la Facultad de Letras de la UPV-EHU en repulsa por la agresión sufrida por un estudiante. (EFE)
Concentración el pasado 10 de diciembre ante la Facultad de Letras de la UPV-EHU en repulsa por la agresión sufrida por un estudiante. (EFE)

El joven estudiante que el pasado 30 de noviembre sufrió una brutal agresión en el campus de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) de Álava por parte de un grupo de encapuchados por su pertenencia a una asociación estudiantil en defensa de España ha remitido una dura carta a la rectora de la institución académica, Nekane Balluerka, en la que denuncia la “impunidad” que gozan los radicales en la universidad pública vasca, que se ha convertido en un lugar donde "persiste la violencia radical”.

“Soy el joven al que el resultado de la radicalización de la juventud vasca, así como de algunos alumnos de la universidad, le costó una paliza entre una quincena de individuos. Le escribo para poder comentarle un par de asuntos que me han llamado la atención y, de algún modo, impactado, sobre usted y sobre el resto de miembros de la dirección de la UPV/EHU”, comienza la misiva.

El estudiante de la Facultad de Letras, que hasta ahora se había mantenido en silencio para “mantener mi anonimato”, asegura que se ha visto en "la necesidad de decir ciertas cosas” con la redacción de una carta en la que viene a denunciar la connivencia de la UPV-EHU con los radicales. “Me veo en la obligación de reconocer que la universidad pública vasca no es un lugar de paz, sino donde persiste un reducto de lo peor que ha existido en nuestra tierra: la violencia radical. Esa violencia que todos creíamos casi olvidada, salvo por algunos mensajes, sigue ahí, en el País Vasco, en Álava, en Vitoria y en la UPV”, reprocha.

"La universidad pública vasca no es un lugar de paz, sino donde persiste un reducto de lo peor que ha existido en nuestra tierra: la violencia radical"

En la carta, el joven relata brevemente los hechos sucedidos el pasado 30 de noviembre cuando fue agredido de forma brutal por un grupo de radicales tras salir de la "primera y última" reunión de la Agrupación de Estudiantes en Defensa de España (AEDE), que con anterioridad había protestado ante la dirección de la Facultad de Letras por la falta de actuación ante las numerosas pancartas y carteles, algunas de ellas “ofensivas”, colocadas por los radicales por todo el recinto. Durante "varias semanas", según detalla, hubo contactos vía mail para que se limpiara toda la iconografía etarra del campus y "la respuesta que obtuvimos fue muy pobre". "Nos parecía indignante que todo el alumnado, y en especial algunos de nosotros, que vivimos la represión de ETA. en nuestras carnes, tuviéramos que ver en nuestro centro de estudios manifestaciones que pidiesen la amnistía de todos los presos, pintadas en las que nos llamaban fascistas…. Nos daba la sensación de que para una parte de la dirección de la universidad éramos ‘estudiantes de segunda’ por no someternos a esas fuerzas radicales, sin derecho a protestar, silenciados y reprimidos por ese gran grupo violento amparado por gran parte de la sociedad e instituciones”, expone.

Foto: Campus de Leioa de la Universidad del País Vasco. (Etxaburu, Wikipedia)

“No podíamos permitirlo y decidimos unirnos y protestar por ello, demostrar que existimos y que, si no pudieron callar a nuestras familias, no nos iban a callar a nosotros. ¿Qué se terminó demostrando? Que hay un grupo que se ampara en su impunidad y su alta capacidad de agrupación y organización para silenciar a los díscolos. Para ello emplearon la violencia, la misma que los presos que tanto se defienden”, censura el joven para dejar constancia a Balluerka de que, a consecuencia de la paliza, perdió el conocimiento hasta que “llegó la ambulancia que me trasladó a urgencias, donde estuve días ingresado y me sometieron a una intervención quirúrgica”. Los golpes recibidos le provocaron la rotura de la nariz y uno de sus pómulos.

