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Regresa el Café de Pombo: el templo de las tertulias del Madrid más bohemio y canalla
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Regresa el Café de Pombo: el templo de las tertulias del Madrid más bohemio y canalla

La Serrería Belga abre sus puertas, hasta el 23 de noviembre, a una muestra que rescata uno de los capítulos más singulares de la vida cultural madrileña: la historia del Café de Pombo y de las tertulias que lo convirtieron en mito

Foto: Recreación del Café de Pombo. (Cedida)
Recreación del Café de Pombo. (Cedida)

"Reconozco que no soy un gran admirador de la obra de Gómez de la Serna. Estudié ciencias y esta historia al principio me resultaba ajena", confiesa Vicente Sáez, comisario de la exposición dedicada al Café de Pombo en la Serrería Belga. Y, sin embargo, esa distancia inicial ha terminado por convertirse en el motor de una de las muestras más interesantes, y curiosas, que pueden verse ahora mismo en la capital. "Cuando encontré los documentos que determinan un poco el origen de la historia, cuando me convertí en fotógrafo y vi que detrás había una trama apasionante, me di cuenta de que era algo que se podía contar de manera diferente", señala.

La muestra se articula en tres capítulos: una introducción a los cafés literarios madrileños desde sus orígenes en los mentideros del Siglo de Oro, un recorrido biográfico-personal de Sáez a partir del hallazgo de las actas de las tertulias de posguerra, y finalmente la recreación de la Sagrada Cripta del Pombo, espacio mítico donde Ramón Gómez de la Serna reunió a su círculo entre 1914 y 1936.

De los mentideros al café ilustrado

El recorrido parte de una maqueta del mentidero de San Felipe el Real, cedida por el Museo de Historia de Madrid. Allí, en la acera de la calle Mayor, se reunían escritores, curiosos y políticos. "Queríamos enseñar que esas reuniones tienen un origen remoto", explica Sáez. De los mentideros se pasa a los salones ilustrados, a las fondas y botillerías, hasta desembocar en cafés como La Fontana de Oro, inmortalizado por Galdós, o el Café de la Montaña, donde Valle-Inclán perdió un brazo tras una disputa. "El café no era un lugar accesorio, era un laboratorio de ideas, un espacio de modernidad", subraya el comisario.

En vitrinas aparecen retratos de Pérez Galdós, facsímiles de novelas y fotografías rescatadas de archivos. Destacan los frescos del desaparecido Café de Fornos, documentados en imágenes de Jean Laurent. Todo ello ayuda a contextualizar el nacimiento del Pombo en la calle Carretas, en 1914, como heredero y a la vez ruptura de esa genealogía.

placeholder Material expuesto en la muestra 'Los cafés literarios de Madrid. El Café de Pombo'. (Cedida)
Material expuesto en la muestra 'Los cafés literarios de Madrid. El Café de Pombo'. (Cedida)

El hallazgo personal

La segunda sección es la más íntima. Sáez descubrió en los años noventa, durante sus estudios en Alicante, una recreación del Café de Pombo en una casa particular. "En el proceso de demolición del edificio encontré una caja con recortes, documentos y, sobre todo, las actas de las últimas tertulias de posguerra, entre 1944 y 1949", comenta de un descubrimiento que fue determinante y que, de algún modo, permite dar un cariz contemporáneo a lo que podría ser una muestra histórica más al uso.

Aquellas actas —hoy digitalizadas— registraban poemas, cartas, firmas y notas manuscritas de quienes todavía se reunían bajo la sombra de Gómez de la Serna, pese a la Guerra Civil y la censura. "Esa caja se convirtió en un fetiche, aunque años después, en una inundación, se perdió todo. Menos mal que lo había escaneado", apunta.

placeholder Exposición 'Los cafés literarios de Madrid. El Café de Pombo'. (Cedida)
Exposición 'Los cafés literarios de Madrid. El Café de Pombo'. (Cedida)

El visitante encuentra aquí fotografías de la demolición del edificio, realizadas con la cámara Minolta 70W con la que Sáez tomó las primeras imágenes y facsímiles de las actas. "Quise también, con ayuda de la inteligencia artificial, poner rostro a esos personajes anónimos de las actas. Era una manera de devolverles a la vida", indica de un apartado que juega con lo mágico, una función que ayuda también a que la fotografía viaje a sus orígenes, cuando era un elemento casi de fábula.

El Pombo de Ramón

La tercera parte revive el mito: la tertulia fundada por Gómez de la Serna. "Ramón había visto en París el ambiente de los cafés y quiso traerlo a Madrid. Eligió Pombo porque era céntrico, barato y nada pomposo", comenta Sáez, al que le gusta puntualizar como el escritor, unos años más tarde, en 1918, publicó su célebre libro Pombo, donde describe la atmósfera del café y dibuja a sus contertulios.

En la Serrería Belga se exhiben fotografías de Martín Santos Yubero del Pombo original, junto con objetos vinculados: espejos, caricaturas de Asensio, el reloj de crestería dorada. "Me impresionó descubrir que aquel reloj era idéntico al que yo había fotografiado 25 años atrás", recuerda Sáez.

Foto: cafe-comerical-parroquianos-cafe-antiguo-madrid

También se ha reproducido el cuadro Los poetas contemporáneos, una lectura de Zorrilla, propiedad del Museo del Prado, como eco de esas tertulias literarias. Y se proyecta el vídeo El orador o la mano, único registro audiovisual de Ramón Gómez de la Serna, donde hace gala de su humor surrealista en el Retiro.

Una mirada crítica

El proyecto, insiste Sáez, busca reflexionar sobre la pérdida de los espacios de conversación. "Hoy recurrimos a las redes sociales, pero no es lo mismo. En Pombo se hablaba, se mostraba el trabajo que hacía cada uno, se compartía la literatura en directo. Eso ya no existe".

El montaje de la Serrería Belga abre preguntas sobre la memoria cultural española. ¿Qué queda de aquellos cafés donde se pensaba el país? ¿Cómo se transmite una tradición literaria basada en la oralidad, la conversación y la presencia física?

Y como concluye Sáez: "La historia de Pombo empezó hace 111 años y acabó hace 75 con el cierre del café. Yo encontré esas actas hace 26 años, y ahora, finalmente, toman forma en el mismo barrio de las Letras. Es un círculo que se cierra".

"Reconozco que no soy un gran admirador de la obra de Gómez de la Serna. Estudié ciencias y esta historia al principio me resultaba ajena", confiesa Vicente Sáez, comisario de la exposición dedicada al Café de Pombo en la Serrería Belga. Y, sin embargo, esa distancia inicial ha terminado por convertirse en el motor de una de las muestras más interesantes, y curiosas, que pueden verse ahora mismo en la capital. "Cuando encontré los documentos que determinan un poco el origen de la historia, cuando me convertí en fotógrafo y vi que detrás había una trama apasionante, me di cuenta de que era algo que se podía contar de manera diferente", señala.

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