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El origen del salto soberanista al vacío del PNV: el paracaídas dado a Rajoy con los PGE
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acuerda con bildu una reforma estatutaria rupturista

El origen del salto soberanista al vacío del PNV: el paracaídas dado a Rajoy con los PGE

Avalar los presupuestos con el 155 de la Constitución en Cataluña con el rechazo del ala liderada por Egibar ha llevado al partido a proyectar su vena más independentista para evitar tensiones

Foto: Egibar y Otegi se saludan en un acto en favor del proceso soberanista de Cataluña. (EFE)
Egibar y Otegi se saludan en un acto en favor del proceso soberanista de Cataluña. (EFE)

El 23 de mayo, el Euskadi Buru Batzar, la Ejecutiva nacional del PNV, emitía un comunicado al término de una difícil reunión en la que se decidió salvar los presupuestos de Mariano Rajoy para justificar que su postura obedecía a un "ejercicio de responsabilidad" con el autogobierno vasco. Era el argumento al que se agarró la formación de Andoni Ortuzar tras haber incumplido su largamente anunciado compromiso de no avalar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) con el artículo 155 en vigor en Cataluña. Lo que para EH Bildu y los nacionalistas catalanes era una traición, de puertas para adentro fue un motivo de discusión. No fue fácil adoptar la decisión en un encuentro en el que se volvieron a escenificar los dos sentimientos que conviven en las filas 'jeltzales', el pragmatismo y el soberanismo.

En este 23 de mayo se puede encontrar, en cierto modo, el inicio del posterior desafío soberanista en el que se ha embarcado el PNV de la mano de EH Bildu en el Parlamento Vasco, donde ambas formaciones han alumbrado una propuesta de reforma del Estatuto de marcado tinte independentista que ya es tachada de inconstitucional desde el ámbito de la judicatura. El planteamiento reconoce la nación vasca, establece diferencia entre ciudadanía y nacionalidad, abre la puerta a la celebración de un referéndum soberanista y establece una nueva relación con España de "naturaleza confederal" y de "no subordinación". El acuerdo, además, recoge que el futuro texto se someterá a una "consulta habilitante" entre la ciudadanía vasca de forma previa a su tramitación en las Cortes Generales, algo que el presidente del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco, Juan Luis Ibarra, ha advertido "choca con los límites constitucionales". "En cualquier estado de derecho hay un ámbito no decidible y lo no decidible solo se puede modificar en el ámbito constitucional, no en el ámbito estatutario", ha aseverado en una reciente entrevista en 'Deia', el diario afín al PNV.

Foto: El lehendakari, Iñigo Urkullu, durante la celebración del Aberri Eguna de 2016. (EFE)

El paracaídas otorgado a Rajoy marca paradójicamente el salto soberanista al vacío que ha dado el PNV al rescatar preceptos que recuerdan al plan rupturista que llevó a las Cortes Generales en 2005 el entonces lendakari Juan José Ibarretxe, quien recibió un sonoro portazo al contar con el único apoyo del nacionalismo. Con el ala más soberanista disgustada, y hasta cierto punto herida, por el devenir de los acontecimientos en Cataluña y la respuesta dada a nivel interno, el partido ha entendido que es mejor dejar que se proyecten todas las posiciones existentes, incluida la más independentista, para no evidenciar disputas y tensiones internas.

El lendakari Iñigo Urkullu ha venido insistiendo en que la reforma del Estatuto de Gernika de 1979, el único en España que queda por actualizar, requiere de acuerdos "transversales" que respeten la pluralidad, pero el PNV, preso de las circunstancias, ha preferido ir de la mano en exclusiva de EH Bildu y dejar de lado al resto de formaciones. Se deja hacer al portavoz del Parlamento Vasco y presidente del partido en Guipúzcoa, Joseba Egibar, que abandera la corriente más independentista, y que no ve ningún problema en apartar a las fuerzas constitucionalistas y alumbrar un nuevo texto normativo con el único apoyo del que fuera brazo político de ETA. En este caso, en la ponencia de autogobierno de la Cámara de Vitoria que aborda la reforma estatutaria se impone la hegemonía nacionalista de Guipúzcoa.