"Hay un grupo que se ampara en su impunidad y su alta capacidad de agrupación y organización para silenciar a los díscolos", denuncia el joven agredido

En la misiva, el joven estudiante se muestra muy contundente con la propia rectora de la UPV-EHU, a quien reprocha que diga que “ha mantenido constante contacto” con él cuando “eso no ha sido así”. “Hay personal de la universidad que sí lo ha hecho, pero no usted”, replica. Unos días después del incidente, la UPV-EHU manifestó su “rotunda condena y repulsa” por los hechos y mostró su “total apoyo” a la víctima, solidarizándose con “su familia y entorno académico” tras “hacer suya” la declaración emitida por la Facultad de Letras a través del Rectorado. Sin embargo, el afectado deja en evidencia al equipo de dirección del centro y, por extensión a Balluerka, al asegurar no solo que el comunicado de condena y la posterior concentración de repulsa convocada salió adelante gracias a la “movilización” de algunos de sus profesores, sino que las verdaderas intenciones de la condena eran “eludir responsabilidades” con respecto a la agresión.

“Salí del hospital, hice las pertinentes gestiones y, después de una semana de reposo en mi casa, decidí volver a clase. Durante toda esa semana de clase no paré de recibir llamadas y mensajes de apoyo de muchas personas, nunca había tenido a tanta gente dándome ánimos. También recibí una llamada de la dirección de mi campus, diciéndome que estaba previsto emitir un comunicado, lo cual acepté. Me pareció un gesto emotivo, pero al conocer su contenido, más tarde sospeché que tal comunicado se emitió para que la dirección de la universidad pudiese eludir responsabilidades respecto a lo que me ocurrió. Esto lo pensé tras conocer, al regresar a las clases, que fueron algunos de mis profesores los que se movilizaron para que se hiciese la concentración, y no la dirección del centro. Me enteré de que la cúpula que estaba encargada de redactar ese comunicado había estado horas debatiendo sobre si hacerlo o no, puesto que había un sector que no quería emitir ese comunicado. Esto me parece, por decirlo de algún modo, una grave falta de respeto, pues se me comunicaron ciertas cosas y se dijeron algunas otras que no fueron del todo ciertas”, señala con malestar.

El agredido niega que la rectora haya matenido "constante contacto con él": Además, censura que había "un sector" de la dirección que no quería emitir un comunicado de condena de la agresión

Entre las cuestiones que plantea a la rectora y a su equipo de dirección, el joven estudiante asegura que “resulta difícil de comprender” que no se llame a la Ertzaintza tras la alerta de los servicios de seguridad privada del campus a las autoridades universitarias de la presencia en el recinto de personas encapuchadas “entrando y saliendo del recinto de manera sospechosa”. “¿No se consideró que la presencia de casi veinte encapuchados era lo suficientemente sospechosa como para llamar a la Policía? ¿Es suficiente la seguridad del campus? ¿Puede el alumnado acudir a las clases con seguridad? ¿Se dan privilegios a los grupos violentos que emplean sus aulas como lugares de reunión y planeamiento de ataques a la universidad? ¿Por qué se financia y consiente eso?”, lanza una batería de preguntas.

Asimismo, la víctima traslada su sorpresa por “haber tenido que oír cosas como que ‘manda narices que la UPV sea conocida por estas cosas”. “Mi respuesta es muy sencilla: cuando no se es capaz de garantizar la seguridad de un individuo se niega la realidad y se muestra una preocupación que luego resulta ser falsa. A mí, más que a nadie, me gustaría que mi universidad, la de todos los vascos, fuese un lugar de debate, un lugar libre y democrático. Pero, por desgracia, no es así, algunos lo hemos comprobado, y yo personalmente sufrido”, censura en la misiva, en la que no pasa por alto el “cierto ninguneo por parte de las instituciones”.

