La primera Movida madrileña se gestó en los años 20 y este libro te la cuenta más allá de la Generación del 27
El libro 'Madrid, Edad de Plata', de la Factoría Cultural Martínez, viaja a una ciudad moderna y cosmopolita donde cultura, política y feminismo transformaron la sociedad
Visto con la perspectiva que permite el tiempo, el Madrid de los años 20 representa a una ciudad en transformación. Una capital que dejaba atrás el aire provinciano para convertirse en un espacio moderno, abierto y europeo. Las calles se llenaban de gente que buscaba un cambio, los cafés eran centros de discusión y la cultura impregnaba cada rincón de lo que hasta aquel momento era un simple poblachón, como se encargó de describir Machado.
Es el momento en el que Ortega y Gasset llenaba auditorios con conferencias multitudinarias. "La gente hacía cola para escucharle hablar de filosofía", recuerda Ritama Muñoz-Rojas, que subraya el interés creciente por el pensamiento y el debate en aquellos años. El Ateneo era otro hervidero político y cultural, y las tertulias continuaban en sus cafés. Allí, según Muñoz-Rojas, "era donde se cocinaba la vida política y cultural del país".
Las mujeres irrumpieron con fuerza en esta nueva sociedad. La Residencia de Señoritas, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y el Lyceum Club abrieron espacios inéditos para su formación y participación. "Las mujeres iban a la universidad, viajaban, hablaban idiomas, participaban en la sociedad de forma muy activa. Fue un cambio impresionante que el franquismo borró de golpe", señala la periodista.
La ciudad también miraba hacia su entorno natural. La Sierra de Guadarrama se convirtió en destino de excursiones pedagógicas y científicas. La Institución Libre de Enseñanza, que es uno de los agentes clave de esta época, la valoraron como un aula al aire libre. "Madrid había vivido de espaldas a la Sierra hasta que ellos la pusieron en valor", recuerda Muñoz-Rojas, cuya familia pasó veranos en Cercedilla desde los años veinte.
En palabras de Inés García-Albi, fundadora de Factoría Cultural Martínez, "la Edad de Plata significó la modernización integral de un país que empezaba a mirar hacia fuera". La ciencia, el feminismo, la política y el arte caminaban juntos. Era, como resume Muñoz-Rojas, "la primera movida madrileña", una etapa corta, pero decisiva que la guerra interrumpió de forma abrupta.
Un Madrid cosmopolita
La editorial Factoría Cultural Martínez ha recogido ese legado en Madrid, Edad de Plata, segundo volumen de la colección Apuntes culturales para un viaje. La obra reconstruye aquel Madrid luminoso y efervescente mediante un doble itinerario: el intelectual y el sentimental. En sus páginas colaboran el historiador Javier Moreno Luzón, Premio Nacional de Historia, y la periodista y escritora Ritama Muñoz-Rojas, cuya memoria familiar está directamente vinculada a la época. Ambos ofrecen una mirada complementaria: el rigor académico y la experiencia heredada, a lo que hay que sumar los dibujos de Marcos Isamat.
El libro nace de conferencias y rutas culturales organizadas en torno a la capital. Que a la vez se enmarca en el proyecto Los domingos de Martínez, una serie de charlas iniciadas el año pasado y que han contado con una gran acogida. Como explica García-Albi, "faltaba una narración global de la Edad de Plata, no solo de Ortega o de la Generación del 27, sino de todo un conjunto de avances en ciencia, educación, política y feminismo". El volumen aspira precisamente a ofrecer esa visión de conjunto.
Un recorrido por la ciudad de la modernidad
Muñoz-Rojas, responsable de la ruta cultural incluida en la edición, explica que "la tenía en la cabeza desde el principio, porque son lugares con los que he convivido desde pequeña". Un recorrido que arranca en la Residencia de Estudiantes, "la culminación del proyecto institucionista", donde residieron Dalí, Buñuel o García Lorca y por donde pasaron intelectuales de talla internacional. Allí se celebraban conferencias, debates y representaciones que marcaron el pulso cultural de Europa.