Joseba Egibar no ve ningún problema en apartar a las fuerzas constitucionalistas y alumbrar una reforma estatutaria con el único apoyo de EH Bildu

El acuerdo con el resto de formaciones es a día de hoy inviable con estos postulados de partida. Especialmente con su socio de gobierno, el PSE, que ya ha advertido de que la propuesta "rebasa la legalidad". Tanto Urkullu como Ortuzar, exponentes del pragmatismo institucional del PNV que le reporta múltiples beneficios en Madrid, se remiten al largo plazo que todavía queda por delante en este proceso para llegar a un acuerdo: el texto será remitido tras el verano a un grupo de juristas aún por definir que tendrá ocho meses de trabajo para redactar la propuesta definitiva de reforma estatutaria.

El PNV asegura que, de partida, no está dispuesto a renunciar a sus postulados soberanistas. Esto es, se pone el listón lo más alto posible y luego ya habrá tiempo de rebajarlo. La cuestión es hasta dónde va a estar dispuesto a rebajar el listón. Y a día de hoy se coincide en que es una incógnita saber qué puede pasar en los próximos meses. De momento, su movimiento de máximos ha sorprendido en la escena política, judicial, económica e incluso intelectual. El PNV nunca ha gozado de tantas cotas de poder en el País Vasco y Navarra. Encabeza el Gobierno vasco, está al frente de las tres diputaciones vascas y las tres capitales vascas —y otros históricos municipios— gracias a los pactos con los socialistas, y en Navarra lidera un Ejecutivo sustentado en un cuatripartito de corte nacionalista. Por otro lado, la sintonía que existe con Pedro Sánchez, a quien llevaron a la Moncloa nueve días después de salvar a Rajoy en otra complicada decisión, puede derivar a corto plazo en importantes logros a modo de transferencia de competencias. Por ello, cualquier movimiento fuera de la legalidad puede poner en riesgo el entendimiento con el Gobierno del PSOE.

El PNV no quiere renunciar a sus postulados soberanistas y pone el listón lo más alto posible. ¿Hasta dónde estará dispuesto a rebajarlo?

Además, este fuerte giro soberanista se da en un momento en el que se ha rebajado el desafío independentista de Cataluña. Frente a la actuación del Govern, el lendakari pone en valor la 'vía vasca' basada en la "bilateralidad", con lo que no se contempla una ofensiva unilateral. En esta situación es "difícil" explicar la huida hacia delante que ha emprendido el PNV, según apuntan, extrañados, sus socios de gobierno. No parece el escenario ideal para echarse en brazos de EH Bildu, y más cuando la antigua Batasuna va a presionar a la formación de Ortuzar para que mantenga su pulso soberanista y no rebaje sus planteamientos. En esta estrategia, el líder 'abertzale', Arnaldo Otegi, ha tildado de "histórico" el acuerdo alcanzado, por encima incluso del pacto de Estella que alumbraron el PNV y Herri Batasuna en 1998, en plena tregua trampa de ETA, para ahondar en la vía secesionista y que provocó una gran fractura social entre nacionalistas y no nacionalistas. Desde Bildu ya hay voces que alertan de que hay "enemigos" del pacto dentro del PNV dentro de esta estrategia de presión que va a llevar a cabo la formación 'abertzale'. Puesto el listón tan alto, ¿cómo se podría explicar una sustancial rebaja en las reivindicaciones soberanistas acordadas, y más cuando se otean en el horizonte las elecciones municipales y forales del próximo año, en las que EH Bildu aspirar a alcanzar el liderazgo nacionalista en el País Vasco?

Foto: Iñigo Urkullu y Andoni Ortuzar, en una celebración del Alderdi Eguna, Día de la Patria Vasca. (EFE)

Así, el acuerdo transversal que promulga Urkullu se antoja utópico. Dentro de las filas nacionalistas se asume en mayor medida que la propuesta consensuada por EH Bildu no va a tener efectos prácticos, pero de forma pública no se renuncia a los preceptos independentistas. El hecho de que se sea consciente de que no va a haber un acuerdo puede explicar el actual enrocamiento en las posiciones. Pero los llamamientos al diálogo y al acuerdo son constantes. La presidenta del PNV en Vizcaya, Itxaso Atutxa, ha emplazado a todos los partidos a trabajar de manera conjunto para llegar a pactos sobre el nuevo Estatuto. Pero esta mano tendida se confronta con la clara advertencia que ha lanzado a su socio de gobierno de que no va a permitir "vetos, y mucho menos amenazas de nadie".

