La batalla entre San Sebastián de los Reyes y un colegio que pone en jaque a 140 familias
La escuela de infantil y primaria El Ardal no dispone de las licencias urbanísticas en vigor desde que en 1985 comenzara su actividad. El Ayuntamiento ha ordenado su cese, pero los padres exigen al Gobierno local que garantice la continuidad
Desde 1985, decenas de niños acuden cada mañana al colegio privado El Ardal en San Sebastián de Los Reyes (Madrid, 94.000 habitantes) para cursar infantil y primaria. No es un centro más. Se trata de una escuela para niños con necesidades especiales y discapacidad intelectual, que prioriza un modelo pedagógico centrado en cada alumno con actividades en entornos naturales. Pero su continuidad está en entredicho. Este centro libra una intensa disputa con el Ayuntamiento. Sin licencia urbanística en vigor desde el inicio, el Gobierno local ha anunciado su cese en varias ocasiones y este lunes tendrá lugar su cierre y precintado. Solo una resolución judicial podría frenar la clausura. En total, hay unas 140 familias afectadas, que han comenzado a librar su propia batalla para que sus hijos puedan continuar allí el curso escolar.
"Las consecuencias para ellos [los alumnos] son devastadoras", aseguran las familias en una nota de prensa. Los padres y madres iniciaron una recogida de firmas online hace dos semanas y ya cuentan con más de 15.000 apoyos para pedir al Ayuntamiento que garantice la continuidad de la escuela.
Paloma de Haro, la actual directora, abrió este colegio en los ochenta en una parcela privada propiedad de su hermano ante una necesidad en la localidad: una escuela adaptada para personas con necesidades especiales. Desde el inicio de la actividad, contó con todas las licencias educativas en vigor. Sin embargo, el Consistorio recuerda que el terreno siempre ha estado calificado como suelo no urbanizable de especial protección, por lo que en todos estos años la actividad, desde el punto de vista urbanístico, ha sido "irregular".
Han sido más de 40 años de disputas. Según informan fuentes locales, al menos desde el año 2002, "se viene ordenando el cese de la actividad". Una decisión, que, indican, está confirmada por los Juzgados en distintas resoluciones firmes entre 2003 y 2005. Por su parte, De Haro explica que en ese momento consiguió el apoyo de los padres y residentes en la localidad a través de firmas y el Gobierno local frenó entonces la orden de ejecución.
Los años pasaron y las aguas parecían calmadas. Pero entre 2018 y 2020, el centro decidió realizar algunas obras en la parcela. La directora matiza que solo fueron un par de módulos de madera que se podían desplazar. Sin embargo, atendiendo a las explicaciones del Gobierno local, las obras dieron lugar a una resolución municipal, dictada en febrero de 2023, en la que se ordenaba al Centro "la suspensión y paralización inmediata" de los usos y obras que se estaban realizando.
Aún faltaban varios acontecimientos por suceder. Las continuas alegaciones y trámites han prolongado, al menos, dos años más la batalla. Según relata la directora educativa, antes de las elecciones de 2023, donde salió elegida la actual alcaldesa, Lucía Soledad Fernández (PP), esta y otra edil fueron a visitar el centro. "Les encantó", sostiene De Haro y continúa: "En noviembre de ese año y ya en la alcaldía, nos reunimos. Ahí nos explican que se podrá solucionar el problema con una calificación urbanística nueva".
La directora asegura que el 30 de abril de 2024 entregó ese documento para cambiar la calificación del suelo. "Y desde entonces ha estado más de un año guardado en un cajón", zanja. Unos meses más tarde, a finales de mayo de 2025, Paloma De Haro cuenta que se reunió de nuevo con el equipo de Gobierno. "Esa clasificación del suelo no está previsto que sea modificada, por lo que cualquier afirmación sobre eventuales proyectos urbanísticos o usos “especulativos” del suelo carece de fundamento alguno", explican ahora desde el Ayuntamiento. Ese día de finales de mayo a la directora le comunicaron que la actividad debía cesar.
De nuevo, el día 16 de junio de 2025, el Ayuntamiento insistió en la necesidad de poner fin a la actividad. Y El Ardal decidió responder con la presentación de alegaciones. "Esto presupone el conocimiento de la orden de cese desde el pasado mes de junio de 2025, es decir, antes de la finalización del pasado curso escolar 2024/2025", señalan fuentes locales. De nuevo, el Consistorio dictó una resolución, con fecha 19 de agosto de 2025, en la que se confirmaba la orden de cese de actividad.
Con el curso escolar ya comenzado, llegó la última petición de cese, el día 10 de septiembre. Y en ella se fijó la fecha de precintado: este lunes. "La dirección del centro conocía la realidad de todo lo acontecido y, aparentemente, no lo trasladó a las familias", explican fuentes municipales. Pero los padres y madres, lejos de ponerse contra El Ardal, han decido sumar esfuerzos: "Exigimos una solución que garantice la continuidad y viabilidad del proyecto educativo por su extraordinario valor y aporte social".
En caso de que finalmente se decrete el cierre, todos los niños tendrán asegurada su plaza en otro centro. Pero tanto los padres como la directora mantienen la esperanza de que el Ayuntamiento cambie su postura. "Solo quiero que nos dejen reunirnos. Dialogar. Tienen muchas soluciones y están al alcance de su mano", finaliza De Haro.
Desde 1985, decenas de niños acuden cada mañana al colegio privado El Ardal en San Sebastián de Los Reyes (Madrid, 94.000 habitantes) para cursar infantil y primaria. No es un centro más. Se trata de una escuela para niños con necesidades especiales y discapacidad intelectual, que prioriza un modelo pedagógico centrado en cada alumno con actividades en entornos naturales. Pero su continuidad está en entredicho. Este centro libra una intensa disputa con el Ayuntamiento. Sin licencia urbanística en vigor desde el inicio, el Gobierno local ha anunciado su cese en varias ocasiones y este lunes tendrá lugar su cierre y precintado. Solo una resolución judicial podría frenar la clausura. En total, hay unas 140 familias afectadas, que han comenzado a librar su propia batalla para que sus hijos puedan continuar allí el curso escolar.