La distancia con el PSOE y Vox empieza a ser considerable. El perfil centrista de Feijóo le ha permitido crecer a su izquierda. Fagocitado Ciudadanos, por debajo del 1% y al borde de la desaparición, el PP penetra notablemente en el electorado de los socialistas. La fuga hacia los populares roza ya los 450.000 sufragios, con un reflejo inmediato en los márgenes entre ambos partidos. Antes de los comicios andaluces, Sánchez se mantenía a la cabeza, un punto por encima del principal partido de la oposición y con un escaño más (105 frente a 104). Sin embargo, el efecto Moreno y la crisis económica han revertido la situación y el dirigente gallego obtendría dos millones de votos más que el primer partido del Gobierno. De poco ha servido hasta la fecha el paquete de medidas contra el alza de los precios.
Las elecciones en Andalucía también han significado un punto de inflexión para el PSOE, aunque, en su caso, negativo. Inmediatamente después de la cita con las urnas, los socialistas experimentaron una caída de casi tres puntos. Y aunque han frenado el desplome y han recuperado unas décimas, continúan estancados por debajo del 25%, con una pérdida de casi un millón de votos y 23 diputados en comparación con las elecciones de 2019. La situación podría ser aún peor, habida cuenta de que el 18% de sus electores se declara indeciso o se inclina por la abstención. Todo, con la inflación al 10,8% y la previsión de un otoño extremadamente complicado para las familias. Unidas Podemos, con un 9,8% de sufragios y 23 escaños, se habría dejado por el camino 12 asientos y 800.000 apoyos.
El PP estaba antes de las elecciones en Andalucía en el 25,3% en intención de voto. En menos de dos meses, ha crecido ocho puntos
Sánchez ha activado el modo electoralista y Unidas Podemos trabaja en cómo adherirse a la plataforma de Yolanda Díaz, Sumar, pero los próximos meses no serán para nada sencillos. La intención de voto demuestra ya un castigo a la gestión del Ejecutivo, que solo obtendría 116 diputados.
En Génova, incluso plantean la posibilidad de lograr una mayoría absoluta al estilo de Juanma Moreno. Por primera vez en mucho tiempo, pueden mirar desde arriba a Pedro Sánchez, pero también a Santiago Abascal. Vox aparecía hace semanas en todas las ecuaciones posibles, pero ahora está fuera de foco. Nadie habla ya de sorpaso o de pactos. Alberto Núñez Feijóo se ha convertido en la opción favorita de la mayoría de electores que quieren a Sánchez fuera de Moncloa. Representa el voto útil en el centro derecha. Tanto es así, que el PP agrupa ya al 67% del electorado de este bloque ideológico y recibe 450.000 votantes de la formación ultraconservadora. La diferencia entre ambas formaciones es de 86 diputados, según el sondeo de IMOP-Insights.
Descenso de Vox
La expansión del PP reduce considerablemente el espacio de sus rivales en la derecha, que han perdido todo lo que ganaron durante la violenta crisis que resquebrajó a los populares. Según la serie de encuestas, Abascal estaba a finales de marzo en la cresta de la ola, con 80 diputados y por encima del 20% en intención de voto. Cinco meses después, tras el batacazo en las elecciones de Andalucía, el suflé ha bajado y el partido se queda en 51 escaños y el 15,7% de los sufragios. Son seis décimas más que en los últimos comicios, pero con un asiento menos. Por si fuera poco, el PP les dobla en votos.
El pinchazo del 19-J ha dejado aturdidos a los de Santiago Abascal. Los sondeos son un reflejo de su pérdida de fuerza, todavía como tercer partido en el Congreso pero con claros signos de fatiga. La dimisión de Macarena Olona ha acentuado la situación. La marcha de la ya exdirigente alicantina ha dejado al partido descabezado en uno de los territorios clave de la formación, con lo que eso supone para su proyección nacional. Su última carta será tratar de liderar el malestar social en la calle.
El bloque Frankenstein no está en crisis. Los únicos partidos que pierden son los que forman el Gobierno, con los nacionalistas al alza
La fortaleza de los populares se sustenta en su transversalidad, siendo vencedor en las transferencias a izquierda y derecha, y en la fidelidad de sus votantes. Así, Feijóo tiene un saldo neto positivo (balance de apoyos recibidos y perdidos) de más de un millón y medio de electores en la frontera con el PSOE, Vox y Ciudadanos, de quien recibe 750.000. Además, el 80% de los electores populares en las elecciones generales de hace tres años y medio se inclina por repetir papeleta a finales de 2023. Una cifra muy superior a la de Pedro Sánchez y Santiago Abascal, ya que ambos despiertan un seguimiento del 68%.