El trayecto incluye también la Residencia de Señoritas, primera institución de educación superior femenina en España; el Lyceum Club, espacio de encuentro para mujeres intelectuales y políticas; y la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, fundada por Fernando de Castro a finales del XIX, que ofrecía formación práctica a mujeres de clase media para garantizar su independencia económica. "Las mujeres dan ahí un paso decisivo, con profesores que luego serían figuras centrales de la Institución Libre de Enseñanza", recuerda Muñoz-Rojas.
Otro punto de esta ruta singular es el Ateneo de Madrid, hervidero de debates políticos y culturales, cuyas tertulias se prolongaban en cafés como el Suizo, el de Fornos o el de la Montaña. "Era el lugar donde se cocinaba la vida política y cultural del país", resume la autora. El viaje se completa con una excursión a la Sierra de Guadarrama, escenario de excursiones pedagógicas y espacio de contacto entre naturaleza y cultura. "Madrid había vivido de espaldas a la sierra hasta que los institucionistas la pusieron en valor", añade.
El itinerario recuerda asimismo espacios desaparecidos o transformados, como el auditorio de la Residencia —donde Lorca estrenó con la Argentinita y que hoy es capilla del CSIC— o el antiguo Instituto Escuela, un proyecto pedagógico y pionero hoy olvidado. También se reivindican lugares preservados, como el Olivar de Castillejo, vinculado a José Castillejo, secretario de la Junta para la Ampliación de Estudios.
Voces y memorias de la Edad de Plata
Este trabajo subraya la importancia de reivindicar la Edad de Plata como conjunto. "Se han hecho actos parciales, como aniversarios de la Residencia o celebraciones de la Generación del 27, pero falta una visión global", afirma Muñoz-Rojas. García-Albi coincide: "Muchos asistentes a nuestras conferencias nos decían: ‘¿Cómo no nos habían contado esto?’. Falta integrarlo en una narración común".
Ambas destacan el papel de la mujer y el carácter pionero de un feminismo que se borró tras el franquismo. También insisten en la diversidad de los protagonistas: profesores, políticos, artistas, científicos y ciudadanos que, en palabras de García-Albi, "remaron en la misma dirección a pesar de las corrientes adversas".
Factoría Cultural Martínez
La Factoría Cultural Martínez es la promotora de la colección Apuntes culturales para un viaje. Fundada por García-Albi, combina rutas, conferencias y ediciones que acercan la historia cultural de España y Europa a un público amplio. La iniciativa surgió de Las Paradas Culturales y de Ancha es Castilla, proyectos que vinculaban charlas académicas con recorridos temáticos. La editorial publica estos libros para conservar y difundir el legado de esas actividades.
El primer volumen de la colección estuvo dedicado a la Castilla de Jaime Gil de Biedma, con textos de Andreu Jaume. El segundo, es el mencionado Madrid, Edad de Plata, que profundiza en una etapa determinante de la modernidad española. El tercero, previsto para diciembre, abordará la Barcelona arquitectónica, con aportaciones de Pedro Azara y Marieta Cabero.
Además de la labor editorial, Factoría Cultural Martínez organiza ciclos de conferencias, rutas urbanas y representaciones teatrales. Como ejemplo, ha puesto en marcha la obra Querida amiga, sobre las cartas de Elena Francis. La filosofía de García-Albi es clara: "Son viajes del conocimiento, una forma distinta de viajar y aprender, con historiadores, filólogos y expertos que explican el pasado sobre el propio terreno".
El proyecto demuestra que la cultura puede vivirse de manera activa, conectando memoria, investigación y experiencia. Madrid, Edad de Plata es un ejemplo de ello: un viaje intelectual y sentimental por un tiempo donde la ciudad se convirtió en un "faro de modernidad", y un recordatorio de que ese legado sigue vigente.
Visto con la perspectiva que permite el tiempo, el Madrid de los años 20 representa a una ciudad en transformación. Una capital que dejaba atrás el aire provinciano para convertirse en un espacio moderno, abierto y europeo. Las calles se llenaban de gente que buscaba un cambio, los cafés eran centros de discusión y la cultura impregnaba cada rincón de lo que hasta aquel momento era un simple poblachón, como se encargó de describir Machado.