Los reproches mutuos entre el PNV y el PSE a cuenta de la reforma estatutaria son constantes, si bien el acuerdo de gobierno está a salvo. El portavoz del Gobierno vasco, Josu Erkoreka, niega tensiones en el seno del Ejecutivo y resta relevancia a estas discrepancias. Las diferencias, según ha constatado, "están perfectamente previstas y asumidas en el acuerdo de coalición", que estableció "la absoluta libertad" de cada partido a la hora de defender sus posiciones. Por ello, ha zanjado que el PNV "está en pleno derecho de hacer lo que está haciendo". En todo caso, Erkoreka insiste en remitirse al planteamiento "integrador" de Urkullu de que la reforma estatutaria cuente con "el mayor consenso posible" en lo que queda de recorrido en el Parlamento Vasco. También Ortuzar ha incidido esta semana en este discurso y ha abierto la puerta a "cambios" en las bases del nuevo Estatuto, pero, al mismo tiempo, no renuncia al consenso alcanzado con la coalición abertzale.

La apuesta por un Estatuto de marcado tinte soberanista contrasta con el deseo de la sociedad vasca: solo el 28% defiende la reforma del texto

Podemos, PSE y PP van a presentar votos particulares a las bases del nuevo estatus político consensuado por PNV y EH Bildu en la ponencia que aborda la actualización del autogobierno. Lo hicieron los socialistas al entender que la propuesta "rebasa la legalidad" y "crea ciudadanos de primera y de segunda". Este pasado martes hizo lo propio el PP. Su presidente en el País Vasco, Alfonso Alonso, ha exigido la retirada del texto por ser "ilegal y antidemocrático", además de "obviar interesadamente el marco constitucional”. Podemos es igual de crítico, algo que escuece sobremanera a Egibar, que aspiraba a sumar a la formación morada en su acuerdo con EH Bildu. Pero no es algo que le quite el sueño al dirigente 'jeltzale', que ve suficiente el pacto con la formación de Otegi y que supone 46 de los 75 escaños del Parlamento Vasco (28 del PNV por 18 de EH Bildu).

La apuesta por el soberanismo más rupturista que se plasma en el nuevo estatuto contrasta con los deseos de la sociedad vasca, que de forma mayoritaria se muestra satisfecha con el actual texto normativo, como lo acaba de constatar el último Euskobarómetro que realiza la Universidad del País Vasco (UPV-EHU). Un 81% de la ciudadanía se muestra relativamente satisfecho con el Estatuto —un 42% se siente "parcialmente satisfecho" y un 39% "totalmente satisfecho"— mientras que los insatisfechos apenas representan el 13%. Es más, solo uno de cada cuatro vascos (el 28%) apuesta por reformar la actual Carta vasca. El sentir mayoritario, con el 36%, se conforma con que se completen las transferencias. Por su parte, un 20% no desea que se toque y el 9% apuesta por la "ruptura soberanista".

El 23 de mayo, el Euskadi Buru Batzar, la Ejecutiva nacional del PNV, emitía un comunicado al término de una difícil reunión en la que se decidió salvar los presupuestos de Mariano Rajoy para justificar que su postura obedecía a un "ejercicio de responsabilidad" con el autogobierno vasco. Era el argumento al que se agarró la formación de Andoni Ortuzar tras haber incumplido su largamente anunciado compromiso de no avalar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) con el artículo 155 en vigor en Cataluña. Lo que para EH Bildu y los nacionalistas catalanes era una traición, de puertas para adentro fue un motivo de discusión. No fue fácil adoptar la decisión en un encuentro en el que se volvieron a escenificar los dos sentimientos que conviven en las filas 'jeltzales', el pragmatismo y el soberanismo.

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