"Debo cargar día a día con el enorme miedo a estar solo en la universidad, con el conocimiento de que hay un grupo que quiere que desaparezca", afirma

Por la brutal paliza la Ertzaintza detuvo a tres personas, vinculadas congrupos ultra del deporte –de hecho, uno de ellos tiene antecedentes por su participación en enfrentamientos entre fracciones radicales–, a las que les imputó los delitos de odio y de lesiones. A este respecto, el joven expone que, se haga justicia o no, “algunos seguiremos cargando con las consecuencias” de una agresión que, según reprocha, “ya se va olvidando”. En su caso, las consecuencias de que la "violencia radical" siga campando a sus anchas en la UPV-EHU ya están muy presentes, con “el enorme miedo a estar solo en la universidad, con el conocimiento de que hay un grupo que me quiere ver en la peor situación y que desean que desaparezca”, algo que debe “cargar con ello día tras día”. Y a esto, según remarca, se le une “la angustia que siento mientras voy por la calle y noto que Vitoria es el lugar en el que menos seguro me siento, concretamente en la UPV, donde soy casi incapaz de estar solo, aguantando miradas que me hacen pensar lo peor”.

El joven estudiante finaliza la misiva trasladando a Balluerka a modo de reproche que “no sabe lo afortunada que es al tener entre su personal a profesores como los que me han tocado cerca, que se han desvivido por saber mi estado, se han preocupado por mí de forma sincera e incluso han estado a punto de emocionarse al verme volver a las clases”. “Esa gente es la gente que merece la pena de la UPV, las buenas personas que muestran el verdadero apoyo ante estas situaciones, no el politiqueo generalizado que abarca todo, incluso una noble institución como es la universidad”, concluye.

Respuesta de la UPV-EHU

Una vez hecho público el contenido de la carta, la dirección de la UPV-EHU ha emitido un comunicado para "hacer constar" una serie de "extremos", y en el que incide en que "condenó enérgicamente" la "intolerable" agresión "en cuanto tuvo conocimiento de ella". A este respecto, remarca que lo hizo "de palabra y de obra, mediante una concentración, distintas declaraciones públicas y la adopción de medidas de seguridad específicas", las cuales, según detalla, fueron "acordadas con nuestro alumno", aunque "obviamente no se han hecho públicas".

En todo caso, la UPV-EHU rehúsa entrar a valorar las acusaciones formuladas por el estudiante agredido y sus consideraciones de que siente un "enorme miedo" en la universidad. Argumenta que "no va a entrar en ningún caso a valorar, contradecir o desmentir distintos aspectos de la carta referidos a impresiones, sentimientos o consideraciones subjetivas –desde luego respetables– de una persona que ha padecido una agresión grave e inaceptable". Por contra, pone énfasis en que el equipo rectoral, a través del vicerrector del campus de Álava por ser la máxima autoridad académica en este territorio, "ha estado y sigue estando a disposición" del alumno que recibió la paliza, con quien –según indica– se tenía prevista una reunión para comienzos de febrero, a fin de "seguir proporcionándole el amparo y el apoyo necesarios para garantizar su seguridad personal y el desarrollo de su actividad académica". Asimismo, admite de forma implícita que Nekane Balluerka no ha contactado con el alumno al dejar constancia de que, tras la agresión, el vicerrector del campus alavés y el decano de la Facultad de Letras "han estado en contacto en diversas ocasiones con el alumno agredido, poniéndose en todo momento a su disposición, tanto para cuestiones personales como académicas".

El joven estudiante que el pasado 30 de noviembre sufrió una brutal agresión en el campus de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) de Álava por parte de un grupo de encapuchados por su pertenencia a una asociación estudiantil en defensa de España ha remitido una dura carta a la rectora de la institución académica, Nekane Balluerka, en la que denuncia la “impunidad” que gozan los radicales en la universidad pública vasca, que se ha convertido en un lugar donde "persiste la violencia radical”.

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